Aaron Brookner y Jim Jarmusch en Uncle Howard

El cineasta resucita la vida de su tío Howard Brookner, director de un mítico documental sobre Burroughs, en Uncle Howard, película que nos devuelve el pulso de un Manhattan dominado en los 70 por grandes figuras del arte como Patti Smith, John Cage, la Velvet Underground o Frank Zappa.

Hay un Nueva York mítico de los 70 en el que vibraba una escena artística que ha transformado nuestra forma de entender y relacionarnos con el arte y la cultura. Un Manhattan dominado por grandes figuras como William Burroughs, Patti Smith, John Cage, la Velvet Underground o Frank Zappa que vive en las pantallas de cine gracias a Uncle Howard, la película con la que el director Aaron Brookner resucita la vida de su propio tío, Howard Brookner, director de un mítico documental sobre Burroughs, la película Robert Wilson and the Civil Wars (1987) y Noches de Broadway (1989), en la que una jovencísima Madonna compartía cartel con Matt Dillon. Aaron solo conoció a su tío Howard hasta los siete años, cuando éste falleció por sida en 1989 y con el filme rescata no solo una parte fundamental de su memoria personal, también la libertad y creatividad de una escena única en la que como explica "iban directos a lo más importante, era una cuestión de autenticidad y ser tú mismo".



P.-¿Asistimos en el filme a uno de los últimos momentos de libertad absoluta de Occidente?

R.- He leído mucho a James Baldwin últimamente y el objetivo de las fuerzas de poder, si quieres llamarlas así, es que no pasa nada con que haya identidades diferentes mientras todo el mundo se quede en su lugar, así nos controlan. Y lo que fue muy revolucionario de esta época es la forma en que todo estaba mezclado: la sexualidad, el arte... era difícil crear un estereotipo. No podías decir que alguien fuera gay o negro y eso lo hacía todo más incontrolable. La esencia del movimiento es que no se enreda con tonterías y que va directo a lo que eres y a lo que importa. Se trata de autenticidad y de dejar que tu voz se escuche con claridad. Por eso mucha gente considera revolucionario a Burroughs, para los gays por lo que escribe y para los heteros por la forma en que escribe. Hoy hay naturalidad en la manera en que películas como Moonlight tratan la sexualidad y es gracias al radical cambio que se vivió en esa época. Ahora hay cuestiones que son más fluidas en la sociedad en general y es gracias a esa época.



P.- ¿Ha desaparecido ese Nueva York bohemio por la gentrificación?

R.- El problema de Nueva York es que el alquiler es tan caro que la mayoría de la gente está muy preocupada por pagarlo. En este sentido la vida es más difícil que en esa época, pero todo es cíclico. En la época en que Howard hizo esta película a finales de los 70, Nueva York estaba arruinada y nadie quería vivir en Manhattan. Vi el contrato de alquiler de Howard en el Soho y eran 100 dólares al mes. Todo el mundo que trabajaba en Wall Street y en las finanzas se fue a los suburbios. Para revitalizar el centro el alcalde Koch inició un plan de incentivos fiscales para que la gente se mudara desde las afueras. Al mismo tiempo, el sida estaba castigando con fuerza precisamente esos barrios como el Lower East Side, el West Village o Chelsea. Zonas que eran gays o donde había consumo de heroína. Y es terrible pero la epidemia del sida vació todas estas áreas y convirtió a Nueva York en lo que es ahora, donde todas esas calles son realmente carísimas. Ahora mismo estás muy ocupado pensando en cómo pagar los 2000 dólares al mes de alquiler y es difícil que tengas tiempo de pensar en cómo perfeccionar tu arte.



P.- ¿Queda algo de esa época?

R.- El Chelsea Hotel ha sido derruido pero entonces encontré el Bunker (el antiguo piso de Burroughs) y me di cuenta de que no puedes ser pasivo. Allí descubrí que estaban todos los originales de la película sobre Burroughs. Y esta es una gran lección que aprendí con esta película y es que los filmes no se van a remasterizar solos ni se van a distribuir solos. Tienes que tomar alguna iniciativa. Seguro que aún quedan muchos descubrimientos en Nueva York. Lo que pasa es que cuando empiezas se puede convertir en algo obsesivo, pero debes tomar esa iniciativa.



P.- ¿Por qué el poeta John Giorno le pone tantas dificultades para acceder a esas cintas?

R.- John Giorno es increíble, es un amigo y lo veo de esta manera: mientras todo el barrio se ha transformado en apartamentos de lujo con cristal él ha conservado el Bunker prácticamente como estaba. Es como un altar a Burroughs. Las películas llevaban 30 años en la misma estantería acumulando polvo. Robert Wilson ya me había hablado de la cantidad de material que existía que no había entrado en el montaje final que hizo mi tío. Creo que el mismo motivo por el que Giorno me rechazó tantas veces es por el que las películas se han conservado tan bien. Al final te das cuenta de que ese celo ha sido positivo. No quería que pareciera que es un hombre antipático, más bien era una manera de generar con todos esos obstáculos un misterio en torno al Bunker para que cuando aparezca sea emocionante. Eso refleja la experiencia de cómo fue llegar allí y el poder que sigue teniendo ese lugar.



P.- ¿Qué descubrió al ver todas esas películas olvidadas?

