Ben Stiller es Brad

¿Qué fue de Brad? es una bella película del director Mike White con Ben Stiller como protagonista que cuenta la crisis de los 50 de un hombre que siente que la vida se le ha escapado de las manos.

Una de las mejores películas del siglo XX es El fuego fatuo (1963) de Louis Malle. Allí se explicaba el descenso a los infiernos de un treintañero con problemas de alcoholismo que se siente incapaz de afrontar los rigores de la madurez después de una vida llena de excitaciones y placeres. En aquel filme, adaptación de una novela de Drieu La Rochelle, veíamos la desolación de un hombre instintivamente antiburgués incapaz de afrontar el vacío de lo que queda por vivir. La película, extraordinaria, en último término se planteaba la eterna "gran" pregunta, esto es, ¿cuál es el sentido de la vida?



Algo de eso hay, aunque en un contexto digamos ultra neoliberal, en ¿Qué fue de Brad?, una bella película del director Mike White con Ben Stiller como protagonista. Cuenta la crisis de los 50 de un hombre que siente que la vida se le ha escapado de las manos. Quizá el título en inglés del filme, "el estatus" de Brad, sea en realidad más elocuente sobre el verdadero asunto del filme. Lo que aquí se dirime es el complejo de inferioridad del protagonista, abrumado por el éxito financiero y social de sus compañeros de universidad y convencido de que es un fracasado.



Unos vuelven y otros van. Mientras Brad tiene la impresión de que no ha conseguido sus metas en la vida quien sí puede conseguirlas es su propio hijo adolescente, un músico brillante que aspira a entrar en Harvard y al que acompaña en su tour por las universidades de Boston. Estructurada en torno a un largo monólogo interior del torturado Stiller, de lo que se trata aquí es de ver cómo se enfrenta a algo tan empinado y rotundo como el vacío de los años que le quedan con la convicción íntima de que el tren del éxito ya ha pasado para él y nunca será el tipo rico y famoso que alguna vez había soñado.



Ben Stiller, un tanto excesivo en su gravedad, es el centro de un filme no del todo fácil de ver porque tiene algo de ese poshumor tan exitoso en nuestro país en el que de lo que se trata es de ver a un personaje patético haciendo el ridículo. Visto, además, desde los ojos de un jovencito a la edad en que uno resulta más cruel e incólume con los padres. La película alcanza el máximo nivel de patetismo en esa entrevista con la amiga de su hijo, donde ese maduro acomplejado se desvela definitivamente como un idiota, y su cénit en la cita con el amigo famoso, al reflejar en todo su esplendor los estragos de un mundo insano en el que el éxito monetario y la celebridad casi parecen ser los jueces definitivos sobre la propia razón de ser de nuestro paso por la vida.



@juansarda