Una imagen de la película

No tiene mucha suerte Lorenzo Silva con las adaptaciones cinematográficas de sus populares novelas policíacas. En La niebla y la doncella cuanto más sabemos de la trama, menos nos creemos.

No tiene mucha suerte Lorenzo Silva con las adaptaciones cinematográficas de sus populares novelas policíacas. La cabo Chamarro y el sargento Bevilacqua regresan a la pantalla en la piel de dos atractivos actores como Aura Garrido y Quim Gutiérrez en una película dirigida por Andrés M. Koppel con un título pomposo a más no poder. En ella la pareja de investigadores llegan a la Gomera (Canarias sale mucho en el cine español no porque los directores estén fascinados con sus paisajes sino por su generosa política de incentivos fiscales) para resolver el misterio de la muerte de un guapo y tumultuoso joven. A los sabuesos se les une Verónica Echegui en la piel de una guardia civil local con más enjundia de la que podríamos pensar en un primer momento.



Por supuesto, nada es lo que parece y la historia está repleta de giros y más giros de trama en los que descubrimos el pasado oscuro del chaval asesinado, una suerte de playboy local que literalmente se acostaba con toda la isla mientras su enigmática madre miraba hacia otro lado cuando no tenía otros intereses ocultos en el drama. Como símbolo de los tiempos, el principal sospechoso es un poderoso político aunque en este caso los prejuicios pueden jugar malas pasadas. No he leído la novela así que soy incapaz de decir si las sucesivas y cada vez más inverosímiles vueltas de tuerca de la trama son el resultado de un guión mal construido o si la propia novela ya resulta poco creíble. En cualquier caso, a medida que sabemos más de esta historia, cada vez nos creemos menos.



Lo que sucede en La niebla y la doncella, plagada de guiños a los fans del original literario, es que cuanto más sabemos y descubrimos, más nos desinteresamos y alejamos de una trama que a fuerza de querer sorprender causa verdadero agotamiento. No solo eso, como si todo fuera desfalleciendo a la vez, la película a cada minuto que pasa da la impresión de estar peor dirigida y mientras al principio logra seducirnos con algunas imágenes sugerentes de la pequeña isla canaria, con esa niebla omnipresente, poco a poco la planificación es más plana y televisiva. Dicho todo esto, podría ser peor y quienes acudan a verla es posible que salgan medianamente satisfechos. La realidad, sin embargo, es que probablemente sus imágenes funcionen mucho mejor en televisión que en pantalla grande.



@juansarda