Carlos Marqués-Marcet durante el rodaje de Tierra firme
El director de la exitosa 10.000 km regresa al mundo de la pareja con Tierra firme, una película notable, de fácil digestión y dotada de un aura de cine simpático que no es ni mucho menos despreciable.
Pregunta.- ¿Cómo surge ese barco en el que viven los protagonistas?
Respuesta.- La película no hubiera existido si no hubiéramos visitado a Natalia en su barco de Londres. Cuando estábamos preparando 10.000 Km fui a visitarla con David Verdaguer y allí conocimos esa manera tan loca de vivir. Cada dos semanas cambia de lugar. Rodar allí en Inglaterra tenía que ver con ese modo específico de vida. No encontramos ningún lugar que nos ofreciera un tipo de vida parecido. Hay gente que vive en un barco pero está atracado en un puerto y no se mueve. En Londres hay como siete mil personas que viven en un barco nómada y ahora tienen un problema de sobrepoblación porque comienzan a no caber. Los alquileres son tan altos que es casi la única opción de vivir barata en el centro.
P.- Ese barco que se mueve es una metáfora muy clara de esta era de incertidumbre que vivimos.
R.- Más que una metáfora es una pura realidad y una consecuencia de lo que hay. Los trabajos no son fijos en un sistema económico-productivo y hay un problema de espacio a sumar provocado porque las relaciones interpersonales también son cada vez más frágiles. Hay algo muy orgánico. De todos modos está en el contexto. Me interesa más Mike Leigh que Ken Loach.
P.- Es inevitable pensar en el barco de L'Atalante (Juan Vigo, 1934). ¿Fue un referente?
R.- Es gracioso porque cuando acabamos la primera versión del guión se lo pasamos a un amigo y fue él quien me dijo que había una gran conexión L'Atalante. Hay algo de mi fascinación por ese mundo de los canales. Las ideas intuitivas que coges no son tan intuitivas. Desde luego hay cierto romanticismo poético que me gusta mucho. Es un grito de me estoy ahogando y quiero vivir.
P.- ¿Quería conquistar el terreno de la ternura?
R.- Hablaba mucho con Ángel Santos de que a veces me siento fuera de lugar en el panorama contemporáneo porque me interesa mucho la ternura. Es algo completamente olvidado. Siempre hay un Kaurismaki, pero aún así con una distancia un poco irónica. Está bien con Stroheim pero no hay que olvidar a Chaplin.
P.- ¿Quería retratar a esos cientos de miles de españoles que se han marchado a vivir fuera de España?
R.- Ahora lo que estamos viendo es que mucha gente está volviendo aunque quizá la economía no haya mejorado tanto. Quería contar el caso de quien se va por necesidad y no por curiosidad, del que está en ese vaivén de la vida. Has ido a no sé dónde y allí te has quedado. La idea de que eres una persona distinta en otro idioma también me gusta mucho. Vemos por ejemplo que Natalia hablando inglés o castellano parecen dos personas distintas.
P.- ¿La describiría como una comedia romántica?
R.- Más que una comedia romántica es lo que pasa después. Una comedia romántica normalmente narra cuando el chico conoce a la chica, se explica el momento del enamoramiento. Si hablamos de comedia romántica y nos referimos a títulos como Así habla el amor (1971) de Cassavetes ahí me siento reconocido. Es una película sobre el hecho de romper expectativas y ver cómo gestionas lo que esperan los demás de mí. Tiene más que ver con el amor que con el enamoramiento, lo que podríamos llamar "after romantic comedy".
P.- Nunca nos queda muy claro si el personaje de Verdaguer se inmiscuye en la feliz relación de las chicas o si se aprovechan de él como "semental". ¿Cómo lo ve?
R.- Él también se está aprovechando de ellas. Es una persona con dificultades obvias para mantener relaciones obvias, y de repente con ellas encuentra algo que le motiva. Todos hacemos un poco lo mismo y funcionamos con esta lógica de la inversión y el retorno en nuestras relaciones , es difícil romperlo. Empieza con esta cosa divertidacomo de aventura. Pero cuando se hace real la idea del niño todo cambia. Además me interesaba explorar esto que pasa de que hasta que no estás en una situación realmente no sabes cómo vas a actuar. Cuando llega la paternidad encuentra un ancla que no sabe que está buscando. Es un personaje complejo. Parece el típico "viva la vida" pero luego todos tenemos nuestras razones de por qué somos así.
P.- El filme transpira una rotunda libertad...
R.- Quiero retratar a personas para las que su vida profesional no es su máximo objetivo. Natalia no quiere no tener un hijo por el trabajo, sino por una cuestión de egoísmo, piensa que su novia no le hará tanto caso cuando haya un bebé. Cuando estarías filmando antes que hacer otra cosa como es mi caso es otra historia. El hecho de que no estés tan implicado con tu trabajo te permite realmente poder dedicarte a otra cosa. Para mí es muy importante tener amigos que no se dedican al cine.
P.- ¿Cómo ha sido rodar en Gran Bretaña?
R.- El mundo inglés y la burocracia inglesa son un aprendizaje. Es curioso porque tenemos la imagen de los ingleses que son como los americanos o los alemanes. Pero luego resulta que la historia tiene mucho peso y una carretera puede tener cinco zonas distintas que pertenecen a cinco dueños distintos. Para todo se necesita mucha burocracia que no es práctica.
P.- En la película los emigrantes (Verdaguer y Tena) se llaman a sí mismos españoles siendo de Barcelona. A estas alturas, casi parece un mensaje político.
R.- Si tuviéramos tres horas para hablar del procés hablaríamos. Me parece un tema muy complicado que requiere mucho tiempo. Me interesa pero no es un momento para dar titulares.