Thurston Moore
El músico y compositor Thurston Moore, cofundador de Sonic Youth, lanza el disco Rock N Roll Consciousness, en el que sigue demostrando que es un maestro del rock.
Esa época en la que artistas como Patti Smith, Lou Reed y su Velvet Underground, Andy Warhol, Burroughs y Gingsberg o cineastas como Martin Scorsese coincidieron en una ciudad arruinada económicamente pero cuya fuerza creativa de esa época sigue marcando el presente. En una larga entrevista, hablamos con Moore en Málaga, donde acudió para la Noche de los Libros, para hacer un recital de spoken word sobre Burroughs e inaugurar en La Térmica de Málaga una exposición que ha comisariado sobre la mítica Nova Convention, un evento celebrado en el Entermedia Theater de Nueva York durante los días 30 de noviembre, y 1 y 2 de diciembre de 1978 con lecturas, proyecciones y performances sobre el trabajo de Burroughs. Muy enfadado con Donald Trump, al que desea que tiren en un contenedor de ácido, Moore habla sobre el legado de esos transformadores 70, la gentrificación de Nueva York, la decadencia del mainstream y la invisibilidad del underground o la emergencia del hip hop para preguntarse cuál debe ser hoy el lugar de la contracultura.
Pregunta.- Hace poco hablando con Aaron Brookner sobre su documental Uncle Howard, en el que se retrata al cineasta que realizó un documental sobre William Burroughs en los 70, contaba que ya no existe ese Nueva York radical y creativo porque la gente está demasiado preocupada por pagar el alquiler o son millonarios.
Respuesta.- Definitivamente fue el último período en el que la gente podía vivir en la ciudad pagando alquileres moderados. De todos modos, la gente seguía viviendo con ansiedad esos alquileres. De todos modos fue definitivamente el último período en el que el tema del alquiler no era prohibitivo. En esa época nadie invertía en Nueva York. En los 70 el presidente era Gerald Ford y llegó a decir "que le jodan a Nueva York", ni si quiera lo disimulaba. El New York Post publicó una portada en la que salía el titular: "Ford a Nueva York: muérete". Fue un momento en el que se cortaron todos los servicios sociales y el Estado no daba un duro para reconstruir la ciudad que estaba muy estropeada. En ese momento es cuando empieza el punk.
P.- ¿Cómo recuerda esa época?
R.- Lo fantástico de Nueva York en ese momento es que tenías la ciudad a tu disposición. Era una ciudad en la que se reunía gente con talento de todo el país. Casi nadie era de Nueva York. Muchos artistas siguen viviendo allí. Sigue siendo una ciudad maravillosa. Lo que antes podías ir tirando con trabajos basura encadenando uno tras otro y ahora eso es imposible. Ya no existe ese sentido de desesperación y de excitación por crear nuevas ideas. Ahora mismo es un lugar seguro para estar y crear si tienes suficiente dinero en tu bolsillo. Nueva York siempre ha estado muy marcado por la personalidad de sus alcaldes. Edward Koch era un hombre increíble. La ciudad siempre tuvo esa naturaleza salvaje y ahora se ha convertido en un inmenso negocio, como Bloomberg.
P.- ¿Cómo llegó a Burroughs?
R.- Supe de la existencia de William Burroushs a través de la crítica literaria. En esa época los críticos de música tenían una gran formación literaria. Hablo de expertos como Lester Bangs o Richard Meltzer (leyendas del rock en sí mismas y críticos muy influyentes de los 60 y los 70) o incluso la propia Patti Smith que escribía sobre rock antes de publicar ningún disco. Había una confluencia muy grande entre escritores y músicos. Vemos a Allen Gingsberg en el vídeo de Homesick Blues que abre el documental de D. A. Pennebaker sobre Dylan Don't Look Back (1967). Y William Burroughs era constantemente citado por los críticos de música. Para mí como adolescente era tan importante Lester Bangs como el propio Lou Reed. La prensa musical tenía muchísima calidad y fue muy importante. Propició un intercambio de ideas entre músicos y escritores.
P.- ¿Qué opina de la crítica musical actual?
R.- Siento, como en muchas otras cosas, una cierta fatiga. Hay gente que lanza un disco que ha hecho en tres horas y los críticos lo convierten en una sensación de una manera insensata. Con Sonic Youth jamás tuvimos el deseo de ser reconocidos, tenía que ver con hacer lo que nos gustaba.
P.- ¿Sigue viva la resistencia cultural o quizá ocurre que la vemos menos?
R.- Creo que hay una oposición en el mundo del arte. Ahora mismo el problema es que la cultura está dominada por el dinero. Se crea esta diferencia entre la cultura underground y la cultura mainstream. Es en esa cultura mainstream donde no hay ideas radicales más allá del rock and roll en sí mismo. Sigue existiendo una cultura underground que sigue siendo muy pobre económicamente. Hablaba el otro día con una activista hip hop y me decía que esta idea de que internet está creando una cultura más comunitaria es falsa, entre otras cosas porque en los guetos no tienen ni siquiera dinero para pagarse la conexión a la red. En este momento creo que es en la cultura afroamericana mainstream donde estamos viendo voces más radicales y mayor experimentación.
P.- ¿Es trágica la distinción tan clara entre mainstream y underground?
