El filme de Paula Ortiz arrasó entre las candidaturas con más eco mediático: película, directora, actriz para Inma Cuesta, actriz de reparto para Luisa Gavasa, música e incluso tráiler.
Fue proyectada en Zabaltegui en San Sebastián, lejos de los fastos de la sección oficial y donde muchos críticos atareados apenas husmean, y se ha convertido poco a poco en el filme del año. La novia, adaptación de Paula Ortiz de las Bodas de sangre de Lorca en clave muy personal se ha alzado con seis estatuillas en la gala de premios concedidos por la Asociación de Informadores Cinematográficos de España abriendo el camino para que se corone en los Goya, donde lidera las candidaturas con doce. En los Feroz solo se dan premios "importantes" (y lo pongo entre comillas porque los premios al vestuario, el maquillaje o los efectos de sonido también lo son) y La novia arrasó en las candidaturas con más eco mediático: directora (Ortiz), actriz (Inma Cuesta, que arranca así una temporada triunfal de galardones porque es la favorita en todas partes), Luisa Gavasa (actriz de reparto), Shigeru Ubemayashi (música) e incluso el tráiler, de Roberto Bra.
Si la temporada se presentaba como un duelo entre La novia y Truman de Cesc Gay, que ganó los Forqué que entregan los productores y en este caso se tuvo que conformar con el premio para Ricardo Darín como mejor actor (lo recogió Javier Cámara) y al mejor guión, parece que de momento van empatadas pero el runrún de cara a los Goya parece beneficiar a esta película de Betta Pictures que es la primera producción de Alex Lafuente, muy emocionado en el escenario hablando de lo difícil que es sacar adelante una película. La imagen de todo el equipo de La novia, casi todos nuevos en el establishment del cine español, y el chiste agrio a costa del ex presidente de la Academia ("en el cine somos como en la política, tenemos un ex presidente imputado", dijo la presentadora Sílvia Abril para pasmo evidente de algunos invitados) dio una imagen de renovación y reconocimiento al mérito más allá del poder o la influencia que hace que se respiren nuevos aires.
Un nuevo cine español avanza y se hace visible en una gala que en su tercera edición, y mejor, se consolida no solo como sosias de los Globos de Oro americanos, su inspiración confesa con eso de la "antesala" de los Oscar, también cumple con su principal objetivo, ayudar a visibilizar películas que no cuentan con la maquinaria propagandística de las grandes televisiones. Fue la gala de La novia y de la ilusión por la renovación pero también en la que se corrobora el mal estado de nuestra cinematografía. Hay pocas películas y pocas buenas. En el apartado de comedia o película de acción ganó Negociador, de Borja Cobeaga, en un guiño a lo underground que revela la naturaleza zigzagueante de unos premios sin definición clara que por una parte están lejos de los dictados de la crítica cinematográfica más exigente (solo una de las cinco películas escogidas mejores por El Cultural, Negociador aparece en las nominaciones), capaz de encumbrar a una película tan mainstream como El desconocido con seis nominaciones (para no darle ninguno) y después, premiar a la más rara de todas ellas.
Paradojas de unos premios que tuvieron la virtud de construir una gala corta (apenas un suspiro de hora y media) y divertida en la que haciendo honor a su nombre, fueron feroces. La mención a la imputación de González Macho dejó a algunos helados y caras largas y cuando la presentadora, Silvia Abril, se acercó a las mesas a charlar con los invitados, todos parecían temerla. Al show business español siempre le ha costado moverse con naturalidad fuera de lo establecido y Abril estuvo ingeniosa y mordaz en sus pullas. Entre los ilustres presentes, Penélope Cruz, que casi es de otra galaxia y no ha tenido mucha suerte produciendo y protagonizando Ma ma de Julio Medem aunque estaba nominada como actriz.
Hubo momentos brillantes como la "cámara oculta" que mezclaba a los directores de cine con espectadores no avisados de su película para que opinaran libremente sobre ella y se llevaron unos cuantos palos. Una broma rayana en el mal gusto pero muy divertida que ejemplifica el espíritu indomable de unos galardones que la industria ha hecho suyos a pesar de las muchas puyas que reciben desde el escenario. Mientras España se rompe, o no, fue también una gala muy catalana con Rosa María Sardá, premio de honor, dominando el escenario junto a su hermano, y las bromas en catalán de Leticia Dolera, Micky Esparbé, Nora Navas o la propia Sílvia Abril. La gala fue un triunfo para La novia y para el cine español que tras años de cierta parálisis por fin demuestra síntomas de renovación. Solo faltó que alguien gritara aquello de "Sí se puede".