Fotograma de Lou Andreas-Salomé, de Cordula Kablitz-Post
Para los amantes de la filosofía, la figura de la escritora Lou Andreas-Salomé (San Petersburgo, Rusia, 1861-Gotinga, Alemania, 1937) siempre ha sido un mito, algo así como esa secundaria que por momentos amenaza con robarle protagonismo al personaje principal. De origen ruso, Andreas-Salomé fue objeto de deseo inalcanzable para Nietzsche, que se enamoró de ella sin remedio. También fue amante del gran poeta Rainer Maria Rilke (lo de Rainer, por cierto, se le ocurrió a ella, que consideraba el original René afeminado) y, para mayor gloria, en su madurez fue discípula a la vez que inspiración para Sigmund Freud, en cuya teoría del psicoanálisis colaboró con importantes estudios sobre el narcisismo.En estos tiempos en los que urge poner énfasis en el importante papel de la mujer en la historia de la cultura, la alemana Cordula Kablitz-Post ha dirigido un biopic sobre esta mujer fascinante titulado sencillamente con su nombre, Lou Andreas-Salomé. En esta película, la pensadora se revela como una mujer libre, pionera en la reivindicación de los derechos de las mujeres y cuya figura ha sido más o menos silenciada solo por su condición femenina. La misma que la hizo sufrir toda su vida por la tensión con su familia, de la nobleza de San Petersburgo, y que la obligó, por ejemplo, a un matrimonio de conveniencia con un hombre mucho mayor que le sirviera de tapadera para su libertad.
Nietzsche y Rilke son los hombres que marcan a Andreas-Salomé. Con el primero, interpretado por Alexander Scheer, forma un triángulo de amistad y pasiones no correspondidas que también incluye al filósofo y médico alemán Paul Rée, que también cae rendido ante Salomé. Ella, empeñada en ser libre, se niega a cualquier relación sexual o romántica y es al mismo tiempo una luchadora y una mujer espartana que, ante el eterno dilema de Nietzsche entre apolíneos y dionisíacos, claramente se decanta por los primeros. Imbuida del coraje de las pioneras, Andreas-Salomé no quiere que los hombres la distraigan de su camino a la sabiduría y se entrega por completo a la vida intelectual.
Interpretada en su juventud por Katharina Lorenz y en su vejez por Nicole Heesters, la primera logra transmitir la energía y la inteligencia viva de la escritora mientras la segunda, en una interpretación soberbia, logra crear un personaje atractivo y con aristas, una mujer audaz y libre pero también dura y distante, quizá demasiado encallecida por años de lucha contra el prejuicio y el rechazo con el que tuvo que lidiar por querer ser una mujer independiente en una época en el que las mujeres, no digamos las señoritas de buena cuna, estaban predestinadas a ser una "fábrica de niños", en expresión gráfica de la propia psicoanalista.
El filme está estructurado como un largo flashback que Andreas-Salomé le narra a su amigo Ernst Pfeiffer, a quien contrata para que la ayude a escribir sus memorias. De esta manera, desgrana los principales episodios de su vida, profundamente imbricados, como hemos visto, en el núcleo mismo del pensamiento europeo, que a finales del siglo XIX experimentó un verdadero terremoto con los que luego se darían en llamar "filósofos de la sospecha", que pusieron patas arriba la tradición occidental con su radical rechazo del cristianismo y su tratamiento de temas tabú como la sexualidad o el feminismo.
Lou Andreas-Salomé es humana al fin y al cabo y finalmente acaba siendo pareja de Rilke, al que ayudó a salir de cierto ensimismamiento, para arrancar una fulgurante carrera en el mundo de la lujuria que le hizo concluir que su viejo amigo Nietzsche tenía razón al decir que Dioniso era superior a Apolo. Fue una de esas artistas cuya mejor obra es su propia vida, que se convierte en sí misma en un ejemplo de determinación y coraje a la hora de defender el derecho a ser libre. Personas como Lou Andreas-Salomé forjaron de una manera profunda la sociedad en la que hoy vivimos y la película hace justicia a un legado de inconformismo que sigue resonando con fuerza hoy día.
@juansarda