R.- Me sentí abrumado. Había 300 películas de 16 mm y cajas y cajas de sonido magnético. Solo digitalizar todo aquello iba a costar una fortuna. Era abrumador. Y después estaba el trabajo que nos esperaba a mí y a mi equipo. Una vez lo revelamos te das cuenta de que es extraordinario. Es como un viaje en el tiempo. De repente estás inmerso en la forma en que Nueva York sonaba, en cómo era… Toda esa escena mítica en la que los artistas de distintas disciplinas trabajaban juntos cobra vida. Ves a Thurston Moore (de Sonic Youth) ir a escuchar a William Burroughs y poco después toca Patti Smith. Es un gran testamento a lo que Howard creó pero también al poder del propio cine, no conozco otro medio capaz de reflejar esto con tal fuerza.



Una imagen del documental

P.- ¿Cómo fue su relación con Brookner?

R.- Howard murió cuando yo tenía 7 años. De pequeño lo traté muchísimo y es una persona que me marcó de una manera muy profunda. Entonces no me di cuenta de todo lo que podía significar. Me encantaba que todo el rato anduviera con una cámara y que siempre se fuera de viaje a algún sitio exótico porque me traía cosas como un tren eléctrico de Japón. Siempre había como una fiesta a su alrededor. Estaba rodeado de mucha gente. Después me di cuenta de que me había dado la misma atención que a William Burroughs o a Robert Wilson porque era alguien que cuando estaba allí realmente estaba allí contigo. Te hacía sentir como la única persona en la habitación y no olvidas fácilmente a una persona así.



P.- ¿Por qué apenas habla de su experiencia personal en el filme?

R.- No quería tener un gran protagonismo. No hay palabras para explicar mejor la emoción que esas imágenes de cuando tengo cinco años diciendo que quiero estar con mi tío. Siempre tuve muy claro que no estaba haciendo esta película para mí, la estaba haciendo para un público. Quería que el público descubriera quién era Howard y su trabajo, pero también que pudieran poner su propia experiencia en ello. Mucha gente tiene a alguien de su infancia que lo marcó y lo inspiró. Quería traer esta emoción a la historia. Siempre quise ser un director por él. No hay una nostalgia porque no conocí ese mundo. Era una sensación de excitación por descubrir algo nuevo. En este caso era una oportunidad de conocer ese mundo como si fuera de la banda porque tengo la misma edad que él tenía cuando hizo todo ese trabajo. Entiendo la forma en que decidió filmar a Matt Dillon o a Madonna en Noches de Broadway o a Burroughs. Me hizo pensar de una forma más profunda por el motivo por el que quiero hacer películas. Definitivamente me dio nuevas energías para continuar con mi pasión por hacer cine.



P.- Hoy la tecnología permite hacer películas de manera más sencilla pero lo tienen más difícil para salir a la luz.

R.- Es mucho más fácil hacer una película técnicamente pero sigue siendo igual de difícil hacer una buena película. En ese caso lo que vemos es una comunidad muy activa que colabora y se implica en lo que los otros hacen y todos viven en un área de la ciudad muy pequeña. Se ven todas las noches y lo hacen todo juntos. Es muy real y muy tangible. Ahora vivimos en la era digital y vivimos en comunidades que son virtuales. El contacto físico es diferente. Todo ha cambiado. Hay mucha diferencia entre una comunidad que puedes crear online y una comunidad que funciona como la de ese tiempo. Es un mundo diferente sin duda.



P.- La historia de Howard es también la de una de las primeras víctimas del sida, cuando no se sabía muy bien lo que era.

R.- Howard fue una de las primeras víctimas. Murió en el 89 cuando Magic Johnson dijo que tenía sida en el 91. Si hubiera pasado en una comunidad más mainstream o que no sufriera prejuicios, habría sido diferente. Hay grandes películas como Cómo sobrevivir a una epidemia (David France, 2012) donde se explica que no fue el Gobierno el que se puso al frente para combatir el sida sino que fueran las propias víctimas las que tomaron la iniciativa porque las autoridades lo veían como un problema de los gays. Hubo afectados que estudiaron medicina para poder encontrar un remedio. No nos olvidamos de la gente que murió en ese momento. Es importante saber lo que pasó y lo que se hizo mal para que la próxima vez podamos reaccionar de otra manera y evitar una matanza como la que hubo.



P.- ¿El éxito de Donald Trump le enmienda la plana a esos avances sociales de los 60 y 70?

R.- Hoy vemos un mundo muy distinto. Tengo amigos gays que están casados y que tienen hijos. Eso era impensable hace no mucho tiempo y sigue siendo exclusivo de pocos países. Creo que sin duda hemos visto avances. No hay nada ganado pero tampoco nada perdido. Durante un tiempo las tres personas más poderosas en la política americana eran una mujer (Hillary Clinton), un judío (Bernie Sanders) y un afroamericano (Obama). Eso sonaba demasiado optimista. Es muy fácil volverse complaciente. Es la misma lección que con esta película, todo requiere un esfuerzo, la democracia también. Ahora esa gente forman parte de la historia de la cultura pero en ese momento no sabían lo que estaban haciendo y fue muy difícil para ellos porque se enfrentaban a una sociedad mucho más conservadora que ésta. Lo más interesante del trabajo de esa generación, como el de Burroughs, es que no estaba orientado a tener un resultado. Lo importante era el proceso. Burroughs nunca pensó en términos comerciales. Y eso es una lección muy importante de esos artistas. No se trata de tener éxito o no tenerlo, porque puede haber muchos errores, sino de ir en la dirección correcta.



@juansarda