Fotograma de la película No culpes al karma por lo que te pasa por gilipollas
No he leído la novela de Laura Norton, No culpes al karma de lo que te pasa por gilipollas, y la verdad es que no ardo en deseos aunque hay que reconocer que tiene un buen título, o al menos, es una buena frase para esas tazas "con mensaje" que tanto éxito tienen en nuestros días. Adaptación española dirigida por María Ripoll, notable directora de películas como Lluvia en los zapatos (1998) o la fabulosa Tu vida en 65' (2006), ya pasó del indie al mainstream más absoluto en la exitosa (al menos en taquilla) Ahora o nunca (2015). Ahora regresa en busca de esas audiencias masivas con este filme surgido del molde de Bridget Jones en el que Verónica Echegui interpreta a la clásica figura patosa con buen corazón y mala suerte en el amor.El drama del asunto surge cuando su guapísima hermana (Alba Galocha, bienvenida al cine español) anuncia a la familia que va a casarse con un guapísimo cantante (Alex García, que es un buen actor) del que estaba enamorada en el instituto. Mientras, se desarrolla una crisis familiar porque sus padres van a separarse y la atribulada protagonista prepara a toda prisa un desfile de moda con muchas plumas, su especialidad. Todo ello, en un Madrid de postal en el que la economía funciona como en los años 90 donde abundan los hipsters y modernos a lo cual no tengo nada que objetar porque ese Madrid (no el rico, el de los modernos) también existe y el cine español lo tiene más olvidado que explotado.
A partir de aquí es fácil encontrarle las costuras a una película irregular con algunas secuencias demasiado forzadas (el sexo por Skype) o momentos absurdos como el robo en el zoo. Pero es también una película en la que hay mucho que disfrutar. Empezando por unos actores crecidos para la ocasión que tienen la rara oportunidad en el cine español comercial reciente de componer unos personajes e incluso tratar de darles un poco de profundidad y que busca la identificación con el espectador creando situaciones y momentos que muchas veces sí tiene gracia. No culpes al karma de lo que te pasa por gilipollas es ligera y por momentos tontorrona, pero Ripoll sabe imprimir sensibilidad y ternura por las criaturas que retrata y uno se divierte y se engancha a las cuitas de esa joven ansiosa por encontrar el amor. Y lo logra gracias a esos actores y también a un ritmo endiablado y una soterrada ironía que salva la película de sí misma para acabarla convirtiendo en una muy digna comedia romántica.
@juansarda