Una imagen de Pasaje al amanecer
El debut de Andreu Castro detrás de la cámara logra conmover gracias a un drama familiar sobre los corresponsales de guerra.
Nicolás Coronado, el muy guapo hijo de José, se mete en la piel de un idealista fotoperiodista que acepta ir a la guerra de Bush (hijo) para desenmascarar la tragedia. Nobles ideales por los que debe pagar un precio difícil. Corta con su novia (lo vemos en la primera escena) y su decisión desencadenará un melodrama familiar que no se mueve de las cuatro paredes de una casa burguesa dominada por la figura carismática de una madre fuerte a la que Elvira Mínguez, siempre fantástica, da vida con lucidez y aplomo. Todo sucede en Nochebuena, una velada en la que Coronado comunicará su decisión ante su atónita y horrorizada familia. O como se dice explícitamente, yéndose a la guerra abre la "caja de pandora".
Recuerda Pasaje al amanecer, por su tono otoñal y protagonistas guapos y burgueses, a cierto cine americano muy aficionado a los dramas familiares. Por supuesto, hay una hermana que tiene problemas en el matrimonio mientras el personaje del padre queda un tanto desdibujado en un matriarcado dominado por esa carismática Mínguez y Lola Herrera como abuela aficionada a la marihuana que aporta el importante toque de sabiduría y experiencia.
Los logros y los aciertos se mezclan en esta sentida ópera prima. Por momentos, el alegato contra la guerra de Irak, muy repetido, suena viejo, como si la película se estrenara con quince años de retraso. Por otra parte, la tendencia del director a insertar una música romántica y dulzona para resaltar la "entrañabilidad" del asunto resulta empalagosa. Pero zstrong>logra Castro con esta película pequeña dotar de cierta vida a sus personajes y que la coreografía de sus relaciones se mueva en el terreno de lo verosímil. Al final Castro no convence pero sí conmueve, lo cual ya es todo un logro. Habrá que seguirle la pista.
@juansarda