Image: Un hombre ideal: Ganar para salir perdiendo

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Cine

Un hombre ideal: Ganar para salir perdiendo

13 mayo, 2016 02:00

Una imagen de Un hombre ideal

El hombre ideal de Yann Gozlan es un filme sobre la realidad implacable de un mundo dividido entre pobres y ricos donde las murallas son menos claras que en tiempos pasados pero igualmente robustas.

El tema de la impostura en el arte es un clásico. Lo veíamos hace poco en la estimable Big Eyes (2014), donde Tim Burton reflejaba la historia real de la pintora Margaret Keane, suplantada por su marido para llevarse la fama y la gloria (y el dinero también). O muy especialmente en El ladrón de palabras (2012), película con Bradley Cooper con un argumento parecido al de esta Un hombre ideal. Por hablar de los clásicos, dos maestros como Jean Renoir y Fritz Lang adaptaron la misma novela francesa en La golfa (1931) y Perversidad (1945), respectivamente, para hablar de algo parecido: el artista talentoso cuya obra es vampirizada por una persona ambiciosa pero sin el don de la creación que triunfa a su costa para enfrentarse, tarde o temprano, con las consecuencias.

En Un hombre ideal, dirigida por Yann Gozlan (Los cautivos), la historia se traslada a la Francia de hoy, donde un joven (Pierre Niney) que sueña con triunfar como novelista mientras malvive haciendo mudanzas encuentra finalmente su oportunidad en el manuscrito de un anciano que acaba de morir y cuya casa tiene que despejar. El manuscrito del antiguo guerrero francés en la guerra de Argelia es oro y el ambicioso escritor encuentra la forma de triunfar. Y triunfa. El libro es un enorme éxito de ventas y de críticas y el chico se hace novio de una rica heredera y comienza a vivir en una villa de lujo en la Costa Azul con su familia. Un hombre ideal no evita sino que busca el chic francés y en la película todo tiene glamour y estilo, recordando a François Ozon.

Hay mucho en el protagonista de este filme del célebre Ripley, ese personaje de Patricia Highsmith que medraba adquiriendo e inventando identidades con las que introducirse en los círculos deseados. El joven de clase baja que aspira a vivir como los ricos, y ser adulado y admirado, se acabará por supuesto encontrando con los estragos del crimen. Se dará de bruces con una realidad más cruda cuando no tenga más remedio que escribir otra novela (que ya ha cobrado) y sobre todo cuando aparezca un viejo amigo del verdadero autor para chantajearlo con desvelar su verdadera identidad. La trama por tanto acaba desembocado en un thriller estiloso en el que Gozlan demuestra talento para construir los espacios y las distancias convirtiendo el caserón en un lugar de pesadilla.

Conviene, más que nunca, no desvelar el final de un filme que en el fondo se parece sobre todo a aquella Match Point (2005) de Woody Allen con cuyo arribista protagonista simpatizamos porque entendemos el humano deseo de huir de la miseria. El hombre ideal no deja de ser un filme sobre la realidad implacable de un mundo dividido entre pobres y ricos donde las murallas son menos claras que en tiempos pasados pero igualmente robustas. Deja una sensación agridulce y mejora en su parte final cuando ese escritor fracasado pero exitoso lucha denodadamente por su supervivencia.

@juansarda