Fotograma de Destinos, retrato de Sofía dirigido por Stephan Komandarev

Europa como enfermedad o como remedio. Europa como cuna de la civilización o como vertedero al que van a parar todos los desechos de una civilización perdida. Europa como una de esas ciudades descritas por describe Zygmunt Bauman que se acaban convirtiendo en el contenedor que reúne todos los problemas de este mundo que los gobiernos no han podido resolver. Ciudades convulsas y agitadas por dinámicas que las superan y que las acaban convirtiendo en escenario idóneo de la catarsis hipermoderna. Una catarsis humana y social que vemos en dos filmes de reciente estreno, la búlgara Destinos, de Stephan Komandarev, y la italiana Corazón puro, de Roberto de Paolis, en las que las respectivas capitales de sus países, Sofía y Roma, se convierten en símbolos de esas tensiones.



Como un "cadáver" se describe literalmente a Bulgaria en Destinos. Vemos un país desintegrado en lo "social, económico y más importante, en lo moral", como nos cuenta Komandarev, en el que solo cabe ser optimista porque "si te quedas en Bulgaria es que eres optimista". El cineasta tiene formación como médico, y en este caso, su asunto, su propio país, es al mismo tiempo una materia narrativa de primera como un paciente: "Mi primera dedicación fue la de doctor. Cuando estaba en la universidad tenía un profesor que decía que el 80 % de un buen tratamiento consistía en el diagnóstico correcto. Mi intención con esta película es hacer ese diagnóstico de mi país para encontrar el mejor remedio. He hecho esta película porque quiero a mi país. Trato de provocar debate y discusión para cambiar las cosas de una manera positiva".



Casualidad, tanto Komandarev como Paolis se han basado en historias reales para sus películas. Destinos nació a raíz de un caso muy sonado en Bulgaria, el asesinato de un banquero a manos de un taxista. El banquero, al parecer, le había pedido un soborno para darle un crédito que le sacara de la ruina. "Fue un suceso muy famoso en Bulgaria", nos explica el director. "Ese asesinato generó una gran discusión. El taxista se defendió y explicó sus motivos. Ahora está en la cárcel pero tuvo muchos apoyos. Toda violencia es dolorosa y recriminable, pero hay situaciones muy angustiosas que pueden empujar a la gente a la violencia. Se trata de llegar a un punto en el que esas situaciones no se produzcan".







En el caso de Corazón Puro, al director Roberto de Paolis le llamó la atención una noticia de signo muy distinto pero que también revela de forma profunda las tensiones latentes de nuestra sociedad. "Leí la historia que me inspiró en el periódico hace unos años. Trataba sobre una chica que decía que había sido violada por diez gitanos. Al cabo de unos días se supo que se lo había inventado. Era de una familia muy católica que esperaba que llegara virgen al matrimonio y como tuvo sexo con su novio se inventó que había sido violada. Me pareció que esta historia es muy interesante porque te da una idea de lo que debía pensar esta chica y su entorno sobre los gitanos y la facilidad con la que creía que podría endosarles el crimen. Simbólicamente es una historia muy fuerte sobre lo que está sucediendo en estos tiempos en Italia y Europa. Vemos por una parte a una chica que siente que debe permanecer pura y una sociedad que percibe a los emigrantes como una invasión".



Hace poco saltaba la noticia de que Bulgaria es, después de Siria, el país que pierde población a una mayor velocidad. Si en 1989 vivían casi nueve millones de personas en el país, ahora quedan siete. Trescientos mil de ellos viven en España, uno de los destinos favoritos para los búlgaros. Una emigración masiva que prosigue a un ritmo acelerado y que se ha cobrado en toda una generación de jóvenes su más dolorosa víctima: "La crisis social y económica es terrible, pero la peor crisis es la moral. En Bulgaria tenemos a toda una generación de jóvenes a la que llamamos 'generación Skype', que creció sin sus padres porque estaban trabajando en el extranjero, muchas veces en España, y solo se han podido comunicar por Skype. Y lo que podemos ver del resultado de eso no es muy bueno porque la comunicación ha sido muy mala. Tienen mejores ropas pero muy poca conciencia de lo que es bueno y malo".



Corazón puro narra el romance entre un joven de clase baja que proviene de una familia desestructurada y una chica de clase media y educación católica. Dos personajes antagónicos entre los que se sitúa la comunidad gitana, la gran apestada de un suburbio de Roma en el que, como dice el director del filme Roberto de Paolis, el sentimiento más extendido es el miedo. "La película sucede en un lugar que no conocía en absoluto y tuve que investigar mucho sobre el terreno para entender mejor tanto las comunidades católicas como las áreas de los suburbios de Roma o la realidad de los gitanos. Así surgió la idea de inventar un romance entre un chico y una chica que no tuvieran nada que ver. Y entonces nos enfrentamos a una pregunta básica: ¿por qué tenemos tanto miedo de los que son distintos a nosotros? Para mí es muy interesante contestar a esta pregunta".







En Corazón puro, los italianos "de toda la vida" se enfrentan a los emigrantes en una partida que está definiendo la política mundial. Vemos a esos "desheredados" de la globalización que le dieron la victoria a Trump y que, como reflexiona Manuel Castells en su último libro, Ruptura, "son millones de personas cuyas voces habían sido apagadas por la corrección política de las elites cosmopolitas que habían monopolizado la política, la cultura y la economía del país". 



Paolis llegó a conocerlos bien después de investigar a fondo en los suburbios romanos y lo cuenta de esta manera: "Tenemos que encontrar maneras de poder hablar de los problemas que nos preocupan. Para ello es necesario escuchar a la gente y tratar de entenderla aunque tengan puntos de vista totalmente distintos. Toda la parte del mundo del parking y de los guetos está contada desde el punto de vista del chico. He conocido a muchos chicos que odian a los gitanos y los emigrantes, en gran parte porque tienen mucho miedo de acabar como ellos porque ya no tienen casa, ni trabajo, ni dinero. Creo que es importante no juzgarlos porque están en una situación muy difícil a todos los niveles. No creo que necesitemos más películas que juzguen a estas personas, es más interesante entender qué pasa en sus vidas porque por supuesto hay un problema social enorme detrás de ello. Tenemos que ponernos en la piel de esta gente".



@juansarda