Sobredosis de cine francés para la inauguración
Sidse Babett Knudsen protagoniza La doctora de Brest
La doctora de Brest y Orpheline son las películas francesas por las que apuesta esta nueva edición del Festival de Cine de San Sebastián.
La elección de la película La doctora de Brest como filme de inauguración de la sección oficial no deja de ser curiosa. Curiosa por incomprensible. Cuenta la historia real de una doctora francesa que se dio cuenta de que un popular medicamento contra la diabetes estaba produciendo serios problemas en los pacientes y en algunos casos incluso la muerte. Dirigida por Emmanuelle Bercot con la popular actriz danesa Sidse Babett Kundsen como protagonista, la película es una especie de Erin Brokovich a la francesa con esa doctora en guerra contra unos poderosos laboratorios médicos dispuesto a todo por llegar hasta el final del caso.
No es que La doctora Brest sea una mala película, tampoco es eso, es que no aporta gran cosa y la importancia del caso, indudable, tampoco justifica toda una inauguración en San Sebastián. Durante más de dos horas que acaban haciéndose tediosas vemos a la pobre mujer luchar en solitario contra una poderosa industria para la que es "una paleta" de Brest con ansias de notoriedad. El medicamento, vive Dios, fue finalmente prohibido y dio luz a los oscuros tejemanejes entre médicos, seguridad social y riquísimos laboratorios. Se deja ver pero sabe a poca cosa.
La jornada francesa se completaba con el segundo título de sección oficial desvelado a lo largo de día: Orpheline, del francés Aranud des Pallières. En clave experimental, la película se basa en la vida real de la co-guionista (Christelle Bertevas) para, en palabras del propio director, "reflejar la lucha de las mujeres por su identidad y su liberación". El problema del filme es que en vez de contarnos la historia contando con una sola actriz, como sería más lógico, lo hace con cuatro actrices de distintas edades que solo al final comprendemos que son el mismo personaje añadiendo confusión a un filme ya de por sí confuso en el que vemos a una mujer de campo ir a París, tratar de sobrevivir conquistando a hombres maduros y finalmente perderse metiéndose en un asunto delictivo.
Aparece Sergi López como señor mayor amante de las jovencitas y la película está rodada huyendo de todo tipo de embellecimiento con primeros planos de las actrices sin ningún maquillaje y escenas de crudo realismo que ejemplifican el descenso a los infiernos de esa protagonista que lucha por su libertad al tiempo que trata de superar sus traumas infantiles. Hay una bonita historia detrás de Orpheline, el problema es que cuesta quizá un poco demasiado darse cuenta.
@juansarda