Nacida Margarita Carmen Cansino el 17 de octubre de 1918 -tenía antecedentes españoles- encandiló al mundo entero con una irresistible mezcla de sensualidad y dulzura que alcanzó el cenit con Gilda. Ahora, El universo de Rita Hayworth (Notorious ediciones), repasa todas las constantes de su vida y su obra.

Considerada una de las mayores estrellas que jamás diera Hollywood y una de las mujeres más bellas y fascinantes de la historia, Rita Hayworth tuvo una vida desgraciada pero llena de acontecimientos extraordinarios. Fue la primera actriz de cine que se convirtió en princesa y la primera celebridad a la que se le diagnosticó la enfermedad del Alzheimer. Nacida Margarita Carmen Cansino el 17 de octubre de 1918 -tenía antecedentes españoles- encandiló al mundo entero con una irresistible mezcla de sensualidad y dulzura que alcanzó el cenit con Gilda, la película que la marcaría de por vida y que la convirtió en inmortal.



En El universo de Rita Hayworth (Notorious ediciones), una veintena de críticos y escritores analizan para celebrar su centenario todas sus películas, sus directores, partenaires, esposos, su estilismo, sus escándalos… Todas las constantes, en definitva, de su vida y su obra. Publicamos algunos extractos del Diccionario sobre la actriz que firma Guillermo Balmori, editor del libro.



Actriz

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Pero… ¿era Rita Hayworth una buena actriz? Rita Hayworth fue mucho más que eso. Fue una gran estrella; de esas que se cuentan con los dedos de una mano. Una gran estrella está por encima de una gran actriz. Grandes actrices hay muchas, grandes estrellas muy pocas. Dicho esto, Rita fue una buena actriz y resultó convincente en todas y cada una de las películas en las que intervino. Desde los roles secundarios de sus primeras apariciones hasta los subproductos que tuvo que afrontar en su madurez, Rita siempre dignificó con su actuación el producto final. Películas de bajo presupuesto como La trampa del dinero, El aventurero o La ruta de Salina contaron con grandes actuaciones suyas, porque, con Alzheimer y todo, Rita cada vez fue mejor actriz. Daba igual la calidad del producto. Ella actuaba cada vez mejor.



Bailes

Una de las bazas que jugaron a favor de Rita Hayworth en sus años de esplendor fue que coincidieron con la moda de los bailes latinos en Hollywood, justo su especialidad. Eran los días de la Segunda Guerra Mundial y el mercado europeo estaba casi bloqueado. Había que mirar a los hermanos sudamericanos. Betty Grable se hizo experta en rumbas, congas y otros bailes inventados para la ocasión. La ventaja de Rita es que ya venía enseñada de casa. El número más famoso de su primer gran musical, Desde aquel beso, -So Near and Yet So Far- fue una rumba con Fred Astaire, aunque los mejores bailes que se marcaría con Astaire los veríamos en Bailando nace el amor: el elegantísimo I´m Old Fashioned y el enérgico The Shorty George. Los números latinos de Rita Hayworth se convirtieron en marca de la casa y se alargaron hasta los tiempos de La dama de Trinidad, donde, por narices, hubo que encasquetar Trinidad Lady para seguir con la alargada sombra de aquel inmenso Amado mío de Gilda, su número más personal.



Bofetada

"Ahora todo el mundo sabe que al poderoso Johnny Farrell le engañaron. Que se casó con una…". Son las palabras previas de Gilda antes de que Johnny la abofetee de pura rabia e impotencia tras haber asistido horrorizado al amago de striptease que acaba de perpetrar en el casino del que él es el dueño. Gilda es la esposa de Johnny. Odio, amor, celos, empoderamiento femenino, hombría herida… La bofetada sigue vigente en su forma y en su fondo, y, como toda obra de arte, adquiere nuevas y enriquecidas interpretaciones con el tiempo. Desde luego no fue la primera bofetada del cine, ni la más violenta. Tampoco la última, claro. Pero probablemente sí fue, y es, la más sexual.



