Fotograma de Theo & Hugo. París: 5:59 de la mañana

El género romántico, uno de los más agradecidos por el público se presta con frecuencia a películas terribles que explotan nuestros más bajos instintos. Decía Jane Austen que en realidad solo hay dos temas, el amor y el dinero, casi podría decirse que en la propia vida y en realidad echamos de menos que haya más películas, sobre todo buenas, que nos hablen de amor y de algo tan sencillo y maravilloso como enamorarse. Por todo ello, hay mucho que celebrar en esta francesísima Theo & Hugo. París: 5:59 de la mañana en la que los directores Olivier Ducastel y Jacques Martineau narran en tiempo real la pasión que surge entre dos parisinos, uno en sus treinta y el otro más joven, después de conocerse en un cuarto oscuro.



Por algún motivo, el cine francés ha decidido ser abanderado de la inclusión de escenas explícitamente homosexuales. Lo veíamos en El desconocido de lago (2014, Alain Guiraudie) donde también veíamos un retrato de la pasión en el contexto de los lugares de encuentro sexual casual de la comunidad gay con imágenes explícitas. La comparación con aquel filme es inevitable aunque Ducastel y Martineau transitan un camino completamente distinto. Si en la película de Guiraudie el deseo amoroso estaba condenado a la frustración, en Theo&Hugo se trata de todo lo contrario, no en el cuarto oscuro como principio de una radical soledad que se expresa mediante la lujuria donde late, casi patético, la búsqueda del amor sino como lugar en el que puede haber una verdadera conexión emocional.



Después de esos impactantes primeros minutos, Theo & Hugo discurre por un camino parecido a la de aquella sensacional Antes del amanecer (1995) de Richard Linklater que marca el canon de la comedia romántica de calidad. Porque en esta película francesa, y en esto también es muy francesa, hablan muchísimo y los directores narran con habilidad los vaivenes emocionales de ambos protagonistas con un giro a la primera media hora que viene a ser una especie de reverso de la primera secuencia. Filmada con un estilo posmoderno que recuerda a las películas de Assayas, hay estilo y contenido en este filme a pesar de su envoltorio casi naîf que supone el mayor triunfo del cine con personajes gays desde el de aquella Weekend (2011) de Andrew Haigh.



@juansarda