Javier Ruiz Caldera, en el centro de la imagen, durante el rodaje de Superlópez.
El cine español se apunta a la moda de los superhéroes -aunque a la manera patria, claro- en Superlópez, adaptación libre del TBO de Jan que ha dirigido Javier Ruiz Caldera. Dani Rovira interpreta al protagonista.
Pregunta.- ¿Ya iba siendo hora de que hubiera una película de superhéroes española?
Respuesta.- Hollywood ha producido en los últimos cuarenta años muchas películas de superhéroes, algunas peores y otras mejores, creando una saturación. Creemos que también es posible que en España hagamos una a nuestra manera que sea distinta a lo que conocemos. Por otra parte, ahora tenemos los medios técnicos para hacer una película como esta. Algunos de nuestros mejores técnicos se han marchado a Estados Unidos porque allí los solicitan y aquí no pueden trabajar. Cuando le contaba a Laura Pedro, responsable de los efectos especiales, que íbamos a hacer una película de superhéroes en España se le iluminaba la cara.
P.- ¿Un héroe español siempre tiene que tener cierta retranca para que nos lo creamos?
R.- Tenemos poca autoestima. Padecemos una baja concepción de nosotros mismos y nos infravaloramos. Lo dice el personaje de Luisa Lanas: "¿Un superhéroe español? Es imposible". Luego en la película vemos cómo Superlópez salva el mundo, es verdad que el traje le queda peor que a los de Hollywood pero lo salva. Y si aparece Spiderman en medio de la Gran Vía o del Baix Llobregat estoy seguro de que habría mucha guasa y le llamarían flipado.
P.- ¿A los españoles nos mata la envidia?
R.- Desde pequeños estamos programados para rechazar la excelencia. Al que saca buenas notas en clase nos lo cargamos y sufre bullying. Cuando alguien triunfa, disfrutamos con el espectáculo de su caída. Creo que si hay un mensaje en la película es que en España si eres diferente vas a tener que aprender a apechugar con las consecuencias y el qué dirán. En la última secuencia, vemos a Superlópez volando por la ciudad. Es una escena que en Hollywood sería épica y aquí en off oímos los comentarios de gente por la radio criticándole. Cuando haces comedia, tienes que encontrar el material en cosas de nuestro país o de nuestra sociedad. A la hora de retratarnos, Borja Cobeaga y Diego San José (guionistas) son unos maestros.
P.- ¿Es un riesgo hacer una película para el gran público como esta y lanzar un dardo tan contundente?
R.- No sé si es valiente o no. Es algo que ya estaba en el cómic original de Jan. Revisé todos los tebeos y él ya refleja este carácter nuestro. Cuando hablas con alguien y te dice que le va bien casi que la conversación se acaba. Hay algo en el éxito que genera rechazo. Cuando vemos en las redes sociales ese estado de felicidad constante de los demás también sentimos rabia. Hay quien dice que la envidia es una forma de admiración mal gestionada. Dani Rovira era muy sensible a esto porque lo ha vivido y hablábamos de nuestra tendencia patria a igualar por lo bajo. Luego tenemos cosas buenísimas y es que sabemos reírnos de todo lo que nos hace muy contradictorios también. Es una comedia blanca, familiar, pero también podemos lanzar estos mensajes de manera divertida.
Dani Rovira es Superlópez
P.-¿Por qué quería que la historia romántica tuviera tanto protagonismo?R.- Tengo la tendencia, no sé si buena o mala, a que en mis películas haya romance. Ese triángulo entre Luisa, Jaime y Superlópez ya estaba en el cómic y funciona bien como eje de la película. El gran reto era cómo equilibrar una trama costumbrista con la parte fantástica y la acción. Hay una secuencia que para mí es clave y es cuando López habla con el androide de la chica, allí se cruza la comedia absurda con el género y me encanta. Ha sido complicado encontrar el tono.
P.- ¿Con esa villana high tech querían reflejar la paranoia actual, no tan paranoica, de que somos vigilados por las grandes corporaciones tecnológicas?
R.- Aquí lo hacemos con una versión más cacharrera porque es la reina de los electrodomésticos, una especie de Steve Jobs de la batidora. Nos hacía mucha gracia que nos vigilaran las aspiradoras. No queríamos un villano que quiere destruir el mundo porque sí, sino que aspire a controlarlo de manera sutil. Tenemos ese tono del cómic carpetovónico y cutrelux. Hay una palabra que me gusta mucho y es disparate. Es intraducible, quizá como "boutade" y nos define en parte. Cuando la villana se traslada a España, los clones que la ayudan ya son diferentes a los americanos y se indignan si les hacen trabajar el día de la fiesta de la virgen patrona.