Una imagen de la película
Una pequeña joya que logra a lo grande divertirnos y conmovernos gracias a unos personajes tan reconocibles como carismáticos
Lo curioso del asunto es que La gran enfermedad del amor tiene un guión escrito por Kumail Nanjani y Emily V. Gordon en la que nos explican su propia historia de amor y en la que son interpretados por el propio Kumail y la actriz Zoe Kazan respectivamente. Es un detalle encantador, que en realidad dice poco sobre si la película es buena o no, pero que acaba dándole ese aire de pequeña joya que emana todo el rato del filme.
Ellos son una risueña y simpática estudiante universitaria y un emigrante paquistaní que trabaja como conductor de Uber y por las noches da monólogos cómicos en un bar a la espera de una oportunidad. Ella no busca novio y de hecho, evita las relaciones. Lo de él es más complicado, sus padres están empeñados en casarlo con alguna joven de buena familia oriunda de su mismo país. A partir de aquí, chico conoce chica, se enamoran, por supuesto aparecen los problemas y en el momento en el que parece que todo se va al traste, ella se pone muy enferma, ingresa en el hospital y entra en coma. El bueno de Kumail, recién abandonado por su novia después de que ella descubra que los padres de él le presentan de forma constante potenciales prometidas, no abandona ni de noche ni de día el hospital a la espera de su recuperación y se hace amigo de sus padres, entre los que destaca una recuperada Holly Hunter demostrando una vez más que es una actriz extraordinaria.
Lo mejor de La gran enfermedad del amor son sus personajes, la pareja protagonista, los padres y los amigos del club de monólogos, que casi parecen merecer su propia película. Narrada con ritmo y sin forzar en ningún momento los aspectos tiernos del asunto, es una película que se ve en un suspiro, deja buen cuerpo y con ganas de más. Desde luego, no es poco.
@juansarda