Una imagen de The Other Side of Hope

El festival de Berlín ha alcanzado en los últimos días un nivel extraordinario con la llegada de las nuevas películas de dos maestros del cine contemporáneo. Aki Kaurismäki y Hong Sang-soo han demostrado que sus marcados estilos todavía pueden encontrar variaciones fascinantes e indagar si cabe con más profundidad en las brechas sentimentales del ser humano.

The Other Side of Hope supone la segunda entrega de la trilogía portuaria que Kaurismäki inició con El Havre (2011). De nuevo asistimos a la confraternización entre un europeo que se acerca a la vejez y un joven llegado de lejanas tierras. Esta vez, Khaled, emigrante sirio que huyó de la guerra en Alepo tras la muerte de sus padres, llega al puerto de Helsinki cubierto de carbón a bordo de un carguero. En plena transición existencial se encuentra también Wikström, comercial de ropa que decide abandonar a su mujer alcohólica y dar un giro a su situación laboral. Un afortunado golpe del destino le reporta miles de euros en una partida de póker clandestina, dinero que invierte en intentar reflotar un calamitoso restaurante. Al tiempo que Wikström está hallando algo de esperanza, Khaled parece haber agotado la suya: las autoridades finlandesas han denegado su solicitud de asilo y está al borde de ser deportado. Justo en ese momento una trabajadora del centro de refugiados en el que está recluido arriesga su puesto al ayudarle a escapar. Tras un largo deambular por las calles de Helsinki -en el que es amenazado por integrantes de la nueva extrema derecha finesa-, acaba durmiendo junto al restaurante de Wikström, quien tras descubrirle le ofrece techo y trabajo.



Kaurismäki muestra las numerosas sombras y las escasas luces de la Europa actual respecto a la tragedia de los refugiados sin sucumbir a discursos bienintencionados ni a panfletos simplistas. Esta película es otro humilde y sincero exponente del humanismo más inquebrantable, ahondando en la convicción de que la única vía de supervivencia que tienen los integrantes de la clase humilde es apoyarse y avanzar juntos, sin esperar el auxilio de las élites. El humor cortante, cercano al fatalismo, en su versión más inspirada, vuelve a ser la herramienta utilizada por el realizador para entender las dramáticas circunstancias de los personajes. Uno de los hallazgos de The Other Side of Hope es la integración de la figura del extranjero en el paisaje de la capital finlandesa. El rostro y la figura del actor sirio Sherwan Haji encajan con naturalidad en el particular universo de Kaurismäki, aportando componentes inéditos y por tanto ampliando su dimensión humana. Con este film el director finlandés se apropia de la realidad que late con urgencia en nuestro mundo para elevarla a su grado más sensible.



Apenas cinco meses después de haber recibido el premio al mejor director en el festival de San Sebastián por Lo tuyo y tú, Hong Sang-soo regresa con On the Beach at Night Alone, sin duda una de las cimas de su nutrida y soberbia filmografía. La película se concentra en la joven Younghee, actriz que tras el escándalo que ha supuesto su affaire con un realizador veterano, opta por escapar a Hamburgo. Allí será acogida por una compatriota más mayor que ella y, entre paseos por ese espacio ajeno y conversaciones en las que intenta descifrar sus sentimientos, esperará la llegada del hombre que ha trastocado por completo su vida. De regreso en Corea, Younghee se reúne con viejos amigos en una localidad costera. La tormenta por su idilio con el afamado director todavía no ha amainado, y su fragilidad y confusión queda expuesta, como de costumbre en el cine de Hong, durante una cena en la que el soju desarma las corazas de los comensales.



Una imagen de On the Beach at Night Alone

On the Beach at Night Alone es la película con más referencias directamente autobiográficas del cine de Hong. Resulta imposible no asociar la trama a la relación que el cineasta mantiene en la realidad con Kim Minhee, actriz protagonista de esta cinta y también de la brillante Ahora sí, antes no (2015), y que en su momento provocó una desbordante sacudida mediática en Corea al tratarse de un adulterio y por la notable diferencia de edad. En lugar de inclinarse por la clásica radiografía de la crisis de la madurez asociada a la masculinidad, Hong opta por centrarse en la joven, componiendo un complejo retrato femenino que se mueve entre estados de ánimo radicalmente opuestos, mostrando un genuino arco de emociones contradictorias.



Posiblemente los fanáticos del autor coreano echarán en falta sus habituales descargas cómicas -limitadas aquí a breves pinceladas-, pero el calado de la temática y la proximidad del relato se benefician del planteamiento melancólico y desgarrado expuesto por Hong. On the Beach at Night Alone contiene momentos antológicos a nivel de puesta en escena, como la secuencia en la que Younghee se postra ante un puente. El empleo de la música de Schubert recuerda en su calidez y precisión al tratamiento de la banda sonora que Yasujiro Ozu alcanzó en sus obras mayores.



Al igual que el maestro japonés al llegar a Cuentos de Tokio (1953), Hong Sang-soo se encuentra ya en una etapa de madurez en la que los sentimientos más complejos quedan reflejados con una sinceridad turbadora.