Antonio de la Torre, Nacho Fresneda, Rodrigo Sorogoyen e Isabel Peña.
El director estrena El reino en salas tras su paso por el Festival de San Sebastián. La película muestra la miseria humana, la codicia, la traición y la barbarie detrás de las tramas de corrupción que asolan a nuestro país.
Pregunta.- ¿Cómo llega a hacer esta película?
Respuesta.- Lo primero es el tema. Nos ofrecieron a mí y mi coguionista (Isabel Peña) hacer otra película después de Que Dios nos perdone, porque tanto el productor Gerardo Herero como Atresmedia y Warner se habían quedado contentos. Nos preguntaron qué queríamos hacer y el asunto de la corrupción surgió muy rápido. La indignación que sufríamos muchos tenía todos los mimbres para construir un buen thriller.
P.- ¿Hasta qué punto los casos reales fueron una fuente de inspiración?
R.- Fue un proceso de investigación, lectura, construcción y selección. Fue muy divertido y nos daba pena desechar cosas. Queríamos hacer nuestra historia y que no se reconociese un caso en concreto. Hay gente que está tan informada que puede reconocer cosas, pero queríamos que el público común no lo identificara.
P.- ¿Por qué decidieron ambientar la película en provincias?
R.- Nos gustaba tener a Madrid en la película como símbolo del poder supremo, pero la trama no se desarrollara allí. La película transcurre en una autonomía y eso le da mucha más riqueza. Una de las grandes decisiones fue no poner de protagonista a alguien muy poderoso. Es alguien normal con el que el público se puede identificar. Tiene un cargo, pero no está en la cúpula.
P.- ¿Hay manzanas podridas o el sistema está podrido?
R.- Está claro que es lo segundo. Tenemos que preguntarnos qué hacemos nosotros y ellos para enfrentarnos a este sistema tan difícil. Depende de en qué puesto estés, para algunos políticos puede ser difícil no caer en la corrupción. Y después hay muchos tipos de corrupción. Cuanto más poder tienes más fácil es hacer la vista gorda. Hay quien se justifica con que para hacer un bien mayor tienes que hacer pequeños males. Además, siempre hay alguien más corrupto que tú y eso también te ayudar a creer que no eres tan malo. También existe ese razonamiento de que los políticos tienen sueldos bajos, pero me parece muy cínico.
P.- ¿Las amistades duran lo que los buenos tiempos?
R.- Es una visión un poco oscura de la realidad. Prefiero pensar que los grupos de amigos funcionan de otra manera. No creo que sean un grupo de amigos, sino una banda mafiosa, y es que cuando las cosas van viento en popa es más fácil llevarse bien. Precisamente lo que se descubre el protagonista es que no son amigos. Cae quien cae porque dejan que se hunda al que creen que no es peligroso. Lo que pasa es que hay muchos intereses y piezas de poder pero solo lo vemos desde esa posición que tiene el personaje de Antonio de la Torre, que nunca sabe cuánto saben los demás y cuánto sabe él. Todo el rato se tortura con que si lo van a traicionar, mucho o poco. ¿Van a por mi familia? Eso también es un elemento de thriller que nos venía muy bien la historia.
P.- ¿El corrupto nace o se hace?
R.- Lo importante no es el rey, sino el sistema. Si tú entras en un partido político donde nadie es corrupto, no lo haces. Da igual quien sea el rey. No estamos siendo provocativos porque ya está muy claro. Quizá hace quince años sería más provocativo, pero ahora mismo todo el mundo sabe que los partidos políticos roban. En realidad creo que da igual que el protagonista sea político, si hubiera estado en otro sitio también se hubiera aprovechado de la situación.
P.- ¿Por qué la película sucede antes de la crisis?
R.- Una de las razones por la que hemos trasladado la película a 2007 es porque entonces había mayor impunidad. Me gustaría pensar que los que son corruptos ahora están acojonados. La película trata sobre un momento en el que existía la sensación de que nunca los iban a pillar. Reflejamos el momento en el que ese mundo que parecía tan perfecto se desmorona.
@juansarda