Nicole Kidman en Destroyer

Desde hace casi veinte años, Karyn Kusama (Nueva York, 1968) se ha revelado como una de las cineastas más interesantes de la escena independiente de Estados Unidos. Debutó con Girlfight (2000), gran premio del Jurado en Sundance, y conoció el éxito masivo con Jennifer's Body (2009) , filmes en los que reflexionaba sobre la condición femenina en el siglo XXI. Después del gran éxito reciente de La invitación (2015), Kusama vuelve a crear un filme lleno de misterio e inquietud con Destroyer (2018), donde cuenta la caída a los infiernos de Erin Bell, una policía de Los Angeles (Nicole Kidman, transformada y apaleada) obsesionada con vengarse del criminal que le destrozó la vida. Atormentada por un pecado que es incapaz de perdonarse, el personaje de Kidman trata de lidiar con sus enemigos externos, pero sobre todo los internos, en este filme desolado y rompedor en el que vemos a la estrella arrastrase por los abismos de la desesperación y la locura. P.- Hay muchas películas en las que se nos cuenta que la venganza lleva a la autodestrucción. En este caso, la protagonista sabe que ambos conceptos van unidos y lo acepta. ¿Lo ve así? R.- Ella ha causado mucho dolor con su propio sufrimiento y esa venganza es más una búsqueda de sí misma que del enemigo. Es alguien que está tratando desesperadamente de encontrarse a sí misma pero no puede evitar convertirse en una agente de destrucción. Detrás de ese vacío, sin embargo, hay otro gran vació del que ella es consciente, pero al mismo tiempo vive en algo muy común al ser humano que es la negación. En esta película lo emocionante es la forma en que logra acercarse a una verdad sobre sí misma que quiere ocultarse. P.-¿Para todos resulta muy difícil luchar contra nuestros demonios? R.- El cambio es muy difícil siempre. Todos sabemos lo difícil que es hacer incluso pequeños cambios en nuestra vida. Lo que la película explora es el coraje y el esfuerzo que requiere mirarse al espejo y entender tus errores y debilidades. Es un proceso muy doloroso pero es la única manera de empezar con la sanación. Nos gustan las narrativas de empoderamiento, pero los seres humanos no somos simples y limpios, somos sucios y complicados. Lo que quiero mostrar es cuán complicados somos como animales. P.-¿Es difícil hacer una película como esta en la que los héroes son tan imperfectos en el Hollywood actual? R.- Cuando veo películas americanas actuales hay una cosa que nunca entiendo y es por qué siempre aparecen estos personajes tan perfectos. No solo es que vivan en casas enormes y preciosas, ¡es que siempre están ordenadas y limpias! En esta película reflejamos una psique atormentada y caótica y todo gira en torno a eso. Su casa, su entorno, sus actos, revelan ese caos. Creo que Nicole ha sido muy valiente y generosa al aceptar interpretar a alguien tan dañado y tan turbulento. P.- ¿Por qué en sus películas los personajes siempre viven en una realidad que no controlan y les supera? R.- Cuando veo el mundo en el que vivimos observo que hay un grado muy alto de agendas ocultas, de poderes que deciden nuestros impulsos pero prefieren mantenerse en la sombra. Si espero que mi cine refleje esa desconfianza hacia las instituciones y la forma en que el poder se revela en cada faceta de nuestra cultura. Me gustaría que el espectador se preguntara por las dinámicas de poder que rigen la vida y se preguntara por el significado de la verdad en una época como la nuestra donde se impone el engaño y la manipulación. P.- ¿El enemigo nos define más a nosotros que a él mismo como dicen los budistas? R.- Cuando estábamos haciendo la película yo le decía a Nicole y al equipo que cada persona de su presente y su pasado que aparece es una representación de ella misma. Los secundarios son un espejo que refleja lo que es y lo que podría haber sido. Su obsesión con Silas (el villano) está relacionada con su sentimiento de culpabilidad, es un espejo de sí misma. El enemigo, efectivamente, está dentro de sí misma. Al final, la pregunta es cómo podemos ser capaces de dar amor y compasión cuando nos odiamos a nosotros mismos. P.-¿Quería reflejar una imagen de Los Ángeles ausente del cine? R.- Es la ciudad en la que vivo y quería que se viera en pantalla Los Ángeles que nunca aparece en las películas. Es una ciudad a la que amo con todas sus contradicciones y locuras que normalmente vemos como luminosa cuando es mucho más oscura y está llena de sombras. Es un lugar en el que de manzana a manzana puede cambiar de manera enorme porque las desigualdades entre ricos y pobres son muy grandes y están pegados los unos a los otros. Es una ciudad de extremos y de hecho es bastante más complicada que lo vemos en la película. P.- ¿La desigualdad es una forma de violencia? R.- Totalmente. La cuestión de la desigualdad es tan profunda que aún tenemos problemas para procesar la idea. En la película vemos cómo la avaricia es la muerte de la cultura americana porque este es un país en el que hay muchas oportunidades pero también en el que se fomenta la codicia. La experiencia del deseo es brutal. P.- ¿Cómo es trabajar con una estrella del calibre de Nicole Kidman? R.- Pasé unas semanas con ella en su rancho de Tennesse y hablamos mucho del personaje. Fue un proceso de escribir sensaciones, de crear imágenes juntas y crear al personaje. Nicole es una actriz muy del método y en este trabajo en particular prefirió trabajar mucho desde las emociones y no tanto desde la técnica. Al final logramos una gran comunicación que funcionaba casi sola, con gestos mínimos. Nicole logró expresar toda esa complejidad del personaje de manera muy sencilla y simple. @juansarda