Gracia Querejeta
Leyre, un ama de casa divorciada, con una vida acomodada y con una personalidad algo dispersa, debe enfrentarse a una situación para la que nadie está preparado: su hijo, un adolescente con algún problemilla conductual, mata su padre en un arrebato. Leyre, decidida a hacer lo imposible por protegerle, acaba a su pesar desatando en la ciudad de Bilbao una caótica Ola de crímenes. Este es el título del nuevo filme de Gracia Querejeta (Madrid, 1962), que tras el negrísimo humor de Felices 140 se lanza a la comedia algo más alocada, aunque con buenas dosis de mala leche. La película está protagonizada por Maribel Verdú, en su cuarta colaboración con la directora, y cuenta con un interesante reparto en el que aparecen Paula Echevarría, Juana Acosta, Antonio Resines, Raúl Peña y Raúl Arévalo. Rodada en Bilbao, se trata de la primera película dirigida por Querejeta que no parte de un guion propio.Pregunta.- ¿Por qué se ha decidido a plasmar en pantalla un guion escrito por otra persona, que es algo que no había hecho anteriormente?
Respuesta.- El proyecto me llegó hace más de un año. Me llamó para proponérmelo María Luisa Gutiérrez, de la productora independiente Bowfinger, y en un principio pensé que era una broma telefónica. Me pareció totalmente marciano que en Telecinco hubieran pensado en mí para dirigir una película. En cualquier caso, me puse a leer el guion y al rato me empecé a reír. Era una comedia tan disparatada que me obligaba a recorrer un camino absolutamente distinto del que he transitado a lo largo de mi carrera. Anteriormente me habían mandado guiones que no me acababan de convencer porque se parecían demasiado a mis películas y, en cambio, esto era todo un reto que sí me atraía. Además, Luís Marías me abrió la posibilidad de que colaborara con él en el guion para modificar algunas cosas.
P.- ¿En qué aspectos del guion trabajaron?
R.- Tocamos algunas secuencias y sobre todo desarrollamos los personajes de la abuela y de la mucama que la cuida. Me parecía que se les podía dar más vuelo a ambos. Y también modificamos cosas durante el rodaje. Luis Marías es también director y eso es una enorme ventaja porque no se aferra a la letra. Él sabe que el guion debe estar vivo para que luego se amolde al ritmo que va cogiendo la película.
P.- ¿Cómo ha ido la experiencia de trabajar con Telecinco?
R.- Hay algunas normas a las que te tienes que adaptar pero indudablemente tiene una serie de ventajas, principalmente a la hora de promocionar el producto. Hay muchas cabezas pensantes, a veces con opiniones diferentes, y eso dista mucho de tener un productor como referente, que es a lo que yo estaba acostumbrada hasta ahora. A veces tienes que aprender a defender tus ideas y otras veces la situación te obliga a pensar que quizá estás equivocada. Da un poco de respeto trabajar así, pero era el momento de dar el salto porque no siempre podemos sacar nuestros propias películas adelante.
P.- En alguna entrevista que concedió durante la promoción de Felices 140, su anterior película, comentaba que su próximo filme sería, con suerte, 70 veces siete...
R.- Sí, pero lamentablemente no se pudo hacer. Ni 70 veces siete ni otra que se llama Agarrados.
P.- ¿Hay alguna opción de que esos guiones se rueden en un futuro próximo?
R.- Mucho tendrían que cambiar las cosas. El sitio natural de estas películas era TVE pero una vez que las rechazan no puedes volver a presentarlas. Vivimos en un país en el que, con el sistema de puntos que hay en el ministerio, no puedes hacer cine si no tienes una tele amparándote. Pero es algo a lo que nos tenemos que acostumbrar, a pesar de que para mí ha sido un cambio radical. Todavía recuerdo una época en la que escribías y rodabas, escribías y rodabas, escribías y rodabas… Eso ahora es muy complicado.
P.- ¿Son los directores como usted, cuyas películas se podrían definir como producciones de clase media, los más perjudicados?
