Tobey Maguire encarna al ajedrecista Bobby Ficher en La jugada maestra, de Edward Zwick

Edward Zwick dirige El caso Fisher, un biopic del ajedrecista Bobby Fisher, uno de los mejores de todos los tiempos, al que da vida Tobey Maguire.

¿Están condenadas las personas extraordinariamente inteligentes o talentosas a estar mal de la cabeza? Aunque la historia abunda en genios de vidas ordenadas y pulcras, ahí está ese Bach que tuvo veinte hijos y ni un solo escándalo en toda su vida encabezando una larga lista de grandes personalidades sin trastornos, la realidad es que en el imaginario colectivo la figura del "loco genial" goza de gran predicamento y estampas como la de Van Gogh cortándose la oreja o la de Kurt Cobain adicto a la heroína pegándose un tiro en la cabeza forman parte de las raíces de la propia cultura occidental. Aunque sabemos que no es en absoluto necesario estar como una regadera para ser un genio, nos siguen atrayendo los locos y existe esa idea de que, como los borrachos, son los "únicos que dicen la verdad".



Lo cual no es cierto como demuestra la terrorífica historia de decadencia intelectual y moral del gran ajedrecista estadounidense Bobby Fischer, campeón del mundo de ajedrez entre 1972 y 1975, y personaje tan genial como definitivamente chalado. Una truculenta historia de ascensión y caída en el marco de la Guerra Fría que, curiosamente porque a Hollywood le encantan los personajes estrambóticos y geniales, el cine americano aún no había tratado y que llega a los cines en un filme dirigido por el académico Edward Zwick (El último samurai) realizado a mayor gloria de Tobey Maguire, que derrocha todo su caudal expresivo dando vida al controvertido ajedrecista desde su ímpetu juvenil hasta su progresiva caída a un pozo sin fondo de paranoia política que desemboca en la demencia más absoluta.



Vemos a un Bobby Fischer marcado por una infancia desgraciada en Brooklyn. Un chaval obsesionado con la figura del padre ausente al que nunca conoció y enfadado con una madre comunista muy lejos de sus capacidades intelectuales que no sabe muy bien qué hacer con él hasta que finalmente lo abandona, lo cual sin duda marca, y así lo pone de relieve este filme, la personalidad turbulenta de un genio que nunca logra sobreponerse del todo a ese doble abandono infantil. Sus padres se conocieron en Moscú y la familia, ya sin el padre, fue investigada por el FBI por ese pasado ruso así como por la ideología izquierdista de la madre, lo que pudo ser el detonante de la posterior obsesión de Fischer de ser el centro de una conspiración internacional. Judío e hijo de comunistas, Fischer sin embargo acabó convencido de que era precisamente una alianza entre el KGB y fuerzas ocultas hebreas las que se dedicaban a torturarlo y perseguirlo.



Genio precoz y ensimismado, Fischer vive desde muy temprana edad obsesionado con el ajedrez y en su adolescencia le importa un bledo irse de fiesta o andar con mujeres porque todo su mundo se reduce a los 64 escaques del tablero. A los 13 años, le ganó a una partida al jugador más afamado de Estados Unidos en lo que fue conocido como "la partida del siglo", atrayendo la atracción del gran público por el juego debido a la asombrosa edad del ganador y a los 15, tras una serie de victorias consecutivas en partidas por el país, se declaró "gran maestro" y aspirante más joven de la historia al campeonato del mundo.



Escena que recrea la mítica partida entre Fisher y Spassky

La historia de Bobby Fischer es la de un hombre torturado y genial pero también es una historia de política marcada por el duro enfrentamiento entre el bloque occidental y el comunista, una guerra fría que también se libraba en el tablero de ajedrez, como símbolo de la "inteligencia pura", de la cual el en un principio muy proestadounidense Fischer sin duda fue víctima hasta sus últimas consecuencias. Fischer encuentra en el ruso Spassky (interpretado en la película de forma brillante por Liev Schreiber) un rival a su altura y el duelo entre ambos, cuyos respectivos gobiernos entendieron como una cuestión en la que se dirimía la autoridad moral del propio capitalismo y comunismo, se convierte en el centro de este filme que convierte a Fischer tanto en la víctima de una infancia desgraciada como de una época maldita marcada por la tensión nuclear y donde abundaban los espías a la vieja usanza y los teléfonos intervenidos.



Con profusión de tics, Maguire da vida a los meandros mentales de Fischer. A principios de los 60, se semirretira del ajedrez después de acusar a los rusos de hacer trampas provocando empates para arrebatarle el título. Finalmente, en los 70, Fischer regresa al juego para enfrentarse a Spassky en Islandia en el que sin duda es el enfrentamiento ajedrecístico más famoso de la historia. Ese momento supone al mismo tiempo el triunfo absoluto de Fischer, que se proclamó campeón del mundo y subvirtió todas las técnicas conocidas del ajedrez con una serie de movimientos espectaculares, como el punto sin retorno del propio hombre, al que en el filme vemos ya constantemente obsesionado con que los espían y escuchando una y otra vez grabaciones discográficas "conspiranoicas" absolutamente delirantes.



El filme de Zwick y Maguire termina después de esa emocionante partida. Con hechuras clásicas, El caso Fisher cuenta bien su historia sin ocultar la demencia del personaje ni transpirar una cierta comprensión a sus desvaríos. Sucintamente, nos cuenta lo que fue del resto de la vida del desdichado Fischer. Después de ganar el título mundial, se retiró definitivamente y se convirtió en un ser errático con aspecto de mendigo que acabó aplaudiendo los atentados del 11 de septiembre y murió en la soledad y la pobreza en esa misma Islandia donde vivió su gran triunfo contra Spassky.



@juansarda