Más de 500 personas trabajaron durante 5 años para animar la película.
Raúl de la Fuente adapta la novela Un día más con vida del célebre periodista polaco valiéndose de una poderosa mezcla de animación y documental. La película, dirigida a cuatro manos con Damian Nenow, fue premiada en San Sebastián.
Un día más con vida es un filme peculiar que solo ha recibido parabienes allá donde se ha estrenado. Pasó por la sección oficial de Cannes, recibió una sonora ovación en el prestigioso festival francés de animación de Annecy y ha sido galardonado con premios del público en los festivales de San Sebastián -compitió en Perlak-, de El Gouna (Egipto) y de Gdyna (Polonia). La película, que se estrena este viernes en España, mezcla animación y documental para reflejar la peripecia de Kapuscinski, que se jugó la vida para ser el primer periodista del mundo en enviar notas a diario desde las líneas del frente, en donde un saludo equivocado en un puesto de control podía significar la muerte. Su objetivo era encontrarse con el comandante Farrusco, una figura rodeada de mística y tan enigmática como el coronel Kurtz intrepretado por Marlon Brando en Apocalypse Now (Francis F. Coppola, 1979).
Raúl de la Fuente empezó a pergeñar esta película poco después de estrenar su primer filme, Nomadak Tx (2006). Realizador de cortometrajes documentales como Minerita (2013), una historia sobre la penosa situación que atraviesan las mujeres del Cerro Rico de Potosí de Bolivia -por la que recibió un Goya-, De la Fuente ha viajado por buena parte del planeta dando voz a los desheredados a través de su cámara. Muy influido profesionalmente por Kapuscinski, al que leyó vorazmente durante su adolescencia, decidió levantar un gran proyecto en torno a Un día más con vida. "Es una mina de oro", explica el cineasta. "La estructura del libro en tres actos lo acerca al guion cinematográfico e incluye elementos alucinantes y muy atractivos. Tiene un componente surreal, metafórico y poético muy elevado, con escenas que clamaban por ser llevadas al cine, y llegamos a la conclusión de que la animación era la herramienta adecuada para contar esta historia".
Estética de novela gráfica
Una imagen de la película
De la Fuente y Amaia Ramírez, productora de Kanaki Films, consiguieron los derechos de la novela y empezaron a buscar compañeros y aliados para este ambicioso viaje. Encontraron una productora de animación, Platige Image, que utilizaba una estética de novela gráfica que era muy similar a lo que andaban buscando. Además, la empresa era polaca, como el propio Kapuscinski, por lo que la colaboración resultó natural y rápidamente llegaron a un acuerdo. Ahí es donde entró en escena Damian Nenow, primero como responsable de animación y posteriormente como codirector del filme. Más tarde entrarían al proyecto la belga Walking the Dog y las alemanas Wüste Film y Animationsfabrik como coproductores y la húngara Puppetworks como productor asociados. Sin embargo, De la Fuente y Ramírez se mantuvieron siempre como líderes del proyecto. Para desarrollar la película utilizaron la técnica del motion capture, que registra con sensores el movimiento de actores reales para crear modelos digitales que posteriormente son animados.De la Fuente y Ramírez fueron también quienes decidieron combinar la animación con el documental. "Queríamos que el espectador se zambullera en ese mundo animado que íbamos a crear, que se acercaba mucho a una ficción romántica, para después despertarlo con una bofetada de realidad poniendo a los supervivientes del relato delante de la cámara", explica el director. Así, rastrearon las huellas de las personas con las que Kapuscinski tuvo contacto durante aquellos días y descubrieron que varios de ellos seguían con vida, como el periodista Artur Queiroz o el propio Comandante Farrusco. Con ellos realizaron el mismo viaje que Kapuscinski emprendiera 40 años atrás por Angola. "Él pensaba que el sentido de la vida estribaba en cruzar fronteras y nosotros hemos intentado hacerlo con este formato desde un punto de vista creativo. Además, hemos adaptado su estilo literario al lenguaje cinematográfico. Él siempre habló del collage, del reportaje colectivo, de la fusión de géneros…".
Por último introdujeron en el guion secuencias surrealistas que venían a representar el mundo de las emociones de Kapuscinski. "La animación no solo nos permitía recrear escenas de acción que de otra manera no hubiéramos podido rodar sino que nos abría una puerta a su psique", asegura De la Fuente. "A través de estas secuencias podíamos incidir en sus miedos, sus ensoñaciones o su sentimiento de culpa".
@JavierYusteTosi