Alcoholismo

"Teníamos que pasar junto a la barra para dirigirnos a nuestra mesa. Estaba llena de individuos que bebían sin parar. Rita estaba con ellos y muy tocada. Fue un espectáculo lamentable por lo que pasó a continuación. A Rita se le cayó no sé qué y el sujeto que estaba con ella le dijo: '¡Tú, coge eso!' Me dieron ganas de matarle. Fue horrible. De lo peor que he visto en mi vida. En aquel instante me di cuenta de que estaba acabada, de que a partir de entonces cualquier animal podría decirle y hacerle lo que le diera la gana". Así narraba una amiga de Rita, Libby Sloane, su terrible experiencia vivida en los peores años de la actriz. El gran drama de la vida de Rita Hayworth no fue el alcoholismo sino el hecho de que todo el mundo la considerase una alcohólica cuando en realidad era una enferma de Alzheimer. Rita bebía, sin duda, pero no hasta el punto de perder la cabeza como la perdía. Eso era Alzheimer, agudizado, claro está, por la bebida. Era un círculo vicioso. Rita bebía porque no sabía qué le pasaba y el alcohol agravaba más su enfermedad.



Alzheimer

"De pronto se ponía de mal humor y yo nunca sabía por qué. De pequeña tuve que aprender a convivir con su carácter. Por ejemplo, nos sentábamos a cenar y de pronto se ponía furiosa por la comida o por cualquier cosa que según ella hubiese hecho mal la criada. Se iba a su cuarto y volvía al cabo de unos minutos como si no hubiera pasado nada. Yo siempre pensé que se debía al alcohol, aunque la verdad es que nunca la vi beber hasta ese extremo. Pero pensaba que toleraba mal la bebida". La princesa Yasmin resumía así el gran drama de la vida de su madre. Cuando a Rita Hayworth se le diagnosticó el mal de Alzheimer hacia 1980, aquello llevaba ya veinte años quemándole la memoria. Hasta entonces se trataba de una enfermedad desconocida y todo el mundo pensaba que lo que le pesaba a la pobre Rita era que su grado de alcoholismo era tal que le hacía comportarse de aquel modo tan preocupante. Tenía los típicos comportamientos de una enferma de Alzheimer, pero en aquella época no se conocía. Sufría cambios bruscos de humor, rabietas, se ponía a gritar como una loca sin motivo aparente y luego ni se acordaba de ello, comenzaba a hablar de una cosa y de pronto se ponía a hablar de otra distinta, y respondía con mucha violencia cuando alguien insinuaba que le pasaba algo raro. […]



Yasmin reconocía: "Nos hubiésemos ahorrado muchos sufrimientos y complicaciones si entonces hubiéramos sabido que mi madre, lejos de ser culpable de llevar una vida desordenada, era en realidad una enferma".



Cabello

A Orson Welles siempre le gustó sorprender con un buen espectáculo, y uno de sus éxitos más rotundos y llamativos lo ofreció una mañana de 1946 ante un reducido auditorio. Había citado a los fotógrafos en un extraño lugar: la peluquería de los estudios Columbia. La estrella de la función no era otra que su propia esposa, Rita Hayworth, que ejecutaría ante los presentes el más difícil todavía: se iba a desprender de la gloriosa melena cobriza que acababa de lucir en Gilda. Como maniobra publicitaria para la próxima película de la pareja, La dama de Shangai, aquello era impagable, pero Welles estaba desposeyendo a Rita de su bien más preciado. Lo hizo, por supuesto, sin el permiso de Harry Cohn [Presidente de Columbia Pictures], al que por poco le da un patatús cuando se enteró. Todos los fotógrafos convocados quisieron llevarse un mechón de recuerdo y la Columbia recibió cientos de cartas solicitando lo mismo.



