De Taiwán, de Estados Unidos, de Australia, de Portugal... el mejor cine contemporáneo no sabe de fronteras, ni territoriales ni de formatos. Las cinco películas de 2015 mejor valoradas por los críticos de El Cultural llegan para ampliar y radicalizar el discurso de sus propios géneros, con cabida tanto para la orfebrería estética, la animación, el cine íntimo, el noir y la aventura demencial.
The Assassin
Hou Hsiao-hsien
Es el ‘wuxia' definitivo, la heterodoxa película de artes marciales del maestro taiwanés Hou Hsiao-hsien, la que llevaban sus seguidores ocho años esperando. Este milagroso filme toma la forma de una misteriosa pieza de cámara que parece tallada con la precisión del diamante, a la vez que vacía y reformula, simultáneamente, los códigos propios de un género con el que HHH se reecontraba por primera vez, en su madurez creativa, tras haber sido un ávido consumidor suyo en la adolescencia. Con ella obtuvo la Palma de Cannes al Mejor Director. Y no es para menos. Entrega de nuevo el taiwanés un conmovedor retrato femenino, una asesina "humanista" que ha recibido el encargo de matar a su primo, del que estuvo enamorada. Y lo hace mediante la capacidad de articular, de forma totalmente orgánica, "la más depurada estilización con la más atenta captura de lo real" (Carlos F. Heredero). No hay descanso para la mirada embrujada del espectador en una obra que da la vuelta por completo a las expectativas tradicionales del género para proponer un deslumbrante ejercicio de cine eterno.
Puro vicio
Paul Thomas Anderson
El último largometraje de ficción de Paul Thomas Anderson -después realizó el documental musical
Junun- responde al sortilegio de la intuición para adentrarnos en el laberinto psicodélico de Doc Sportello (Joaquin Phoenix), un investigador en Los Angeles en los años setenta. El filme se sumerge en la mejor tradición del cine negro americano con el fin de revelar sus misterios, profundizando en el linaje que une obras maestras como
El sueño eterno (1946),
Un largo adiós (1973) y
El gran Lebowski (1998). En su viaje al sueño alucinógeno de la California hippy, propone "un misterio poblado de ausencias, comedia y romanticismo que parece acontecer en una tierra de nadie donde se desdibujaba la utopía sesentayochista" (Carlos Reviriego). Adaptación de una inadaptable novela de Pynchon, lo que trasciende del filme no son tanto los meandros de una trama imposible, sino el espíritu sonámbulo y libertario de la propuesta.
Del revés (Inside Out)
Pete Docter y Ronaldo del Carmen
Cumplía
Toy Story veinte años y Pixar volvía a descolgarse con una obra maestra a su altura. Con su fascinante viaje al interior de la mente y las emociones de una niña que abandona la infancia en la mudanza de su familia de la fría Minnesota a la calurosa San Francisco,
Del revés "renueva conceptualmente el cine de aventuras al tiempo que explora de modo autorreflexivo las posibilidades formales de la animación" (Manu Yáñez), tocando cotas de originalidad y sofisticación alcanzadas por obras como
Wall-E (2008). Uno de los grandes mensajes de fondo del filme es la defensa del derecho de los niños a experimentar la tristeza, lo que de nuevo lleva a Disney a indagar en los extremos trágicos del drama, uno de los grandes proyectos de la factoría de animación por excelencia.
Mad Max: Fury Road
George Miller
Intensidad, emoción y gran entretenimiento de género, el
reboot de George Miller de su añorada saga
Mad Max sorprendió a propios y extraños con el renacimiento del mejor cine de aventuras, premiado por la crítica internacional. El filme "reivindica en el imperio del píxel la acción física y demente, sucia y polvorienta" (Reviriego), para proponer un relato casi mudo (sin apenas diálogos) pero estruendoso, que además desliza comentarios medioambientales, feministas y sociopolíticos de la actualidad. Miller confía en la testosterona del montaje de atracciones y en la furia de los rostros y los sonidos, pues el relato es mínimo, esquelético, básico. Regresan los guerreros del desierto en una huida hacia adelante en busca de la esperanza o la redención, a través de una impronta visual deslumbrante que convierte las escenas nocturnas en estilizados contrastes de blanco y negro.
E Agora? Lembra-me
Joaquim Pinto
Afectado por el SIDA, el cineasta portugués filma un diario íntimo de su tratamiento experimental contra el virus VIH para proponer una de las "más depuradas investigaciones del cine reciente" (Luis Martínez). Antes veterano sonidista que trabajó entre otros con Manoel de Oliveira y João César Monteiro -sus dos mentores-, Pinto se reveló como uno de los secretos mejor guardados del cine portugués. Escalofriante tratado de honestidad y de inventiva, filma su via crucis a medio camino entre el documental desesperanzado y la tragedia desnuda, para describir meticulosamente una vida entregada al vacío, en ese lugar entre el aliento y el reposo. Lo que se acierta a ver a lo largo de las casi tres horas de intensísimo y visceral cine es un autorretrato profundamente íntimo, entre el dolor y la esperanza, la vida y la muerte.