Image: Formentera Lady: hippie se nace, hippie se muere

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Cine

Formentera Lady: hippie se nace, hippie se muere

José Sacristán protagoniza el debut Pau Durà como director, una película que logra conmover sin recurrir a tópicos

29 junio, 2018 02:00

Nora Navas y José Sacristán en Formentera Lady, de Pau Durà

Decía Oscar Wilde, el hombre al que es más agradecido citar de la historia, que "el trabajo es la maldición de las clases bebedoras". Existen algunos seres que como es sabido se niegan de manera consustancial a madrugar, poner buena cara a quienes no soportan y enfrentarse a lo que quizá de manera eufemística se conoce como "mercado laboral". Por decirlo de otra manera, siempre ha habido hippies de palo y hippies auténticos, los menos, personas que no es que se nieguen, es que son intrínsecamente incapaces de aceptar el circo de la vida "normal" y civilizada. Todo ello lo vemos en Formentera Lady, envuelto en la belleza de esa isla de postal que impresiona a cualquiera, convertida en el último reducto de una forma de vida que el turismo de masas y el alquiler vacacional están borrando del mapa.

Actor fetiche para una generación de nuevos cineastas como Javier Rebollo (El muerto y ser feliz) o Carlos Vermut (Magical Girl), José Sacristán está viviendo desde hace un tiempo una etapa de esplendor cinematográfico que permite disfrutar en pantalla el carisma de un actor español con esa capacidad de transmitir intensidad con una sola mirada que distingue a las estrellas. Y es Sacristán el centro de este filme, debut en la dirección del actor Pau Durà, que se reserva un pequeño papel, en el que se hace un sentido homenaje a esos seres "desastrosos" que no están hechos para la hipoteca y las responsabilidades.

Formentera Lady parte de todo un clásico como el enfrentamiento entre el viejo cargado de manías con un crío que transforma su vida enfrentándolo tanto a su desorden como a su cinismo, porque la subversión también puede tener algo de cinismo. Eso sucede cuando una madre atribulada (Nora Navas) deja a su hijo de unos cinco años al cargo de su abuelo (Sacristán, por supuesto) con el pretexto de una oportunidad laboral en Francia. Músico de profesión, la vida disoluta y fumetas del viejo hippie parece poco apta para semejante cometido. Sin sentimentalismos ni forzar demasiado los aspectos dramáticos, Durà construye una película sencilla y tierna que logra conmover sin necesidad de recurrir a tópicos.



@juansarda