Una imagen de Inmersión de Win Wenders

El director alemán inaugura el Festival de San Sebastián con Inmersión, un filme con un argumento que desafía todas las leyes de la verosimilitud pero que tiene trazas de buen cine y momentos apasionantes. Por su parte, el chileno Sebastián Leilo presenta la esplendida Una mujer fantástica.

No ha gustado mucho Inmersión, la nueva película de Wim Wenders con la que esta mañana se ha dado por inaugurada la sección oficial de San Sebastián. Co-producción española (cosa que no se ve por ningún lado), la película es un filme a la medida de un director legendario que desde hace años realiza un cine muy personal, adjetivo que también puede ser sustituido como estrambótico. Porque Wenders, autor de algunas películas míticas del cine europeo como Alicia en las ciudades (1974), El amigo americano (1977) o su epopeya estadounidense Paris, Texas (1984), siempre ha tenido una vocación por lo lírico y lo trascendente que desde hace algún tiempo no le funciona tan bien como en esos gloriosos 70 y 80 en los que arrasaba con todo. Y eso que Inmersión, con un argumento que desafía todas las leyes de la verosimilitud, no está tan mal. Por momentos, incluso, está muy bien.



Cuenta el "breve" pero trascendente encuentro entre dos almas a la deriva por motivos distintos. Un romance que sucede en un hotel-refugio en la costa francesa. Es el descanso del guerrero. Ella (Alicia Vikander) es una eminente científica que trabaja nada menos que en la búsqueda del origen de la vida en el mar de Groenlandia y él (James McAvoy) es un ingeniero hidráulico que trabaja en un proyecto humanitario en Somalia. No solo eso, el cooperante también colabora con los servicios secretos británicos para desenmascarar a una peligrosa célula yihadista instalada en esas tierras. Ambos se enamoran locamente poco antes de partir cada uno a sus importantes misiones para el futuro de la humanidad. No exagero, en Inmersión sus dos protagonistas están llamados a un destino extraordinario.



Lo que en parte se le reprocha a Inmersión, y es cierto que sorprende porque estamos acostumbrados a lo contrario en el cine y literatura "de calidad", es su mirada "occidental". Es decir, aquí no hay atisbo de simpatía, o apenas la hay, por los yihadistas. Los fanáticos son los malos de la película y el ejército de Estados Unidos es una especie de séptimo de caballería llamado a salvar a los civilizados blancos de los salvajes indios/radicales musulmanes. Nada que objetar. Como sostiene Zizek, el arte europeo parece girar única y exclusivamente en torno a ese sentimiento de culpabilidad mal llevado y a la idea de que el eurocentrismo debe ser combatido y despreciado como intrínsecamente malo en cada obra que se precie.



En un panorama plagado de discursos vacíos y contemporizadores, Wenders tiene la virtud de presentar sus cartas sin trampas. Al alemán no le gustan los islamistas y no se entretiene buscándoles excusas, lo cual está muy bien. Otra cosa es que el montaje paralelo entre la odisea acuática de Vikander y el martirio yihadista de McAvoy no resulte un tanto forzado, además de difícilmente creíble, además de un tanto pedante y excesivo. Un pecado que ya podía observarse en todo su esplendor en la anterior película del cineasta, Todo va a estar bien (2015). Pero esta Inmersión, además de muy entretenida, tiene trazas de buen cine y momentos apasionantes y es posible que guste más al público que a los críticos, lo cual tampoco está tan mal.



Una mujer fantástica, de Sebastián Leilo

La jornada inaugural también ha sido el día de Sebastián Lelio, autor chileno que ya nos deslumbró con su debut, Gloria (2013), esa película en la que reflejaba los estragos de una madurez no del todo bien llevada en una mujer casi anciana que se pega unas juergas monumentales. Si entonces el director nos sorprendía y emocionaba con su mirada humanista a un personaje que en la mirada de un director con menos talento hubiera resultado perturbador o sórdido, en su nuevo filme, espléndido, Una mujer fantástica, que ha inaugurado la sección Horizontes Latinos después de triunfar en el último Festival de Berlín, encuentra de nuevo caudales de humanidad.



En el filme vemos a otra mujer a contracorriente, Marina (Paulina García, premiada como mejor actriz en el certamen alemán), una transexual aguerrida, sensible e inteligente que mantiene un romance con un hombre acomodado mayor que ella. Después de una noche idílica, el novio muere de repente y la pobre Marina debe enfrentarse, una tras otra, a una serie de situaciones humillantes por el hecho de no ser una mujer "normal". Es esta realmente una "mujer fantástica" por la dignidad con la que sabe sobrellevar la injusticia del mundo, sin caer en ninguna de las trampas del cinismo, el rencor o la violencia a la que con frecuencia arrojan la experiencia de la brutalidad. Muy bien interpretada y rodada con ritmo y gracia, Lelio compone un filme que resuelve con elegancia lo devastador del fondo para acabarnos convenciendo con una hermosa parábola sobre la lucha contra el mal en el mundo y la dignidad de la dignidad. Todos somos Marina, o sabemos lo que es serlo, y ella es una "mujer fantástica" y una heroína contemporánea. En un mundo sin héroes, no está mal que de vez en cuando surja alguno.



@juansarda