Edgar Neville
Él, un conde arruinado; ella, una rica heredera de Marbella. Esta singular pareja es la que formaron el cineasta Edgar Neville y su esposa Ángeles Rubio-Argüelles y que podría haber protagonizado alguna de las películas del primero. Su relación y estancia en Hollywood se expuso el pasado martes en el inicio de la segunda jornada del curso de verano "Edgar Neville: La comedia de la vida", organizado en El Escorial por la Universidad Complutense, con el patrocinio de Santander Universidades y la colaboración de El Cultural.El historiador, escritor y director de cine y televisión Jesús García de Dueñas explicó el viaje de esta pareja a la Meca del cine en su conferencia "Una temporada en Hollywood". Afirmó que Neville, quien poseía el título de Conde de Berlanga de Duero, era "un vago que no paró de trabajar". Conoció a Rubio-Argüelles en el Hipódromo de la Zarzuela cuando estaba arruinado, condición por la que se vio especialmente atraído por una "señorita bien de Marbella", como la definió García. Más que el amor mutuo, lo que los unía era su "predisposición al lujo y la lujuria", explicó el historiador.
En este matrimonio, Rubio-Argüelles era la única que hablaba inglés, pero eso no impidió que ambos viajaran a Nueva York, ciudad en la que entraron en contacto con los mejores autores de la época, asiduos a la llamada "mesa redonda" del hotel Algonquín, relató. Su llegada a Hollywood fue propiciada por las recomendaciones del Duque de Alba, amigo de la familia de la esposa de Neville.
García afirmó que Neville fue muy amigo de Charles Chaplin, quien le admiraba mucho. Su comunicación era posible porque el célebre cineasta inglés "chapurreaba" español, aunque "se entendían sobre todo con mímica", indicó el historiador. Además de amistades y amantes, Neville extrajo de su estancia en el distrito angelino la realización de dos películas para Metro-Goldwin-Mayer, que eran versiones en español de filmes norteamericanos. Una de ellas fue El Presidio (1930), que procedía de The Big House (1930), y la otra, En cada puerto un amor (1931), versión de Way for a Sailor (1930).
La segunda conferencia de la jornada fue de Román Gubern, catedrático emérito en la Universidad Autónoma de Barcelona, escritor, guionista, historiador y miembro de la Real Academia de Bellas Artes y de la Academia de Cine. "Es nuestro crítico e historiador más importante", afirmó el director de este curso, Manuel Hidalgo, sobre él. Su intervención se inició, precisamente, con la película Yo quiero que me lleven a Hollywood (1931), de la que explicó que fue producida por Rosario Pi, la segunda directora femenina española. Neville dirigió este filme sobre las chicas que quieren triunfar en Hollywood de forma amateur, y la crítica de entonces "la acogió con cierta hostilidad", explicó el catedrático.
Gubern centró su conferencia en la conexión de Neville con el bando franquista, aunque "nunca fue un fascista de pura cepa, era un hombre liberal". Explicó que el cineasta fue uno de los pilares de la llamada "guerra mediática". Entre sus acciones señaló una película frustrada titulada Altavoces de Madrid, que quedó escrita pero que Neville no llegó a dirigir. Este proyecto se inspiraba en la colocación de altavoces en los frentes con el objetivo de difundir mensajes de propaganda y desmoralización del bando contrario.
El catedrático destacó la película de Neville Frente de Madrid (1939), adaptación de su novela homónima, como una cinta "acogida con hostilidad por la prensa del movimiento, no era ortodoxa con el franquismo". Rodado en Italia, y fruto de un relato de Neville que se publicó en una revista de este país, este filme es la marca del "perfil ambiguo de Neville". Recordó que el propio cineasta dijo que realizó esta obra con entusiasmo y la llevó a Madrid con ingenuidad.
El perfil ideológico de Neville también fue abordado por Hidalgo en una intervención que realizó en sustitución del recientemente fallecido catedrático de Comunicación Audiovisual en la Universidad Complutense, crítico y escritor, Eduardo Rodríguez Merchán. Con las notas del catedrático en mano, el director de este curso explicó que Neville realizó una "pública y convencida adhesión a la República" al firmar un manifiesto a su favor. Por ello, supuso un cambio radical su participación en la difusión de la Falange. Hidalgo señaló como una posibilidad que tratara con esto de "hacer perdonar" su pasado republicano. Además, indicó que su amistad con Chaplin también era un motivo de molestia para el franquismo debido a su película El gran dictador (1940).
Fragmento de la versión cinematográfica de El baile (1959), una de las obras de teatro más célebres de Neville
Neville sobre las tablas
El teatro es la otra gran faceta artística de Neville. En ella se centró la conferencia que abrió el pasado miércoles la tercera jornada de este curso. Bajo el título "El hombre de teatro", el escritor, historiador, periodista, crítico y Premio Nacional de Ensayo en 1980, Andrés Amorós, expuso el recorrido teatral de este autor, que incluye un total de doce producciones. "Es más interesante el personaje que la obra", dijo de Neville el escritor, y explicó que su teatro apenas se recuerda y representa actualmente. Esto lo atribuyó a que Neville hizo "un teatro muy literario" que no conduce a reír a carcajadas, sino que provoca una sonrisa con su "humor inglés".Amorós explicó que en la actualidad un joven acostumbrado a visionar productos audiovisuales en los que priman los efectos especiales podría considerar que en el teatro de Neville "no pasa nada", ya que lo importante se encuentra en su subtexto. Entre los elementos característicos del teatro de este autor señaló "el odio al tópico, que es la España tradicional y rancia", y explicó que Neville protestaba ante las acusaciones de cultivar el teatro de evasión, lo que, para Amorós, es "una pelea muy antigua".
