Peter Brosens: "Bélgica nunca ha sido un país muy serio"
Peter Brosens
Peter Brosens y Jessica Woodsworth estrenan El rey de los belgas, una ácida comedia que reflexiona sobre los prejuicios nacionalistas y los peligros de la división de Europa.
Todo ello lo cuentan Brosens y Woodworth en tono de comedia y de falso documental mientras vemos al "pobre" rey recorrer los Balcanes en burro y bicicleta como única forma de volver a su país. Nos cuenta el cineasta: "El problema de Bélgica, como suele ocurrir, es una historia de ricos y pobres. En Flandes dicen que están hartos de pagar a Valonia que son unos vagos y etc. En la película le damos la vuelta y son los valones los que declaran la independencia. En la realidad, los flamencos dicen que el rey de los belgas es francés y se ríen de la manera en que habla su idioma cuando un valón nunca se reiría del rey. Jugamos con los tópicos para darles la vuelta porque ese conflicto entre regiones ricas y pobres es bastante habitual en muchos países".
Y en medio del drama, está el rey de los belgas, que en la vida real pertenece a una dinastía con 200 años de antigüedad de origen alemán que como explica Brosens: "Es uno de los pocos símbolos nacionales en un país tan dividido. Me parece que además del rey solo tenemos el chocolate y la cerveza. Lo que vemos es un viaje al corazón de Europa a través de los Balcanes y eso también tiene un significado, nos recuerda la fragilidad de las sociedades europeas. En Bélgica parece que nunca se tiene en cuenta que a veces los conflictos derivan en sangre. Es la belleza y la vulnerabilidad de Europa".
Una imagen de la película El rey de los belgas
Parte de la gracia de El rey de los belgas es que ya se sabe que es divertido a los poderosos embarrancados y cubiertos de inmundicie como nos ayuda imaginarnos al ser amado en el water para desidealizarlo. En este caso, se inspiraron en la historia real "del presidente de Estonia. Se quedó atascado en Estambul cuando hubo la erupción del volcán islandés y tuvo que volver en coche a través de los Balcanes. De hecho fue algo que le pasó a bastante gente. En la película vemos a alguien que ha vivido toda su vida en una jaula de oro y que debe enfrentarse a la vida real, para la que no está preparado", asegura el director. "Es un viaje físico pero también es un viaje emocional porque al principio lo vemos desorientado, no está preparado para la crisis política que se le viene encima, y poco a poco va encontrando su voz".El mundo no se ve de la misma manera desde un coche oficial y rodeado de guardaespaldas y asesores que siendo un tipo normal en apuros. El rey de los belgas juega con un cierto surrealismo planteando al monarca una serie de encuentros estrambóticos que dan a ese viaje la comicidad necesaria: un grupo folklórico femenino balcánico, un cineasta borrachín o directamente, la prisión. "En ese desbarajuste del orden, él deja de depender de un protocolo y tiene que defenderse como una persona normal. En cualquier caso, Bélgica nunca ha sido un país muy serio. Siempre es divertido reírse de los belgas".
@juansarda