Revenge
Llegan las nuevas voces femeninas del terror al Festival de Sitges, que celebra su edición número 50 buscando la renovación del cine fantástico y de terror en un año en el que nos han dejado George A. Romero y Tobe Hooper. Abrirá sus puertas el próximo 5 de octubre Guillermo del Toro con La forma del agua, premiada en Venecia.
Inaugurará esta 50 edición el filme de Guillermo Del Toro La forma del agua, que arrampló en Venecia con el preciado León de Oro. Desde finales de los 60, en pleno tardofranquismo, y hasta el nuevo milenio, Sitges ha pasado por el terror ibérico y las coproducciones teñidas de destape, por productoras míticas como la Hammer, la factoría Corman, la Full Moon o la Troma, por el nacimiento del terror moderno con sus polémicas en torno al gore, el splatter y el slasher, hoy trasnochadas, hasta llegar a fenómenos milenaristas como la explosión del nuevo cine de terror español y la Factoría Filmax, el J-Horror o terror japonés, el cine de la crueldad extrema francés, el torture porn o el meta-cine de Tarantino.
Durante cinco décadas, Sitges ha funcionado no sólo como escaparate de éstas y otras muchas tendencias, sino también como punto de reunión para creadores, fans, críticos y público, convirtiéndose en parte del género y su evolución, permitiendo adivinar sus futuros caminos e influyendo en ellos. Pero este año tan especial, invoca un cierto aire elegíaco: en los últimos meses han sido varios los grandes maestros del terror, habituales del festival, quienes nos han dejado, sin que se vea claramente a sus posibles sustitutos y herederos.
Padres del terror moderno
Tragedy Girls
Wes Craven, George A. Romero y Tobe Hooper han fallecido en rápida e inesperada sucesión, y con ellos se han ido tres de los autores cinematográficos que crearon el terror moderno entre finales de los años 60 y mediados de los 70 del pasado siglo, con obras seminales, poderosas y radicales como La última casa a la izquierda (1972), La noche de los muertos vivientes (1968) y La matanza de Texas (1974), respectivamente, encarnando fórmulas revolucionarias como el splatter ultraviolento, los zombis caníbales, los psicópatas asesinos, el slasher y el gótico de la América profunda, tendencias, personajes y arquetipos que siguen marcando el género en la actualidad. Con Cronenberg, Lynch y De Palma alejados del terror y Carpenter, Landis, Dante o Coscarelli dedicados a otros menesteres... ¿qué nos depara Sitges capaz de reemplazarlos?Pues, en principio, nos ofrece un indudable giro femenino, inevitable en el siglo XXI, que encabeza la directora Coralie Fargeat, quien recoge el testigo del cine extremo francés con su esperada Revenge, puesta al día del género de rape & revenge que sorprendiera en la pasada edición de Toronto, cuya Midnight Madness tantas buenas sorpresas suele traernos. Por su parte, la canadiense Robin Aubert pone también acento francés a su peculiar mirada al tema zombi con Les affamés, una fábula apocalíptica rural netamente ‘québécois'. El tándem compuesto por Hélène Cattet y Bruno Forzani prosigue su deconstrucción de los géneros clásicos, inspirada por el giallo y el polar de los 60, llevándola a extremos cada vez más delirantes con su adaptación de una novela negra de culto de J-P Manchette y J-P Bastid, Laissez Bronzer Les Cadavres, sólo para viciosos del esteticismo y la forma por amor a la forma. Por supuesto, las nuevas voces femeninas del fantástico vendrán bajo la advocación de la Diosa Madre Susan Sarandon, homenajeada para la ocasión y recordada por hitos del género como Rocky Horror Picture Show (1975) o El ansia (1983), del también desaparecido Tony Scott.
Muse
Con sus históricos homenajeados, aparte de Sarandon, Guillermo Del Toro, Dario Argento y William Friedkin, esta 50 edición será una fiesta para los amantes del género... Pero habrá que tener en cuenta las sombras espectrales de aquellos que crearon el mejor terror moderno: no me extrañaría que, si no aparecen pronto herederos capaces de renovar el género, Sitges se convierta este año en escenario también de un sangriento body count... y no quede ni el apuntador. Avisados estamos.