William Goldman. Foto: Ático de los Libros

Conocido particularmente por la escritura de La princesa prometida, película que en los ochenta llevó al cine Rob Reiner y popularizó el personaje de Mandy Patinkin, el rencoroso Íñigo Montoya que había jurado cumplir su venganza, el guionista William Goldman ha fallecido en su casa de Manhattan a los 87 años, según han confirmado fuentes familiares.



Tras las cámaras, Goldman (Illinois, 1931) desarrolló una prolífera trayectoria como guionista en Hollywood que empezó a principios de la década de los cincuenta. Su primer gran éxito llegó con el título Harper, investigador privado protagonizado por Paul Newman y Lauren Bacall, bajo la dirección de Jack Smight. No obstante, fue su texto de Dos hombres y un destino, por el que llegó a cobrar 400.000 dólares, el que le catapultó hasta el Oscar. Interpretada por Newman y Robert Redford, en la piel de los forajidos Butch Cassidy y Sundance Kid respectivamente, el film arrasó en la taquilla y obtuvo otras tres estatuillas de la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas.



A esta cinta, siguieron los éxitos de El carnaval de las águilas, Un puente lejano o la aclamada Todos los hombres del presidente en 1976, por la que obtuvo su segundo premio Oscar.



Novelista, dramaturgo y guionista, fue autor de varias obras y libros especializados en la industria del séptimo arte. En 1987 adaptó el guion de su propia novela, La princesa prometida, convertida hoy en película de culto. Con motivo del 48 aniversario de esta publicación en inglés, la obra fue reeditada recientemente por la editorial Ático de los Libros, entre cuyos titulos figura además otra de sus novelas, Los gondoleros silenciosos.



A lo largo de su carrea, Goldman ganó también dos premios Edgar al mejor guion de película, concedidos por la asociación Mystery Writers of America, por Harper en 1967 y por Magic en 1979. Entre los guiones que firmó figuran Flores para Algernon, Chaplin o Un puente muy lejano, con nombres como Sean Connery, Michael Caine, Robert Redford o Anthony Hopkins. En 1990 volvió a colaborar con el director de cine Rob Reiner en Misery, adaptación de la novela de Stephen King. Intervino, aunque no se le menciona, en la redacción de Algunos hombres buenos. De la escritura de sus memorias de Hollywood, Aventuras de un guionista en Hollywood, quedó su frase: "Nadie sabe nada".