Giuseppe Tornatore. Foto: Javi Martínez
Jeremy Irons y Olga Kurylenko son los protagonistas de La correspondencia, la última entrega de Giuseppe Tornatore que llega a nuestra cartelera cargada de resonancias telúricas. El director de Cinema paradiso firma un puzzle plagado de pistas e indicios en el que el espectador ha de estar atento para completar una relación basada en la distancia.
A Tornatore, ganador de un Oscar por la mítica Cinema Paradiso (1988), también le gustan los puzzles y en La correspondencia, como en La mejor oferta, vuelve a plantear un juego con el espectador plagado de pistas e indicios ante los que estar atento para completar el cuadro final. Desde el Oscar, Tornatore siempre ha sido el más hollywoodense de los directores italianos aunque el suyo no es el Hollywood actual de los superhéroes sino que se inspira en el guante blanco de cineastas como Frank Capra, la elegancia de Mankievicz (con esa facilidad para la belleza de los italianos) y los diálogos vivaces e ingeniosos de un Lubitsch o Wilder. Y la nostalgia, sin duda, siempre ha sido su feudo, como el barco que transporta emigrantes italianos a Estados Unidos en El pianista sobre el océano (1998) o esa Sicilia mítica e idealizada de Baaria (2008). En tiempos de iPads y smartphones, Tornatore reconoce cierta nostalgia pero asegura que hay que vivir el presente.
Pregunta.- ¿Tenía la intención de hacer una exaltación del romanticismo?
Respuesta.- Muchas gracias, me lo tomo como un cumplido. Para mí el romanticismo es algo a defender.
P.- En la demoledora La mejor oferta veíamos la historia de amor truncada entre un señor mayor y una bella joven, aquí es al revés. ¿Quería irse al extremo contrario?
R.- No era la intención. No pensaba en La mejor oferta cuando escribí esta película. Me he dado cuenta después de los comentarios del público y de los periodistas. Las dos películas tienen un punto de unión y ésta se puede leer como un contrapunto.
P.- Jeremy Irons, vivo o muerto, se comunica con la protagonista mediante mensajes de vídeo. ¿YouTube puede ser un instrumento para el romanticismo, como lo fueron las cartas en la literatura clásica?
R.- No tengo una visión negativa de la tecnología. La tecnología tiene una clara dimensión positiva por la forma en que facilita las comunicaciones, ha simplificado muchas tareas. Es un milagro para todos nosotros. El problema como siempre es el abuso que hacemos de ella. Está ahí para ayudarnos pero la aplicamos de forma incorrecta. Lo que la tecnología nos da se lo quitamos nosotros.
P.- Es un romance moderno con ecos atávicos."Me gusta conectar con el público y sus gustos sencillos"
R.- No hay duda de que en el amor la distancia juega un papel decisivo. Todas las grandes historias románticas se basan en la imposibilidad del encuentro. Puede ser una distancia física, pero también intelectual o trágica, como una guerra, y esa distancia es la que hace que el amor sea más fuerte y más sólido, el motor de todo.
P.- De nuevo un señor mayor y una chica joven...
R.- De nuevo, la distancia. En este caso la edad también marca una diferencia no solo entre ellos, también en la manera de vivir las cosas. Cuando eres joven vives la enfermedad de una manera y tiene un significado completamente distinto al que tiene siendo adulto.
En La correspondencia Kurylenko e Irons juegan al gato y al ratón a medio camino entre Suiza e Inglaterra en esa Europa del buen gusto y la elegancia que también retrataba en La mejor oferta. "Es como si estuviera contigo, solo que no puede tocarte", dice Irons en uno de los vídeos que envía desde no se sabe dónde a su amante. No hay lugar para la contención, la pasión de ambos traspasa fronteras e incluso la vida y la muerte, Tornatore ha querido escribir un Tristán e Isolda de la era de Facebook.
P.- Sigue con el inglés, ¿lo prefiera ahora al italiano?
R.- Antes de La mejor oferta ya había rodado una película en inglés. Algunas veces me lo habían pedido los productores pero no tenía sentido. Una película como Baaria no la puedes rodar en inglés. Creo que es la historia la que acaba de imponer el idioma.
P.- Se genera una realidad que está en el limbo entre la vida y la muerte mientras los personajes hablan de astronomía, ¿quería relacionar la metafísica con la física?
R.- La astrofísica tiene una relación natural con la metafísica. En el cielo se siguen viendo estrellas aunque estén muertas desde hace millones de años. Algo parecido creo que ocurre con las personas.
P.- ¿Siente que ha llegado la hora de enfrentarse a "las grandes cuestiones"?
R.- No es una estrategia deliberada. Me dejo llevar por la curiosidad y mis intereses, me da igual de dónde lleguen.
P.- Usted hace un cine que cuenta historias con su sello pero también busca al gran público. ¿Se siente reconocido con esa categoría de ‘cine de en medio', de la que hablaba Audiard?
R.- Me reconozco en esa intuición. No soy totalmente prisionero del cine de autor ni tampoco de las imposiciones del mercado aunque tengo que respetar su ley. Sí me gusta conectar con el público y con sus gustos más sencillos. Al final lo importante es contar historias interesantes.
P.- ¿Le molesta que mucha gente acabe viendo su película en un portátil?
R.- ¡Puede ser mucho peor, en un teléfono o un iPad! Para un cineasta tiene algo de deprimente saber que lo que has creado para la pantalla grande pueda ser consumido en un formato muy pequeño. Hay un aspecto muy negativo y doloroso en ello. Taambién está la parte positiva y es que la gente convive mejor con las películas.
P.- ¿Y el autor de Cinema paradiso, ese homenaje al cine clásico, siente nostalgia?
R.- Sin duda se ha perdido el rito de ir al cine, ya no es como era. Al mismo tiempo las nuevas generaciones viven la relación con el cine con más naturalidad. Aunque nuestro corazón sienta nostalgia por los tiempos pasados no podemos estar siempre ligados a eso. Hay que vivir el presente.
@juansarda