Image: Colonia dignidad: horror chileno

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Cine

Colonia dignidad: horror chileno

Florian Gallenberger revisita la historia de Colonia Dignidad, una secta de alemanes emigrados a Chile en los 60

20 enero, 2017 01:00

Fotograma de Colonia Dignidad

Hay películas que valen más por lo que cuentan, o lo que sacan a relucir, que por la propia película. Es el caso de esta Colonia Dignidad dirigida por Florian Gallenberger en la que se revisita la infame historia de Colonia Dignidad, una secta de alemanes emigrados a Chile en los 60 que constituye uno de los casos más extremos de grupos religiosos jamás conocidos. Dirigidos por el pederasta y violento Paul Schäfer, como recuerda uno de los supervivientes, allí se cometían "todos los delitos del Código Penal".

Durante más de 45 años, hombres y mujeres vivieron separados en un régimen de esclavitud, a los niños los arrancaban de los brazos de sus padres al nacer y crecían siendo sistemáticamente violados y torturados por Schäfer. Este impuso un régimen de terror difícil de describir con palabras que logró sobrevivir tanto tiempo gracias a su colaboración con las matanzas del régimen de Pinochet, en las que Colonia Dignidad participó. En medio de tanto horror, el gobierno alemán (que acaba de pedir perdón) cerró los ojos ante lo que veía como un desagradable "coletazo" de la II Guerra Mundial en un lugar en el que el delirio supremacista convivía con una maquinaria de represión y violación de menores de tamaño industrial probablemente insólita en la historia de la humanidad.

Hace bien Gallenberger en contar esta historia y la prueba está en que Alemania ha tenido que pedir perdón debido a la película. La pena es que lo haga con un filme tan bienintencionado como por momentos delirante y casi siempre predecible, en el que la presencia de dos estrellas como Daniel Brühl y Emma Watson es de lejos lo mejor de una función que se limita a cumplir con su objetivo de denunciar el espanto infinito de un lugar que parece demostrar aquello de que el hombre es capaz literalmente de cualquier cosa. Es también un filme que sirve como recordatorio, siempre necesario, de la brutalidad homicida del régimen de Pinochet, que permitió que Schäfer siguiera abusando de niños a cambio de los "servicios" de tortura, ejecución de disidentes e incluso fabricación de armas y gas sarín que proporcionaba al delictivo régimen dictatorial.

Todos los males del mundo se concentran en esa Colonia Dignidad y la película nos lo cuenta a través de la historia de dos jóvenes amantes alemanes, él artista y comprometido con la revolución democrática socialista de Allende, y ella azafata de Lufthansa. Los chicos se enamoran y cuando estalla el golpe son trasladados a ese siniestro estadio nacional de Santiago en el que cientos de personas fueron ejecutadas. Y de allí, al pobre Brühl lo trasladan al infierno de Schäfer, donde es torturado. Para sobrevivir, el joven artista hace ver que por culpa de los electroshocks se ha quedado retrasado. A partir de aquí, Watson entra por su propia voluntad en la Colonia para salvar a su novio y aunque el filme trata de ser preciso a la hora de describir las demenciales torturas del lugar, la historia de la amante heroica y el chaval que se hace pasar por tonto, y su posterior huida, es tan hollywoodiense que ni el propio Hollywood se hubiera atrevido.

@juansarda