En Armenia puedes conducir por una carretera construida con dinero de Charles Aznavour o estudiar en una escuela financiada por Ara Malikian. El país funciona gracias a la generosidad de la diáspora armenia, surgida como consecuencia del genocidio perpetrado por los turcos entre 1915 y 1922 y que acabó con el 90% de los armenios, aproximadamente 1.250.000 personas. "El PIB del país es prácticamente cero", señala el periodista y realizador Miguel Ángel Nieto, que ha rodado un documental protagonizado por personajes célebres que son hijos o nietos de los primeros exiliados que consiguieron sobrevivir a las masacres. Titulado La sombra de Ararat, la película se estrena este viernes en la Cineteca de Madrid, e incluye entrevistas con, además de Aznavour y Malikian, el cineasta Robert Guédiguian, el astrofísico Garik Israelyan, el historiador Claude Mutafian o el pianista Rubén Yessayán, entre otros personajes.
Hoy viven en Armenia 3 millones de personas, mientras que la diáspora está formada por unos 7 millones. "Uno se pregunta por qué, cien años después de unos hechos comprobados documentalmente, solo 30 países han reconocido el genocidio, y por qué España es uno de los que no lo han hecho", lamenta el autor del documental. "Esta película intenta ser un paseo amable, no político, por los enigmas de un país olvidado".
Resulta paradójico que Armenia, que actualmente ocupa un 10% de su territorio histórico, sea uno de los países vivos más antiguos. Como explica Nieto, su nombre ya aparece en un mapa de arcilla de 5.000 años de antigüedad que se conserva en el Museo Británico. "El resto de naciones escritas en ese mapa, como Babilonia, Mesopotamia o Asiria, desaparecieron".
Armenia tiene actualmente dos frentes abiertos. Por una parte, mantiene una disputa dialéctica con Turquía, que reconoce los hechos pero se niega a darles la categoría de genocidio. Por otra parte, reclama la región de Nagorno Karabaj a Azerbaiyán, "un país todopoderoso y rico gracias al dinero del petróleo que cuenta con el apoyo de Rusia", explica Nieto. No obstante, Rusia, "país experto en jugar a dos bandas", es al mismo tiempo uno de los mayores apoyos de Armenia. "Para Rusia, Armenia es como su niña pequeña. Gracias a su entrada en la URSS, Armenia se libró de ser desguazada por los países circundantes como Irán, Azerbaiyán, Turquía y Georgia, porque ninguno de ellos se atrevería con el imperio soviético", opina este periodista inquieto, que ha trabajado durante décadas en prensa escrita y en programas como Documentos TV, gracias al cual descubrió las posibilidades del documental para contar la realidad de manera más pausada y profunda.
Rusia, Estados Unidos, Francia, Irán y Líbano son los países con comunidades armenias más numerosas. Para Nieto, la generosidad de los armenios ilustres de la diáspora con su país de origen (la mayoría de ellos nació ya en el extranjero) es una muestra de valores en peligro de extinción como "el compromiso, la palabra dada y el apego por las raíces".
Nieto ha contado con un equipo de diez personas y con el apoyo económico de dos instituciones, una rusa y otra armenia, para rodar el documental, tanto en Armenia como en otras ciudades de la diáspora, entre ellas Tenerife, en cuyo observatorio astronómico entrevistó a Israelyan; y Madrid, donde entrevistó a Malikian, al pianista Rubén Yesayyán y a su padre y al periodista José Antonio Gurriarán, que fue la mayor víctima colateral de un atentado cometido en 1980 en la capital española por un grupo terrorista armenio. Tras aquel suceso, que casi le cuesta la amputación de ambas piernas, Gurriarán viajó hasta el Líbano para conocer a los responsables del atentado y convencerles de abandonar la violencia. Después publicó el libro La bomba, en el que Guédiguian se inspiró para hacer en 2015 en la película Una historia de locura.
@FDQuijano