R.- De una forma u otra, esa separación tan marcada entre un mundo u otro significa volver a las raíces, a cuando la cultura punk rock nació precisamente para distinguirse de la cultura mainstream. En ese mundo ser famoso era hortera. Eso cambió a principios de los 80 cuando algunos de esos punk rockers comenzaron a hacerse famosos. Y ahora hay voces radicales y muy interesantes pero están en el underground y el mainstream no se entera de su existencia. Si miras hacia lo popular ahora tienes a gente como Justin Bieber o bandas como Radiohead o U2 que mueven mucho dinero. Pero es muy suave si lo piensas, no tiene nada que ver con la excitación y la radicalidad de un Jimi Hendrix.
P.- ¿Y qué es el éxito?
R.- Para mí el éxito siempre ha sido ser genuino. Hay este documental de la artista de Nueva York Eva Hesse que crea estas esculturas tan físicas, espirituales, y al mismo tiempo están muy conectadas con la tierra. Y no tiene nada que ver con la ambición del dinero. Tiene que ver con el deseo de aceptación. Especialmente en un mundo, el del arte conceptual, que debe lidiar con ser minoritario.
P.- Sonic Youth firmó por una multinacional y llegó a ser masivo. ¿Se puede conservar la esencia pasando al mainstream?
R.- No hay nada malo en aprovechar la oportunidad. Hay músicos que rechazan firmar con multinacionales porque creen que siempre acaban machacando a los artistas. Tienes que aprender a lidiar con ello pero rechazarlo es absurdo. Si no te sale bien, no culpes al sello de música sino a ti mismo. Es como si trabajas en una gasolinera y te ofrecen el puesto de director. Nunca he pensado que los músicos seamos muy distintos de las demás personas. Al final todos trabajamos. La diferencia es que nuestro trabajo viene de un lugar creativo. Pero existe una responsabilidad.
P.- ¿Cuando etiquetamos tanto la música, por ejemplo, cuando la llamamos "radical", no la estamos negando, como decía Kirkegaard?
R.- Cuando me preguntan qué tipo de música hago contesto que música rock experimental. No es música popular, tiene que ver con lo desconocido. Como dijo William Burroughs el lenguaje es un virus y cuando Kierkegaard hace una afirmación filosófica como esa tiene mucho que ver con la filosofía budista cuando dice que el hecho de nombrar al enemigo lo convierte en el enemigo. Son estás semánticas lingüísticas con las que tenemos que lidiar. La actividad artística es irracional y emotiva, trasciende las etiquetas que pueda dar lenguaje. Pero sigue habiendo una oposición contra la cultura del dinero y la codicia. ¿Tenemos una voz como Bob Dylan en la cultura contemporánea? Tenemos muchas voces como la de Bob Dylan. Están por todas partes. Personajes como Bernie Sanders están jugando ese papel.
P.- Ha dicho que es en la cultura afroamericana que triunfa en el mainstream donde ve mayor calidad. ¿A qué se refiere?
R.- Hubo una época en la que se valoraba mucho de un disco que lo hiciera todo el mismo artista. Beyoncé ha trabajado con trescientos artistas distintos en su último disco. Y eso no tiene nada de malo. Su disco es brillante. Sigue habiendo gente que critica que haya colaborado tanta gente en el nombre de un grupo. Creo que esta forma de colaborar entre los artistas es positiva. El nuevo disco de Kendrick Lamar es fantástico. Esta idea de colaboración me gusta mucho, es muy interesante.
P.- Estos días se publica su nuevo disco, Rock N Roll Consciousness, ¿qué podemos esperar?
R.- El disco trata sobre las promesas de un nuevo tiempo, de primavera y de cosas nuevas sucediendo. De cosas que se van al bosque de las tinieblas. Y surgen oráculos. Es un disco en el que me quería centrar en la banda: Deb Mooge (de My Bloody Valentine) al bajo; James Sedwards a la guitarra y Steve Shelley (colaborador con Sonic Youth). Llevamos tres años tocando juntos es un grupo que quiero presentar. Hay una excelente guitarra y una sección rítmicas. La mayoría de las canciones son muy largas. Vamos a ir de gira en breve.
P.- ¿Volverá algún día Sonic Youth?
R.- Ese grupo existió durante casi 30 años. Acabar con un disco como The Eternal tenía un gran sentido. No creo que dejáramos los enchufes arrancados de la pared o las cosas en mal estado. Tengo la sensación de que dijimos unas cuantas cosas. Me siento muy orgulloso porque lo empecé, lo fundé y creé el nombre. Tuvo su tiempo. Ahora estoy en una nueva fase musical y creo que los demás también y eso es bueno para todos.
P.- Se ha mudado a Londres. ¿Cómo ve la América de Trump?
R.- La brutalidad policial es un poco de lo que trata América ahora mismo y Donald Trump es el máximo representante de eso. Necesita ser parado, esposado y lanzado a una pila de ácido. Se están reescribiendo las leyes para crear miedo y paranoia, convierten al otro en enemigo de entrada. América siempre ha estado muy dividida entre una parte muy liberal e izquierdista y una parte importante que es xenófoba, racista. Y ahora mismo esta es la gente que está al cargo. El Ku Klux Klan está a cargo de América. Han encontrado las llaves del arsenal nuclear. Y están dispuestos a utilizarlo.
P.- ¿Ha sido una decepción Obama?
R.- Obama ha tenido las manos atadas durante ocho años. Los republicanos no le dejaron hacer nada.