Una imagen de Mi hija, mi hermana, de Thomas Bidegain
Thomas Bidegain, el guionista de las películas de Jacques Audiard (Un profeta, Dheepan), debuta con Mi hija, mi hermana, el relato, en forma de western contemporáneo, de una familia francesa en busca de su hija desaparecida.
Titulada en España Mi hija, mi hermana, en este sonado debut tras la cámara asistimos al desmoronamiento de una familia de una provincia rural francesa cuando la hija adolescente decide fugarse con otro joven árabe a hacer la yihad. Será un auténtico escándalo para su padre, un aficionado al country que se disfraza de vaquero los fines de semana para exaltar aspectos de la cultura estadounidense como la devoción por las armas.
Formas de reconciliación
"La película tiene mucho del western", explica Bidegain a El Cultural, "como queda claro con el título francés de Les Cowboys. Al principio vemos cómo desaparece la chica y eso nos lleva de inmediato al terreno de John Ford y Centauros del desierto. Esta no es una película sobre los que se marchan sino sobre los que se quedan y cómo esa ausencia obliga a que se genere un nuevo equilibrio. Este es un filme que empieza como las primeras películas de Ford y acaba como las últimas, donde había ya un gran respeto por los indios. De lo que se trata es de que los cowboys aprendan a convivir con los indios, de encontrar una manera de reconciliarse".En su primer filme tras la cámara, el cineasta francés cree que hay más puntos en común entre este filme y sus trabajos con Audiard de los que podrían parecer más obvios a primera vista: "Son películas muy francesas que abordan la actualidad. Existe un gran tema de fondo que es cómo podemos vivir juntos y de qué manera nos integramos en la sociedad. Lo vemos por ejemplo en De óxido y hueso (2012), donde una mujer que se ha quedado sin piernas debe volver a integrarse en el mundo, o en Un profeta, en la que un desconocido tiene que aprender a sobrevivir en la cárcel". Aquí es toda una familia la que debe asumir el golpe de que su hija haya escogido una vida que se sitúa radicalmente en contra de los valores con los que ha sido educada.
La influencia del western clásico se deja notar no solo en la estructura, también en la forma panorámica con la que Bidegain retrata los paisajes (no solo los de la campiña francesa pues en la búsqueda de la adolescente, el filme viaja también a Oriente Medio) y la cualidad metafísica de una película con tintes épicos en la que esa desaparición deja un vacío que obliga a quienes lo padecen a buscar algún tipo de trascendencia. "Hay una nostalgia por los grandes espacios. En el paso entre el padre y el hijo vemos el de un mundo que se ha globalizado. Los atentados del 11-S fueron para toda una generación como vivir la Primera Guerra Mundial y supuso nuestra definitiva pérdida de la inocencia"."La película empieza como las primeras obras de Ford y termina como las últimas", explica Bidegain"
En cualquier caso, no encontrará el espectador respuestas en el filme al dilema planteado en el primer párrafo, porque a Bidegain no le interesa tanto por qué esos jovenes se rebelan contra su propia sociedad sino cómo reaccionamos nosotros ante esa circunstancia: "Es una película sobre nosotros, sobre cómo podemos encontrar un nuevo equilibrio. Siempre hay maneras de mandar a la mierda a tus padres. En mi época te metías en un centro okupa a atiborrarte de drogas. La idea del cowboy también está relacionada con las ganas de irte".
@juansarda