James McAvoy en una imagen de la película
Fue con su tercera película, El sexto sentido (1999), cuando M. Night Shyamalan firmó un clásico del cine moderno que lo convirtió en todo un auteur incrustado en el Hollywood más mainstream. Después Shyamalan comenzó a encadenar éxitos y grandes películas como El protegido (2000), Señales (2002) o El bosque (2004) en las que brillaba su famosa querencia por los finales sorprendentes que le dan una vuelta de tuerca a toda la película que acabamos de ver. Pero al director de Filadelfia se le comenzó a acabar la suerte con La joven del agua (2006), una confusa historia de hadas contemporánea, y comenzó una etapa errática marcada por títulos de discreto éxito de crítica y público como Airbender, el último guerrero (2010) o After Earth (2013).Múltiple se vende, por tanto, como el "regreso" de Shyamalan a la primera fila del cine contemporáneo y ha entrado directamente en el número uno de la taquilla norteamericana cosechando todo tipo de elogios que han terminado por ungir al filme como un acontecimiento. Y, desde luego, Múltiple es la mejor película del director desde El bosque (que ya es decir), en la que vuelve a brillar ese toque personal del director para crear complejas y seductoras películas de terror en las que la realidad se convierte en un caleidoscopio indescifrable. Porque en el cine de Shyamalan todo trata sobre el punto de vista en una interminable reflexión sobre la subjetividad.
De forma célebre, en Psicosis (1960) Hitchcock creó a uno de los villanos más icónicos partiendo de los misterios de la esquizofrenia y la doble personalidad a partir de ese Anthony Perkins de aspecto apocado que se transforma en una abuelita asesina. En Múltiple, Shyamalan lo lleva al paroxismo presentando como protagonista a un tipo de aspecto siniestro que padece un "trastorno de identidad disociativo" o de "personalidad múltiple", lo cual significa que durante el día va cambiando de personalidad de manera tan radical que no solo a veces es una mujer, otras un niño de seis años o se transforma en un tímido diseñador de moda, sino que también padece enfermedades como la diabetes en alguna de esas manifestaciones de sus distintas personalidades mientras en otras, no.
Todos somos muchos, decía Pirandello y la metáfora que plantea el director no por obvia resulta menos efectiva. James McAvoy, en el papel de su vida, ofrece un magnífico tour de forcé dando vida a ese psicópata (al menos en alguna de sus personalidades) que secuestra a tres adolescentes del párking de un centro comercial para someterlas a un régimen tiránico y de terror que en la película se vuelve cada vez más oscuro y terrorífico. Todo esto lo cuenta muy bien Shyamalan en una historia rodada de forma electrizante que se pasa como un suspiro porque uno permanece tan enganchado como aterrorizado a los "múltiples" cambios de ese McAvoy tan grotesco como, por momentos, cómico. Y al final, Multiple, da mucho miedo. De eso se trata.
@juansarda