Marine Francen
La directora francesa estrena La mujer que sabía leer, un drama de época ambientado en la purga de disidentes que realizó Napoleón III tras llegar al poder en Francia. La película, que se sitúa en un pueblo en el que desaparecen todos los hombres, participa del actual debate sobre la situación de la mujer.
Pregunta.- ¿Cómo era esa Violette Ailhaud en la que se basa la película?
Respuesta.- Era una mujer que vivía en un pequeño pueblo de los Alpes y que trabajaba como institutriz. No había publicado libros en vida y legó éste por vía testamentaria para que llegara a sus descendientes 50 años después de su muerte porque quería proteger a los niños concernidos por la historia. El texto no fue publicado hasta los años 50 del siglo pasado porque la heredera lo guardó en secreto mucho tiempo. Por tanto es una historia verdadera de un pequeño pueblo republicano en el que los hombres lucharon contra el golpe de Estado de Napoleón III de 1852. Algunos fueron asesinados, otros deportados… Es un episodio de la historia de Francia muy poco conocido. Tenemos mucha información sobre la revolución francesa o la época de la Comuna, pero casi nada sobre ese tiempo en el que se cometieron muchas barbaridades. Hubo niños asesinados por las calles simplemente por estar en el lugar equivocado.
P.- La trama del filme recuerda al clásico de Don Siegel El seductor (1971), de la que Sofia Coppola hizo un remake hace poco, La seducción (2017). ¿Ve el paralelismo?
R.- La temática no es realmente la misma pero es cierto que hay algo en la configuración que recuerda a esa película. Hay una similitud en el hecho de que hay una comunidad cerrada de mujeres a la que llega un hombre y se convierte en objeto de deseo. Yo no vi esa película hasta mucho después de haber terminado la mía porque ambos rodajes coincidieron. Lo que sí conocía era la película de Don Siegel. Es un punto de vista extremadamente masculino sobre el deseo femenino, casi de caricatura, y muy psicologista. Es un análisis psicoanalítico de distintos tipos de deseo femenino. En la película de Coppola la caricatura es menos clara pero al fin y al cabo es lo mismo porque vemos a mujeres batirse por el favor del hombre.
P.-¿No hay también en La mujer que sabía leer una disputa por el hombre?
R.- Yo no tengo ninguna gana de hablar de eso. Las mujeres expresan su deseo por los hombres y la tristeza que les produce su ausencia, pero cuando finalmente aparece una figura masculina no se pelean por acostarse. Es al revés, llegan a un pacto para repartírselo. Además, ese deseo del hombre se relaciona sobre todo con la idea de tener hijos. Esa pulsión vital de la mujer es lo que diferencia realmente la sexualidad femenina de la masculina. Es un deseo muy animal que nos invade en determinado momento de nuestra vida, quizá por las hormonas, y es lo que explica que las mujeres sigan teniendo hijos aun en las situaciones más difíciles. Vemos cómo las mujeres siguen pariendo en períodos de guerra o con hombres sobre los que tienen serias dudas. Esa pulsión de vida es la que ha hecho que la humanidad haya atravesado períodos catastróficos con unos grandes dramas. Los niños nunca hayan dejado de llegar. Y eso es lo que muestro, esa fuerza de vida que decide no dejarse dominar por el hombre que llega del exterior y cómo se organizan entre ellas para resistir. Es un punto de vista muy diferente al de Coppola o Siegel.
La mujer que sabia leer
P.- Lo que quizá no esperan es que además del hombre vaya a aparecer el amor…R.- El drama surge precisamente de ahí. Violette en ningún momento tiene previsto enamorarse. La violencia surge de ese amor. Ella respeta el pacto, pero le cuesta muchísimo por culpa de su corazón.
P.- ¿Sigue siendo chocante para la sociedad que se hable del deseo y la sexualidad femeninas?
R.- No sé si es chocante, en teoría en la sociedad parece que vemos lo contrario, una exhibición constante de la intimidad muy vulgar. Creo que resulta mucho menos fácil hablar de eso cuando una lo intenta hacer desde una cierta justicia y pudor. Cuando una es capaz de hablar de determinados sentimientos y de sensaciones corporales y pulsiones es otra cosa. Es una época en la que la palabra intimidad parece que ha adquirido otro significado, pero yo hablo de una intimidad mucho más profunda que tiene que ver con la forma en que vivimos nuestra sexualidad. Por otra parte, es una intimidad de la que los hombres no hablan nunca. Es casi imposible que un hombre hable de sus miedos sexuales.
P.- ¿Qué opina sobre el movimiento de las mujeres en todo el mundo que estamos viendo?
R.- No lo hecho a propósito pero la película participa de una manera muy clara en el debate actual sobre cuál es el lugar de la mujer y del hombre en la sociedad. Se trata de encontrar un nuevo equilibrio entre ambos porque es necesario poner en cuestión la dominación masculina. Esa es una lucha que va desde el rechazo más absoluto a la violencia sexual, que es insoportable, hasta la injusticia de la brecha salarial. Nadie dice que se rechace a los hombres sino que haya una igualdad en los salarios, en la posibilidad de expresarse, de trabajar o no… La idea de una mujer sumisa y un hombre activo deben ser puestas en tela de juicio para que lleguemos a un necesario reequilibrio. Y el filme muestra a unas mujeres que lejos de ser pasivas luchan, se organizan y se implican de manera política. Son mujeres que defienden su libertad.
@juansarda