Joachim Lafosse dirigiendo el rodaje de Los caballeros blancos

El cineasta belga estrena Los caballeros blancos, una cinta que denuncia el robo de más de 100 niños que perpetró en Chad una ONG francesa.

El lado más oscuro de las ONG aparece en Los caballeros blancos, película del belga Joachim Lafosse (Uccle, 1975) protagonizada por Vicent Lindon que se inspira en un inquietante suceso real acaecido en 2007 en el que participaron siete españoles perpetrado por la organización humanitaria francesa El arca de Noé cuando se llevaron sin permiso, y mediante engaños a las familias, a 103 niños del Chad para darlos en adopción a familias francesas. Un delito con "buenas intenciones" ya que los cooperantes aseguraban hacerlo por el propio bien de los niños, víctimas de una zona paupérrima y devastada por la guerra. Lafosse hace su propia versión del asunto en un filme a medio camino entre el costumbrismo, la película de aventuras en lugares exóticos y la denuncia política para explorar en las complejidades del trabajo humanitario en un filme que denuncia con contundencia el abuso de las situaciones de miseria.



Pregunta.- ¿Lo que más le interesaba era la ambigüedad moral que podía plantear el caso?

Respuesta.- Sí, desde luego. El infierno está lleno de buenas intenciones. Personajes como Marine Le Pen o Berlusconi no dicen que vayan a hacer el mal, dicen que van a hacer el bien aunque todas sus propuesta sean una mentira. Cuando vi que todo esto existía, lo que me pareció más sorprendente es que dijeran que lo hacían por el bien de los niños y mucha gente lo comprara.



P.- ¿Quería hacer una crítica del sistema humanitario desplegado por Occidente?

R.- No, no lo conozco tan bien. Lo que sí creo es que los gobiernos ponen en manos de ONGs cuestiones que tienen una solución política y no humanitaria. Hay una dejadez de los gobiernos a la hora de enfrentarse a la ayuda a los desfavorecidos porque esa solución política solo ellos pueden impulsarla con lo cua los cooperantes deben hacer lo que no les toca. Esta es la consecuencia del modelo liberal. Me gustan las películas de Sidney Lumet, la forma en que logran contarnos una historia y ponernos frente a las contradicciones del sistema occidental. Se trata de plantear situaciones complejas y dar un cierto placer.



P.- Se plantea la paradoja de que se ponen trabas a los refugiados mientras se secuestran niños para adopciones. ¿Queremos a los niños pero no a los adultos?

R.- Hay un narcisismo occidental cuando se producen situaciones catastróficas. Estamos convencidos de que esos niños estarán mejor con nosotros y pasamos por alto la tragedia que supone para ellos ser separados de sus padre. Que no puedas alimentar a tu hijo no significa que no lo quieres igual que cualquier padre. Existe esa idea de que nosotros somos mejores y podemos hacer lo que queramos, llevarnos a los niños o bombardear Libia como hizo Sarkozy y ahora vemos cómo está el país. Es otro caso claro de acciones delictivas justificadas con buenas intenciones.



Fotograma de Los caballeros blancos

P.- ¿En ese día a día de los cooperantes, deben decidir entre lo malo y lo peor?

R.- No estoy seguro de la respuesta. El filme quiere plantear preguntas y sin duda los cooperantes muchas veces se enfrentan a esas mismas preguntas. Lo terrible de este caso, de todos modos, es que aquí nadie pide ayuda, ellos van allí a robar a los niños sin que se les haya llamado. Y hay un factor de engaño. Les dicen a los padres que los cuidarán en un campo en Chad donde estarán a salvo de la guerra, con alimentos y médicos cuando la realidad es que los llevan a Francia.



P.- Dice que no estudió a fondo el caso en el que se basa ni conoció a los protagonistas. ¿Por qué?

R.- Porque no es una reproducción documental del caso, mi función como cineasta es plantear las preguntas y hacer una película con personajes complejos y que vivan en la pantalla. Adonde sí fui es al Chad para conocer a esa gente y aprendí mucho sobre su punto de vista. Esa gente es muy pobre y ha sufrido mucho pero quiere a sus hijos exactamente igual que cualquiera.



P.- ¿Lo ve como un filme político?

R.- Sin duda plantea problemas políticos. Me gusta Sidney Lumet y otro referente fue el Paul Greengrass de Sunday Bloody Sunday. Lo peor que se podía hacer con una historia como esta es plantearla al estilo épico de Hollywood, aquí no hay héroes y el romanticismo como lo que ha hecho Sean Penn en su última película, no tiene sentido. Quiero que el espectador viva el día a día de estos cooperantes sin dramatismo, y al mismo tiempo es una película en la que pasan muchas cosas, con muchas situaciones de tensión y de aventuras.



P.- ¿Puede ayudar una película como esta a entender mejor a ese tercer mundo que a veces se caricaturiza?

R.- El cine ha cambiado mi vida y por qué no puede cambiar la vida de los demás. Quizá no podemos ir al Chad pero gracias a una película sí podemos conocerlos un poco mejor y ponernos en su piel un rato. Hay una dignidad de los chadianos que sí quiero que quede reflejada. Lo que vi es un pueblo valiente y quiere honrar ese coraje.



@juansarda