Mike Newell durante el rodaje de La sociedad literaria y el pastel de piel de patata
Es posible que el nombre de Mike Newell (St. Albans, Reino Unido, 1942) no sea tan conocido como sus propias películas. Porque si hay personas que no reconocen su nombre, desde luego es difícil que alguien no haya visto su película más conocida, Cuatro bodas y un funeral (1994), que como él mismo nos explica, le cambió por completo la vida. Autor de otros exitosos filmes como Donnie Brasco (1997) o Harry Potter y el cáliz de fuego (2005), después de adaptar las Grandes esperanzas de Dickens en 2012 regresa a material libresco con La sociedad literaria y el pastel de piel de patata, adaptación de un best seller escrito por Mary Ann Shaffer y Annie Barrows que nos traslada a las postrimerías de la Segunda Guerra Mundial en Gran Bretaña. El filme contrapone dos mundos, el de la sofisticada escritora y periodista Juliet Ashton (Lily James) y el de esa "sociedad literaria" del título, formado por gentes sencillas de la diminuta isla de Guernsey, que llegó a ser invadida por los alemanes durante el conflicto bélico. Retrato de los traumas de la guerra en el país e historia de amor entre un porquero y una dama de la alta sociedad, Newell otorga ritmo y encanto a esta canónica adaptación literaria. Elocuente y muy simpático, hablamos con él de este filme y de por qué considera que el Brexit es una tragedia para su país.Pregunta.- ¿Por qué quería hacer esta película?
Respuesta.- Me sentí muy comprometido y conmovido por el personaje de la chica -Juliet- y lo que le pasa en la película. Estaba muy interesado en explicar la historia de alguien que aparentemente es feliz y exitoso como ella, que es una autora publicada, le pagan bien, tiene amigos y personas que se ocupan de ella, pero siente un vacío, como que hay algo que falta, y al principio de la película no sabemos qué es. Lo que me gusta de la historia es que es como un thriller de una persona que no sabe por qué siente ese vacío y se encuentra con un grupo de personas que esconden un gran secreto. Cuando se involucra en descubrir ese misterio, esa desesperación por saber la verdad sobre Elizabeth McKenna surge, porque de algún modo ella sabe que esa gente será positiva para ella.
P.- ¿A todos nos resulta muy difícil saber lo que de verdad queremos más allá de lo que la sociedad dicta que debe gustarnos?
R.- Por supuesto. En esa vida londinense ella siente que no es feliz. Cuando viaja a la isla de Guenrsey, primero sigue llevando a cuestas las prisas y el ruido de la ciudad, pero una vez que empieza a calmarse comienza a descubrir una gran paz. Su secreto se interpone en su nueva relación. Y ellos, los miembros de la sociedad literaria, no se lo pueden decir a nadie porque tienen allí a la niña pequeña y no se sienten capaces de decirle que su madre no va a volver. Es una historia de emociones y de personas que se curan mediante las relaciones con otras personas. Hay también ese elemento de thriller que se plantea ¿qué pasó con esa mujer?
P.- ¿En esa búsqueda de la verdad sobre lo que pasó con Elizabeth McKenna está buscando la protagonista la verdad sobre sí misma?
R.- Sin duda, ella se ve reflejada en su historia. La protagonista se acaba convirtiendo en una especie de padre confesor para todos los miembros del grupo. Gracias a su amabilidad, ellos comienzan a estar preparados para enfrentarse a sí mismos. Poco a poco, ella va derrumbando ese muro. Es un proceso de liberación para todos.
P.- Ha habido muchos filmes sobre la ocupación francesa por los nazis y sus complejidades. No habíamos visto nunca una Inglaterra ocupada. ¿Es absurdo pensar que no habrá ninguna relación entre el invasor y el invadido?
R.- Sin duda el caso de Francia es mucho más complicado porque invadieron todo el país y aquí se trata solo de una pequeña isla. Lo que pasó con Inglaterra es que por una parte éramos el principal aliado de los americanos y cuando ellos ganaron nosotros también. Esa alianza fue muy sólida y prácticamente huimos de la guerra para abrazar el progreso como si no hubiera existido. Durante la posguerra hubo una gran prosperidad económica y la gente se quiso dedicar a ser feliz y comprarse cosas bonitas. Hubo una voluntad colectiva de olvidarlo todo y pasar página muy rápido. Los Beatles representan todo eso. Una cosa que sucede es que la gente que ha pasado por graves crisis nunca quiere hablar de ello. Mi familia sufrió mucho durante el conflicto y era un tema tabú. Me llevó años saber lo que había pasado. Fue la siguiente generación la que comenzó a hacer preguntas y quiso saber qué había pasado. En realidad, es algo muy reciente y es algo muy importante porque por fin comenzamos a hablar de ese episodio.
P.- ¿Ha preferido Inglaterra construir una historia en la que es el estandarte puro de la lucha contra la tiranía?
R.- Hace unos años leí una novela magnífica escrita por una mujer judía francesa, Suite francesa, de Irène Némirovsky. Es una novela que estuvo 40 años escondida en una maleta hasta que alguien la descubrió. La novela explica lo que pasa en Francia al principio de la guerra, cuando los alemanes entraron en Francia y el país colapsó. Todo se había acabado en cinco semanas. Y este libro me interesó muchísimo porque cuenta muy bien lo que de verdad pasa cuando hay un gran colapso. Explica muy bien lo que hubiera pasado en mi país si nos hubieran invadido los alemanes. Hubiéramos colaborado, ¿cómo no? La historia británica hubiera sido menos gloriosa de lo que ahora contamos. Hemos levantado estatuas a Churchill, el día D, Spitfire... Lo que pasa en Guernsey explica muy bien lo que habría pasado, algunos no hubieran cooperado pero otros se hubieran hecho la vida más sencilla y habrían trabajado con ellos.
P.- ¿Sigue siendo víctima Gran Bretaña de su orgullo imperial y por eso tenemos Brexit?
R.- El Brexit es terrible. Me gustaría recordar que un 48% de los británicos votaron a favor de quedarse en la UE. Fue muy ajustado. Muchos de nosotros estamos muy disgustados. Y pensamos que es absurdo, como tú sugieres, que haya gente que piensa que seguimos siendo una isla pequeña que aún domina medio mundo. La gran fuerza de mi país es que siempre ha estado integrada con las otras grandes culturas continentales. Tenemos esta cosa terrible de que los principios de la democracia son lo que muchísima gente cree que debe pasar. Hay millones de británicos que reclaman un segundo referéndum. ¿Y ahora qué pasa? ¿Hacemos referéndums eternamente? Esto nos va a matar.
@juansarda