Una imagen de Barry Seal, el traficante
Se estrena en España Barry Seal, el traficante, el biopic sobre el piloto que traficaba para Pablo Escobar y le delató, protagonizada por Tom Cruise y dirigida por Doug Liman, con quien ya trabajó en Al filo del mañana. "Es todo un antihéroe. No justificamos lo que hizo, pero nos gustaría", asegura el actor.
La película está dirigida por Doug Liman, un inspirado cineasta que ha logrado moverse en el terreno del blockbuster puro y duro y al mismo tiempo imprimir cierta personalidad e inteligencia a sus producciones, lo cual es menos obvio de lo que debería. Director de títulos como El caso Bourne (2002) o Sr. y Sra. Smith (2005), Liman ya colaboró con Cruise en aquella espléndida Al filo del mañana (2014), una refinada odisea de ciencia ficción, y en esta Barry Seal, el traficante, ambos cambian totalmente de tercio para contarnos las peripecias de ese Seal que comienza haciendo fotos de los grupos insurgentes comunistas en Centroamérica para la CIA para, poco después, convertirse en el más audaz y talentoso de los pilotos aéreos del cartel de Medellín.
El resultado es una película fantástica, contada con ritmo y gracia, en la que un Tom Cruise en plenitud de facultades lidera un show tan delirante y divertido que uno no puede dejar de maravillarse y sorprenderse por lo que ve en pantalla. Sin el moralismo de esa Narcos de Netflix que parece escrita por el FBI, la película es una parodia de las pifias de los servicios secretos de Estados Unidos y podría haber sido escrita por Noam Chomsky con una sobredosis de LSD. Ambientada en esos años 80 en los que Reagan financiaba a la Contra para luchar contra los sandinistas de Daniel Ortega, que sigue siendo presidente, Seal comienza haciendo fotos aéreas de los campos de entrenamiento de los comunistas para en seguida comenzar a trabajar para Pablo Escobar y ganar mucho, muchísimo, dinero.
Barry Seal tiene algo en el tono y el ritmo que recuerda a un filme como El lobo de Wall Street (2014), en el que Martin Scorsese retrataba esos años de esplendor y euforia capitalista desde el corazón de las finanzas con un tono de sátira. Liman, cineasta refinado que convierte los usos y rutinas de Hollywood en algo más grande y mejor, nos fascina con un retrato de la incompetencia de los servicios secretos de Estados Unidos que viene a ser también el necesario contrapunto a la retórica patriotera e hipócrita de un país acostumbrado a hacer y deshacer en el mundo según le venga en gana. Porque Barry Seal tiene una virtud extraordinaria, ser a la vez una de las mejores comedias de los últimos años y proporcionarnos una lección de política internacional imprescindible.
@juansarda