Jacques Doillon

Pocos artistas del siglo XIX han alcanzado el nivel de reconocimiento y popularidad del escultor francés Auguste Rodin (París, 1840-Meduon, 1917), autor de obras tan importantes y célebres como Los burgueses de Calais (1889) o El pensador (1902). Ahora el hombre y el mito vuelven a la actualidad en la piel del actor Vincent Lindon, que realiza una minuciosa interpretación del artista en Rodin, película dirigida por el veterano Jacques Doillon (París, 1944) en la que lo conocemos en sus cuarenta y pocos, cuando se hallaba en su punto álgido como artista y personaje público. En el filme cobra gran importancia su labor creativa y la cámara de Doillon, que no para quieta, dedica mucho tiempo a reflejar cómo se entrega en cuerpo y alma a su trabajo. Esa obsesión por la búsqueda de la perfección se materializa en los ocho años que Rodin dedicó a completar una estatua de Balzac, cosa que el filme describe de forma prolija. Conocemos al genio sublime pero también al hombre de carne y hueso con una complicada vida amorosa que pasaba por mantener a la vez a una amante, la también célebre y talentosa escultora Camille Claudel, con la que mantuvo una relación apasionada y tormentosa, a la vez que era incapaz de deshacer los lazos con la posesiva y celosa madre de su hijo. Con una larga trayectoria que incluye más de 40 trabajos para el audiovisual galo, entre el cine y la televisión, algunos tan conocidos como La golfilla (1979) o Ponette (1996), Doillon quería reflejar con este filme la concentración y la genialidad de un artista que vivía por y para el trabajo.



Pregunta.- ¿Por qué cree que podía ser interesante realizar una película sobre Rodin ahora?

Respuesta.- No es fácil hoy en día en esta sociedad del entretenimiento financiar una película como esta que escribí. Lo que me planteé era qué película podía al mismo tiempo permitirme hablar de temas que hacía tiempo que quería tratar y encontrar productor. Con frecuencia vemos biopics sobre escritores o políticos, con lo cual es un género que interesa al público, pero suelen ser muy malos. En el caso de Rodin, es un personaje muy conocido. De hecho, antes de hacer esta película me propusieron que realizara un documental sobre Rodin. Estuve investigando y leyendo sobre Rodin y me di cuenta de que me interesaba tratarlo desde la ficción y en seguida tuve claro que Vincent Lindon era el actor perfecto para este papel.







P.- ¿Cuáles son esos temas que hace tiempo que quería tratar y que Rodin le permitía?

R.- Modestamente, he dedicado toda mi vida al arte como Rodin y me apetecía reflexionar sobre esta labor. Por otra parte, hay una sensualidad en esta película que hace tiempo que quería reflejar. Además, existe la propia importancia de Rodin como escultor y artista. Es un hombre que cambió el curso de la historia del arte y ha tenido una gran influencia. Fue un hombre con una capacidad de trabajo increíble. Investigar sobre su trabajo y esa época es fascinante.



P.- ¿Qué valor le da a esas secuencias en las que vemos a Rodin totalmente concentrado en su labor?

R.- Hay una anécdota que explica Stefan Zweig en sus memorias que ilustra perfectamente este concepto. Al parecer, el escritor fue a visitarlo a su estudio. Después de saludarlo, Rodin se metió tanto en su trabajo que olvidó su presencia. Es muy divertida la anécdota porque Zweig explica que Rodin se asustó al encontrarlo en su estudio porque en un primer momento ni siquiera lo reconoció aunque eran amigos. Eso es la concentración. En este caso, además, no solo vemos al Rodin más conocido, el escultor, también al dibujante, igualmente apasionante.



P.- ¿Veía en la antigua mujer de Rodin y su campaña contra Camille Claudel una reedición del mito de Medea?

R.- No lo había pensado pero sin duda hay algo de eso. Una cosa curiosa que sucede con grandes hombres como Balzac, Picasso o Rodin es que los tres eran grandes trabajadores y tuvieron relaciones muy complicadas con las mujeres. Cuando se quiere a atacar a algunos grandes artistas con frecuencia se utiliza el argumento de que hicieron infelices a las mujeres. Es posible que fueran grandes egoístas, ¡pero quizás gracias a ese egoísmo hoy todos podemos disfrutar de una obra magnífica! Estamos hablando de personas con una creencia y una fe enorme en lo que hacen.



P.- ¿Qué papel le quiso dar a la compleja vida amorosa del artista en la película?

R.- Estaba claro que no podía hacer toda una película con Rodin trabajando. Y estoy muy orgulloso de darle tanta importancia porque estoy cansado de ver biopics, palabra que detesto, en los que el trabajo parece que no tiene ninguna importancia. De todos modos, también creo que era necesario tratar el asunto amoroso para hacer un retrato más completo del personaje. En lo que respecta a Camille Claudel, siempre ha habido mucha literatura sobre su relación. Lo que está claro es que Claudel estuvo muy enamorada de él y que trabajaron juntos diez años. Hubo un romance pero también una admiración mutua. Estoy seguro de que si a Rodin no le hubiera interesado su trabajo su relación no habría durado. Ella fue una discípula formidable con mucho talento. Por lo tanto, al final, la dimensión amorosa y artística acaban estando también unidas. Sus dibujos y diseños de Rodin por ejemplo tenían un gran componente erótico. Por eso fueron ocultados en su época.



P.- ¿Cree que los artistas están sometidos a una moralidad distinta a la de la gente normal?

R.- Rotundamente no. En la época de Rodin trabajaba con modelos que posaban desnudas. Se las consideraba mujeres de "poca virtud" y muchas de ellas eran prostitutas. Era muy frecuente que hubiera relaciones sexuales entre los artistas y sus modelos. En el caso de Rodin, se le ha atacado mucho por este tema. Sin embargo, Victor Hugo es un santo laico cuando fue un gran cliente de los burdeles.



@juansarda