R.- Creo que sí. De hecho, la próxima película que voy a rodar nos ha costado levantarla tres años. Eclosionó a finales del año pasado cuando de pronto entró Movistar, Telemadrid, TVE… Con pocas cantidades, porque es una película modesta, de un millón trescientos mil euros. El cine medio y el cine que de alguna manera no es de masas, que no pretende hacer una taquilla espectacular, está en peligro de extinción. TVE tiene menos dinero del que tenía antes y somos muchos los que vamos a por un trozo de pastel.
Maribel Verdú es Leyre
R.- El argumento es por un lado muy sencillo: tenemos a una madre que trata de defender a su hijo a toda costa y tenemos la búsqueda de un móvil que contiene información peligrosa pero que no se sabe dónde está. Por otro lado es una película compleja porque, aun siendo una comedia, transita por territorios muy oscuros y amargos. La subtrama de los policías, por ejemplo, tiene bastante de drama. Para llegar a la carcajada hay que seguir un camino sinuoso y cambiante. Desde mi punto de vista lo más importante era conjugar esos dos tonos. Además, también me gustó que no fuera una comedia de chascarrillos. El humor es algo especial.
P.- Sin embargo, la película no renuncia a buscar la carcajada…
R.- Sí, pero no hemos trabajado desde ahí. He tratado de fiarme de lo que a mí me podía hacer gracia, aunque al principio me costó un poco. El humor es muy particular, a unos les hace gracia una cosa y a otros le hace gracia otra cosa. Pero no me hubiera gustado meterme en una película que abuse del chascarrillo. El humor de Ola de crímenes emana de los personajes más que de situaciones concretas.
P.- En este tipo de películas hay que cuidar mucho a todos los personajes y no solo al protagonista, ¿no?
R.- Totalmente. No hay nada más terrorífico para una película que el protagonista esté bien y los secundarios no den la talla. Hay que colocar el listón en un sitio y lograr que todo el mundo lo alcance o esté por encima.
P.- ¿Qué le aporta Maribel Verdú para que esta sea su cuarta película seguida con ella?
R.- Tranquilidad, diversión, creatividad… Nos conocemos tan bien que el trabajo se hace mucho más fácil. Con una mirada nos entendemos. Pero en esta película yo creo que le hemos dado una vuelta de tuerca más a su trabajo por la sencilla razón de que nunca habíamos hecho una película tan disparatada. Había que lanzarse al abismo e incluso hicimos que el personaje fuera más grotesco todavía.
P.- Todos los personajes se enfrentan a un dilema importante…
R.- Las buenas comedias, y no diga que esto lo sea, son en realidad auténticos dramas. El apartamento, por ejemplo, es un drama disfrazado. La cuestión es cómo quieres contar las cosas. Esta historia se podría haber contado con un tono dramático porque de por sí no hay nada de lo que reírse. Eso fue algo que también me atrajo del proyecto, que tenía unos agarraderos y no consistía en poner una gracia detrás de otra.
P.- ¿Cómo se ha enfrentado las escenas de acción?
R.- En televisión ya había hecho cosas parecidas, así que no me costó mucho. En cualquier caso teníamos un coordinador, Fede Cuevas, que nos ayudó y las actrices, tanto Maribel como Paula, se portaron como jabatas. Maribel se llegó incluso a hacer daño en la escena del final.
P.- ¿Cómo ha sido la experiencia de rodar en Bilbao?
R.- Estoy encantada de haber rodado en Bilbao porque también es mi tierra, aunque yo soy más guipuzcoana que bilbaína, pero Ola de crímenes es una película que se podría ambientar en cualquier lugar. Quizá remite más a una ciudad de provincias, pero la película transcurre en Bilbao porque Luis Marías es bilbaíno y el la visualizó allí. Bilbao es una ciudad que en los últimos años se ha embellecido mucho y eso nos permitía tener algunas imágenes de exterior que son muy chulas. Sin embargo, no es una película específicamente vasca. Discutimos mucho sobre si los personajes tenían que tener acento y al final decidimos que eso nos hubiera estrechado todo mucho, sobre todo en el casting.
P.- ¿Tenía alguna referencia en la cabeza a la hora de rodar?
R.- Estuvimos viendo algunas películas de los Cohen, pero sobre todo para cuestiones de fotografía, de imagen, de tono… Queríamos una película brillante, alegre y chispeante. También por el tipo de personajes que manejan los Cohen, que a veces rayan en lo extremo.
@JavierYusteTosi