El pelo de Rita era sagrado. Ninguna otra actriz en la Historia del Cine tuvo una cabellera tan idolatrada, tan mitificada. La Columbia era muy consciente de ese valor y se llegó a decir que, entre toma y toma del famoso Put the Blame on Mame de Gilda, se lavaba y ondulaba de nuevo el pelo de Rita. No cayeron sin embargo en asegurar un bien tan preciado, por lo que Orson pudo hacer de las suyas sin problema.



Canciones

Una de las grandes virtudes de Rita Hayworth fue la de saber escuchar una canción. No es nada fácil poner la cara adecuada, el gesto preciso… Quedar natural cuando alguien te está cantando palabras de amor mirándote a la cara es bastante complicado; quedar sublime como ella lo hacía, es todo un milagro. Probablemente, la mejor canción de todas cuantas desfilaron por los films de Rita fue The Lady Is a Tramp, de Pal Joey. Ella no la cantaba, pero la recibía impresionantemente bien de Frank Sinatra. Y no eran palabras de amor, sino más bien una especie de burla descarada. Probablemente también sea la mejor escena cantada de Frank Sinatra, y eso ya son palabras mayores.



España

Rita Hayworth y Alí Khan llegaron a España en 1948, cuando Gilda acababa de estrenarse. La conmoción no pudo ser mayor. A su llegada al hotel Ritz fueron literalmente sitiados por los periodistas. Rita jamás estuvo tan agobiada. Literalmente no podían salir de allí. Tuvieron que dejar Madrid e ir hacia el sur, pero las masas seguían incontroladas. Durante una corrida de toros en Toledo, Rita se constituyó en la mayor atracción del coso. La banda tocó Put the Blame on Mame y el gentío gritaba sin parar "¡Gilda! ¡Gilda!". La pobre Rita lo pasó fatal. Esas cosas la aterraban.



La hija de Eduardo Cansino no había visitado la tierra de su padre hasta entonces, y, cuando llegaron a Sevilla, la actriz ofreció un banquete a sus familiares en un restaurante con un espléndido jardín. Colocaron las mesas haciendo círculo y en el centro comenzaron a bailar flamenco diferentes primos y tíos de Rita. Había arte en la familia, pero el plato fuerte fue cuando salieron a aquel escenario improvisado Rita y Padre, su abuelo. El chófer de Alí Khan lo recordaría después con emoción: "Bailó como una española de verdad, no como una estrella de cine. Sus brazos blancos cortaban el aire mientras chasqueaba los dedos. Cada vez que giraba sobre sí, le crecían alas a la falda y el pelo rojo, largo y suelto, le flotaba sobre los hombros". No deja de ser significativo que su siguiente película en Hollywood fuese Los amores de Carmen, donde hacía de española y se marcaba unos buenos bailes andaluces bastante más auténticos que los que Hollywood solía ofrecer en casos similares. No en balde, el coreógrafo era su padre, Eduardo Cansino.



Romances

"Los hombres se van a la cama con Gilda pero se levantan conmigo". Es la frase más famosa de Rita Hayworth y está cargada de triste realidad. Rita no fue una mujer voluntariamente escandalosa. Más bien lo contrario. En el fondo, lo que más anhelaba era encontrar un amor que la retirara del cine y con el que formar una verdadera familia. Cinco matrimonios fracasados sellan la imposibilidad de su empeño. Pero, aparte de esos cinco maridos -Orson Welles fue el gran amor de su vida y Alí Khan quien más la quiso-, Rita vivió romances con otros hombres, en su mayoría conocidos o populares. Los estudios no tuvieron ocasión de inventarle romances publicitarios pues casi siempre estuvo casada. Esto solo ocurrió al comienzo de su carrera, cuando, siendo Rita Cansino, la Fox le organizó una aventura de cartón piedra con su compañero de La irlandesita, Pinky Tomlin. El resto de sus amoríos fueron verdaderos.