Enrique Morente (en primer plano) y Antonio Arias. Foto: Festival Centro Historico de México

El documental Omega traslada al espectador al centro de la creación del disco que unió a Enrique Morente con Lagartija Nick para romper barreras y llevar el rock a una nueva dimensión de la mano del flamenco.

20 años después de su publicación hay pocas dudas de que Omega es uno de los hitos más grandes de la música española. Dos tesis doctorales lo avalan, además del beneplácito de figuras centrales de la historia del rock como Lou Reed o Lee Renaldo y Kim Gordon de Sonic Youth. Pero todas las grandes metas requieren sacrificios y ver como sufrieron (y gozaron) los participantes en aquel proyecto es quizá el mayor reclamo del documental homónimo que se estrena el 18 de noviembre en salas de cine y que este jueves abre el Festival Beefeater In-Edit de Barcelona.



Aún hoy puede resultar chocante que Enrique Morente, consagrado cantaor flamenco, y Lagartija Nick, un grupo que en aquella época comenzaba a hacerse un nombre en la escena indie, confluyeran en un disco. Para la carrera de ambos era un riesgo considerable lanzarse a una fusión entre el cante jondo y la distorsión sonora de grupos como Spaceman 3. De hecho, cuando el proyecto se encontraba en pañales, Morente quiso probarlo en directo y se llevó a los Lagartija a un recital de cante clásico en el Teatro Albéniz para que hicieran los bises con él, sin avisar al público de lo que iba a pasar. Cuando una cortina se descolgó del escenario para dejar a la vista a los rockeros, mientras levantaban un contundente muro de sonido en el que la voz del cantaor pugnaba por ganar su sitio, buena parte del respetable se indignó y comenzó a increpar a Morente, a llamarlo traidor. Ya se sabe que para los puristas el flamenco es sagrado, inmutable.



Morente no se arredró. En el documental vemos una entrevista en la que asegura que algunas cosas se hacen precisamente "para molestar". Pero no es menos obvio que se jugaba mucho en ese disco y que su espíritu rebelde no estaba vacunado contra la inseguridad. "Con el paso de los años todo aquel proceso se me arma en la cabeza de manera distinta a cómo lo vivimos", asegura Antonio Arias, líder de Lagartija Nick. "Mientras estábamos inmersos en la producción nos embargaba la pasión, la entrega, la determinación y el auto convencimiento, pero ahora comprendo más cosas y empatizo más con Enrique. El hecho de que arriesgara de esa manera, que volviera a grabar los temas, que los enfrentara a todo el mundo, que diera la cara en directo…".



Antonio Arias explica en un momento del filme que Morente abrió la puerta del flamenco desde dentro, que ellos no podrían haberlo hecho nunca solos, sin la ayuda de un maestro de esa categoría. "Enrique era un tipo rebelde e inquieto", explica José Sánchez Montes, director de Omega junto a Gervasio Iglesias. "Yo lo conocí porque un día entró en nuestra productora para conocer a unos chicos que hacían videoarte. Él era así, te lo podías encontrar en los conciertos más variopintos, le encantaba cualquier tipo de música".



La conexión Lorca-Cohen-Morente

Morente y Eric Jiménez. Foto: Manuel Montaño

Si Morente y Arias son los protagonistas indiscutibles del documental, hay otras dos figuras indispensables para entender Omega: Leonard Cohen y Federico García Lorca. Morente llevaba tiempo intentado hacer algo con canciones de Cohen, quien era admirador confeso de Federico García Lorca, mientras que lo que buscaba Lagartija Nick era convencer a Morente para grabar versiones de poemas de Un poeta en Nueva York mezclando punk y flamenco. "Cuando nos dimos cuenta que esas dos figuras se podían unir en torno a Morente, el chispazo fue total y nos lanzamos al vacío", asegura Arias.



Y si ellos son los protagonista del documental, el batería Eric Jiménez (Lagartija Nick, Los Planetas, Los Evangelistas…) es el secundario de lujo, capaz de robar escenas a cualquiera. Él cuenta las dificultades que sufría el grupo para adaptarse al flamenco en ensayos y sesiones de grabación atestados de familiares y amigos donde la experimentación, y a veces el caos, era el pan de cada día. El hijo pequeño de Enrique llegó a borrar sin querer todo el trabajo de un día mientras jugaba con la mesa de grabación. "Era lo más parecido a la pesadilla del gozo", explica Arias, que creó un meticuloso diario de todo lo que acontecía en cada sesión. "Morente era un trabajador incansable y abría pistas e interpretaciones distintas a la hora de abordar la música, no solo la voz". Las dudas fueron muchas y que hubiera tanta gente alrededor, cada uno con una opinión diferente, casi termina con el disco y con los nervios del cantaor y del líder de Lagartija Nick.



La dedicación de Antonio Arias a Omega también le paso factura al grupo. "Quizás lo extendí demasiado por mi fascinación por Morente -explica-, pero es que siempre consideré que me echaría el primer día. Cantar, dormir y girar con él era un continuo aprendizaje y puede que descuidara el grupo. Fue un frenazo del carro que casi lo destroza. Siempre me preguntan si pienso que me devoró el disco... Si hubiera sido de los Pecos quizás me importaría pero Omega tiene otra dimensión".



El disco finalmente fue un éxito, probablemente el de mayor proyección del cantaor, que lo presentó en festivales alejados de su hábitat natural como el Primavera Sound en 2008. Sin embargo, para Lagartija Nick el ciclo del disco había terminado de manera simbólica antes, en el año 2003 cuando actuaron en la Brooklyn Academy of Music de Nueva York. De alguna manera, al ser un homenaje a Federico García Lorca y su Poeta en Nueva York, cerró una importante etapa. "La voz de Enrique era la voz de un poeta y nosotros, el ruido de la ciudad", sentencia Eric en el documental.



@JavierYusteTosi