Un mometo de la película American Pastoral

Ewan McGregor dirige y protagoniza esta Pastoral americana que no está a la altura de la versión literaria firmada por un peso pesado como Philip Roth. Aunque en realidad la película no es tan mala como todo el mundo dice. Lo peor es la propia importancia que se concede a sí misma.

Con una trayectoria formidable como actor, Ewan McGregor (Perth, Escocia, 1971) no ha tenido mucha suerte en su debut como director. Es posible que al actor ahora convertido en director otro gallo le hubiera cantado si él mismo no se hubiera puesto el listón tan alto y hubiera decidido debutar con la adaptación de una novela con tantos lectores enamorados y prestigio a cuestas como la Pastoral americana de Philip Roth. Pero al final ha sido el solito el que ha decidido dar el salto sin red partiendo de unos personajes (el desdichado "sueco" que lo tenía todo y al que la vida se le hundió) y una trama (la hija terrorista que destruye a la familia) que muchos ya conocen retratados por la mano maestra de un escritor. Y el director, en este caso, ha salido vapuleado.



A estas alturas la pregunta ya no parece ser si Pastoral americana es mala, sino si es tan mala como dice todo el mundo. No lo es. Lo peor del filme en realidad es la propia importancia que se concede a sí mismo con unas imágenes grandilocuentes que queriendo homenajear a la grandiosidad de Roth en realidad pierde la sutil concreción de una prosa que huye del dramatismo extremo al que recurre McGregor. Una y otra vez, el director se dedica a subrayar el mensaje de la película (la fragilidad de la vida, lo engañoso de esa América perfecta o la crueldad de una vida que da por un lado y quita por el otro) para contarnos la película de manera rutinariamente excesiva, tal contradicción es posible, a la vez que pierde la capacidad de ahondar en grandes dilemas políticos de la novela de Roth.



Hay mucha autocompasión, ese sentimiento tan adictivo y que puede llegar a ser tan placentero, en el descenso a los infiernos de un hombre perfecto, ese "sueco" que a pesar de ser judío parece el más wasp de los wasp y que después de convertirse en un héroe de guerra se casa con la más guapa del pueblo (Jennifer Connelly). Una vida idílica del antiguo héroe deportivo que se convierte en tragedia cuando la hija díscola decide poner una bomba para protestar por la guerra de Vietnam. A partir de aquí, se tambalean los valores, el matrimonio y la propia idea de la patria admirada en un filme que funcionará mejor entre el público que entre los críticos porque para muchos quizá también tiene la virtud del subrayado. Ante la duda, siempre es buena idea subir la música.



@juansarda