Joseph Losey durante un rodaje

Josep Losey era norteamericano pero la caza de brujas provocó su exilio en Europa y su conversión en figura preeminente del cine de autor europeo. Ahora el Festival de San Sebastián y Filmoteca Española dedican una retrospectiva al director de El sirviente, Rey y patria, Accidente y El mensajero.

La Filmoteca Española y el Festival de Cine de San Sebastián dedicarán dentro de la 65° edición del certamen internacional una retrospectiva al director estadounidense establecido en Inglaterra Joseph Losey (La Crosse, Winsconsin; 1909 - Londres, 1984). Tras su proyección en San Sebastián, la retrospectiva se programará en la Filmoteca Española, en Madrid, durante los meses de octubre y noviembre.



Joseph Losey representó en los años sesenta la máxima expresión del denominado cine de autor (o de arte y ensayo) con obras como El sirviente (1963), Rey y patria (1964), Accidente (1967) y El mensajero (1971), todas, menos la segunda, escritas por el dramaturgo Harold Pinter. Pero antes de convertirse en una figura preeminente del cine de autor europeo, vivió la compleja situación que afectó a tantos represaliados en la caza de brujas emprendida en Hollywood a partir de 1947. Su obra se divide en tres periodos, el inicial en el cine estadounidense hasta principios de los años cincuenta, el prestigio alcanzado en Inglaterra en los sesenta y setenta y una última etapa más itinerante que le llevó a trabajar bajo producción italiana, francesa y española.



Nacido en La Crosse, Wisconsin, en 1909. Losey orientó sus pasos hacia el periodismo escrito y radiofónico, para pasar después al medio teatral. Su abierta orientación de izquierdas le llevó a poner en pie montajes de obras de Bertold Brecht y a residir una temporada en la antigua Unión Soviética para estudiar nuevos conceptos teatrales. A finales de los treinta empezó a dirigir cortometrajes en el seno de la Metro Goldwyn Mayer y debutó en formato largo en 1948 con El niño de los cabellos verdes, una alegoría contra las guerras, los totalitarismos y la intransigencia ante la diferencia, producida por RKO. Aunque pudo realizar varias películas de cine negro de bajo coste y con un indisimulado componente social -El forajido (1950), El merodeador (1951) y The Big Night (1951), las tres escritas por guionistas represaliados por el Comité de Actividades Antiamericanas, Daniel Mainwaring, Dalton Trumbo y Ring Lardner Jr.-, e incluso un 'remake' de la célebre M de Fritz Lang en 1951, su nombre apareció en las listas negras debido a la orientación de sus primeros filmes y fue acusado de pertenecer al Partido Comunista norteamericano.



Cuando es llamado a declarar, se encuentra en Italia rodando Imbarco a mezzanotte / Stranger on the Prowl (1952). Decide no regresar a los Estados Unidos e instalarse en Inglaterra. Estrena este filme con el seudónimo de Andrea Forzano y los dos primeros que realiza en su país de adopción no llevan su nombre por cuestiones sindicales: El tigre dormido (1954), primera colaboración con uno de sus actores fetiche, Dirk Bogarde, aparece acreditada a Victor Hanbury, y Intimidad con un extraño (1956), la firma como Joseph Walton.



Losey se asienta en el cine británico en un momento de transformación. Es el auge del Free Cinema, tendencia de la que no participa aunque algunas de sus primeras películas de los sesenta tengan un cierto aire realista y social, pero también de la productora de cine fantástico Hammer Film, para la que Losey empezó X The Unknown (1956), de cuyo rodaje sería apartado y substituido por Leslie Norman, y dirigió después Estos son los condenados (1962); ambas son las únicas incursiones de Losey en los dominios de la ciencia ficción.



