Image: El becario: redención y capitalismo

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Cine

El becario: redención y capitalismo

30 octubre, 2015 01:00

De Niro y Hathaway interpretan dos personajes interesantes y complejos

El becario es amable y sabia, logra engancharnos y emocionarnos con una fábula sencilla y bien pergeñada sobre el mundo laboral.

La cineasta estadounidense Nancy Meyers (Filadelfia, 1949) es algo así como la gran retratista de las cuitas y luchas de los compatriotas de su generación. Ahora que Meyers es madura, nos cuenta la madurez en películas como Cuando menos te lo esperas (2003), con Diane Keaton y Jack Nicholson, o No es tan fácil (2009), en la que Meryl Streep y Alec Baldwin interpretan a un matrimonio separado que vuelve y vuelve. Si las cuitas amorosas a partir de los 60 centraban esas películas, ahora en El becario repite con un gran actor de los viejos tiempos, Robert De Niro, para contarnos una fábula sobre el mundo laboral.

Nancy Meyers habla en sus películas sobre la clase más privilegiada del planeta, esos blancos universitarios de Estados Unidos cuya renta dicen los datos que está por encima de los 150 mil dólares de media. Estados Unidos es un país rico y Meyers nos cuenta lo que les pasa a esos ricos. En este caso, un ex ejecutivo de alto nivel (De Niro) jubilado que se presenta como becario en una empresa de comercio de moda por internet en Nueva York que se propone contratar a un señor de edad venerable como forma de hacer un favor a la comunidad. Allí se encontrará con la carismática y temible dueña de la empresa (Anne Hathaway) que como quiere la narrativa habitual primero lo rechaza y después se convierte en su principal aliada.

El becario trata sobre lo viejo y lo nuevo y sobre cómo lo nuevo no puede prosperar sin lo viejo. De acuerdo, no es una moraleja que le cambie a uno la vida y de hecho es lo que uno podría esperar de una película de Hollywood. Pero Meyers cuenta bien su película creando personajes interesantes como el de ese De Niro o aún mejor, el de la despiadada jefa (con buen corazón) que interpreta Hathaway. La química entre ambos funciona y aunque la película se alarga demasiado y contiene momentos innecesarios (el robo del ordenador) uno se ríe y se lo pasa bien viéndola.

No solo eso, hay cosas curiosas en esta película. Por ejemplo, la forma en que acaba siendo una defensa del trabajo duro y evita el tópico de que el trabajo en realidad no es importante porque lo importante es otra cosa. El trabajo, la creación, la lucha y la disciplina son valores en esta película donde también se propone un curioso cambio en los roles parentales que aborda con decisión y sin caer en tópicos. El becario es amable y sabia, logra engancharnos y emocionarnos con una fábula tan sencilla si se quiere como bien pergeñada y construida. Y hay dos enormes actores, De Niro y Hathaway, bendecidos con el carisma de las verdaderas estrellas y capaces de crear dos personajes interesantes y complejos que permanecen en la memoria.