El conferenciante indicó que el teatro de Neville se centra en los juegos con el tiempo y la lucha del amor contra él, así como en lo que pudo haber sido y no fue. También plasma el contraste entre el amor de los hombres jóvenes y el de los maduros. Las producciones de Neville también giraban en torno a la realidad frente a la ilusión, y es que él "no amaba realidades", sino un posible mundo más hermoso, afirmó Amorós.
Con "exageración de amigo", el protagonista de este curso llegó a decir que una película de Chaplin es mejor que todas las obras de William Shakespeare, y, como apuntó Amorós, creía que el arte no enseña, sino que, como mucho, puede servir para "refinar un poco más las maneras", pero las personas no se vuelven buenas o malas como consecuencia de ver una obra.
Entre las obras de Neville que el escritor citó en su intervención no pudo faltar El baile (1952), a la que calificó como su "obra maestra" y en la que participó "su gran musa", Conchita Montes. Amorós destacó que en ella se adora a la "mujer diosa" y se afirma que el amor es superior al matrimonio. De Veinte añitos (1954) dijo que tiene como lección que el amor entre una pareja cobra sentido en la última etapa de sus vidas, al envejecer juntos. Neville afirmó que Rapto (1955) cuenta lo que los hombres maduros, como él, quieren que suceda en la realidad. Esta obra narra el conflicto de una joven que debe elegir entre un hijo y un padre que están enamorados de ella y, a su vez, se aprecian mutuamente. Al final, ella se queda con el padre.
Amorós también habló de La extraña noche de bodas (1963), en la que Neville se burla del mundo burgués. Y es que, recordó, este autor era "muy cosmopolita pero muy enamorado de la España popular, no le gustaban los burgueses aburridos". El escritor concluyó su conferencia con la afirmación de que "el teatro de Neville, partiendo del costumbrismo, profundiza", y lo terminó de definir como "una alegría con gotas de tibia melancolía".
Un cineasta con duende
La jornada se cerró con una conferencia a cargo del historiador, escritor y director de Comunicación del Museo Thyssen-Bornemisza, José María Goicoechea, quien habló de la afición al flamenco de Neville y de cómo la plasmó en su película Duende y misterio del flamenco (1952). Explicó que el cineasta escribió un artículo sobre el cantaor Antonio Mairena en el que toca los aspectos básicos de su relación con este arte. Neville dijo en este texto que el flamenco ya no era lo que había sido, que resultaba aburrido escuchar siempre lo mismo y reivindicó el flamenco no comercial. "Vemos la pulsión del que disfruta con esto, estaba al día con un punto de vanguardia", relató Goicoechea.Fragmento de Duende y misterio del flamenco (Edgar Neville, 1952)
El escritor detalló una anécdota en torno a un concurso de "cante jondo" en Granada, ciudad a la que Neville había acudido con su amigo Federico García Lorca. Ambos tuvieron que hacerse cargo de uno de los concursantes el día previo a su actuación; se trataba de Diego Bermúdez, también conocido como "El Tenazas de Morón". Goicoechea explicó que el día del concurso este se puso tan nervioso que cantó mal, pero el interés de esta pequeña historia reside en que el cineasta se estrenó como periodista realizando una crónica de este concurso, en la que denotó ser "muy de las esencias", indicó el historiador."Para Neville el flamenco está muy basado en lo auténtico llevado a una taxonomía muy marcada", dijo Goicoechea, quien añadió que ponía en una categoría inferior su vertiente más alegre. Y es que "hay un punto un poco clasista de Neville con el flamenco, dice que el flamenco a quien le gustaba era al pueblo y a los duques", apuntó. Sobre el baile propio de este arte, Neville destacó la idea de la autenticidad, y afirmó que "el bailaor baila bien cuando baila para él", explicó.
El historiador relató que Duende y misterio del flamenco partió de un proyecto de cortometraje fallido que Neville trató de hacer junto a un fotógrafo americano. El género al que pertenece es ambiguo, ya que "no es un documental como los de National Geographic, pero la parte narrativa se pierde un poco", señaló Goicoechea. Esta cinta se registró como largometraje de ficción y no como documental para saltarse el control del NO-DO.
Un total de 26 números de flamenco se suceden en esta película de Neville, que en su estreno en Madrid fue reconocida por el valor de la exposición del flamenco y criticada por su desorden, expuso el historiador. "Vista ahora tiene un color rarísimo, creo que está pidiendo una restauración y hacer una edición buena", afirmó Goicoechea.
Entre las escenas de este filme, el historiador destacó una rodada en Sacromonte (Granada), en la que se muestra un entierro gitano. Señaló que varias fuentes coinciden en que Neville quiso representar con ella el entierro que no tuvo Lorca. Por último, Goicoechea se atrevió a predecir el flamenco en el que Neville estaría interesado en la actualidad, que sería el que "se abre a transgredir la ortodoxia", y puso como ejemplo de esto a la cantante Rocío Márquez.
@sergi02