Tras un amago de integración en la gran industria cinematográfica británica con The Gypsy and the Gentleman (1958), producción de la compañía Rank protagonizada por Melina Mercouri, su obra alcanza un notable interés a partir del filme de intriga La clave del enigma (1959) y el drama carcelario El criminal (1961), en el que inicia su colaboración con el otro actor con el que mejor se entendería, Stanley Baker. Hasta mediados de los setenta, Losey combina películas muy personales en las que reflexiona sobre las relaciones de poder (entre hombres y entre instituciones) a partir de una puesta en escena repleta de símbolos (su particular utilización de las imágenes especulares), con títulos de apariencia en principio más comercial servidos por las grandes estrellas del momento e inspirados en obras muy populares o de indudable prestigio literario.



Al primer grupo pertenecen la película que mejor define su obra, El sirviente, con la incisiva escritura de Pinter y el duelo actoral entre Bogarde y James Fox, además de Accidente (Gran Premio del Jurado en el Festival de Cannes), El mensajero (Palma de Oro en Cannes) y el alegato antibélico Rey y Patría, cuya acción acontece en las trincheras británicas durante la celebración de un juicio sumarísimo por deserción, en la Primera Guerra Mundial. En el segundo grupo se integran obras como Eva (1962), adaptación de una novela de James Hadley Chase, protagonizada por Jeanne Moreau y primera de las muchas películas que Losey consagrará a personajes femeninos que irradian una extraña fascinación; Modesty Blaise (1966), iconoclasta versión del cómic de espionaje de Peter O'Donnell y Jim Holdaway interpretada por Monica Vitti; La mujer maldita (1968), una pieza de Tennessee Williams servida por la explosiva pareja Elizabeth Taylor-Richard Burton; Ceremonia secreta (1968), drama sicológico y claustrofóbico interpretado de nuevo por Elizabeth Taylor, junto a Robert Mitchum y Mia Farrow; Chantaje contra una esposa (1973), según la pieza de Henrik Ibsen y con Jane Fonda, David Warner y Trevor Howard, y em>Una inglesa romántica (1975), otro de sus filmes definitorios, un juego triangular intenso y malévolo escrito por Tom Stoppard e interpretado por Glenda Jackson, Michael Caine y Helmut Berger.



En este fecundo periodo, Losey realizará obras muy abstractas como Caza humana (1970), en la que narra la huida de dos presos perseguidos por un misterioso helicóptero -el guion está escrito por el actor Robert Shaw, protagonista junto a Malcolm McDowell, y el filme compitió en San Sebastián-, y El otro señor Klein (1976), con Alain Delon en el papel de un hombre sin principios durante la ocupación nazi en Francia que es acusado de ser judío (ganadora del César a la mejor película). Pero rodaría también filmes de transparente acento político como El asesinato de Trotsky (1972), con Delon como Ramón Mercader y Burton en el papel de León Trotsky, y Las rutas del sur (1978), continuación de La guerra ha terminado (1966) de Alain Resnais, escrita nuevamente por Jorge Semprún y con Yves Montand repitiendo su papel de exiliado español en permanente conflicto ideológico.



Losey volvió a Brecht muchos años después con una adaptación al cine de Galileo (1974), según la traducción al inglés que había realizado Charles Laughton y con Topol, muy popular entonces gracias a El violinista en el tejado (1971), en el papel principal. Hizo también ópera filmada -Don Juan (1979), con Ruggero Raimondi- y realizó en Francia La Truite (1982), con Isabelle Huppert en otro de los complejos personajes femeninos del cine del director. Su última película es Steaming (1985), inédita en España como la anterior. Se trata de una obra de raíz teatral protagonizada por Vanessa Redgrave y Sarah Miles y ambientada en un baño turco londinense el día de su cierre, reservado solo a clientes femeninas. Losey no pudo ver el montaje definitivo de la película, ya que falleció en junio de 1984, casi un año antes de que se presentara en Cannes.



La relación de Losey con el Festival de San Sebastián resultó siempre complicada a causa del régimen franquista. Además de Caza humana, se presentaron en el certamen El tigre dormido, La mujer maldita y, en sección informativa, El mensajero. Una inglesa romántica también estuvo seleccionada, pero el director y Glenda Jackson no acudieron al Festival en señal de protesta por las últimas sentencias de muerte firmadas por Franco.