Image: La huida hacia delante de Kusturica

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Cine

La huida hacia delante de Kusturica

14 julio, 2017 02:00

Kusturica también se reserva el papel protagonista En la Vía Láctea

El director serbio regresa a las salas diez años después de la desafortunada Prométeme con En la Vía Láctea, una historia amable, romántica y directa en la que vuelve a desplegar su alocado y genuino estilo visual.

Diez años ha tardado Emir Kusturica (Sarajevo, 1954) en entregarnos un nuevo filme tras el fiasco que supuso Prométeme (2007), en la que culminaba la traición -que había arrancado poco antes con La vida es un milagro (2004)- a la sustancia de su particular mundo personal. Aunque su excéntrica puesta en escena y sus punzantes hipérboles visuales seguían siendo plenamente reconocibles en ambas películas, por el camino se había quedado la capacidad del director de insuflar sinceridad y poesía a las imágenes, de dotarlas de contenido más allá de sus habituales fuegos artificiales. Hay que recordar que el autor de El tiempo de los gitanos (1989) ha sido el mejor cronista de la desmembración de la Yusgoslavia de Tito, aunque lo haya hecho renunciando a la realidad y dejando volar la imaginación en oscuras y muy personales fábulas.

En la Vía Láctea no retorna del todo el mejor Kusturica, uno de los pocos cineastas que han ganado dos Palmas de Oro en el Festival de Cannes -por Papá está en viaje de negocios (1985) y Underground (1995)-, pero se atenúa el bache en el que estaba sumido en el nuevo siglo, quizá por el hecho de enfrentarse a una historia amable, romántica y sencilla en la que resplandece un claro mensaje antibelicista.

El protagonista es el peculiar Kosta, papel que se reserva para sí mismo el propio cineasta, un lechero que, acompañado por un halcón con el que habla y montado en un burro, atraviesa todos los días, en plena Guerra de los Balcanes y bajo una lluvia de balas, la línea de combate para llevar su mercancía a sus clientes, con la única protección de un paraguas. En una de las granjas que le proveen de materia prima aparece un día una enigmática italiana, interpretada por Monica Bellucci, y surge entre ambos una conexión que pronto cruza la frontera de la pasión. Sin embargo a ella le persigue el pasado y ambos se verán obligados a huir para vivir su historia de amor.

"Se trata de una película muy sencilla cuya realización supuso un gran reto físico. Resultó más complicada de lo que pueda parecer", explica el director. "Rodamos durante mucho tiempo, luchando contra el entorno, filmando sobre todo en exteriores, puesto que yo buscaba paisajes que capturasen el profundo interior subyacente de los personajes principales: un hombre y una mujer que se enamoran y están dispuestos a sacrificarse".

En la Vía Láctea, cuyo origen se encuentra en una idea explorada por Kusturica en el cortometraje que hizo para la película de episodios Words with Gods (2014), hace gala del ya conocido realismo mágico del cineasta, en el que se mezclan las pasiones mundanas al más puro estilo felliniano con un humor de brocha gorda que se sostiene en las técnicas del slapstick y que al espectador español recuerdan a los tebeos de Francisco Ibáñez. Así desfilan por la pantalla, entre otras excentricidades, un reloj austrohúngaro con muy malas pulgas, una gimnasta con capacidades sobrehumanas o una serpiente que se alimenta de leche. "La historia nació a partir de numerosas capas de mi propia vida, pero esta vez traté de crear valiéndome básicamente de la pureza del lenguaje cinematográfico", puntualiza el director.

@JavierYusteTosi