La nueva versión que ha preparado Disney de su clásico Dumbo (Ben Sharpsteen, 1941) llega este viernes a las salas españolas con toneladas de CGI -es decir, imágenes generadas por ordenador-, con un reparto de estrellas en el que encontramos a Colin Farrell, Eva Green, Danny DeVito y Michael Keaton, y con un mensaje adaptado a los nuevos tiempos que hace bandera del ecologismo y la defensa de los derechos de los animales.

Tras la cámara encontramos a Tim Burton, director al que no le podía ir mejor esta historia sobre un elefante marginado, acosado y humillado por sus enormes orejas. Burton ya había demostrado en filmes como Eduardo Manostijeras (1990) o Pesadilla antes de Navidad (1994) una gran sensibilidad para, a través de un imaginario gótico y estrafalario, empatizar con los freaks, con los inadaptados de la sociedad. Disney ha querido por tanto ir a lo seguro con la elección de Burton ya que, además, fue el responsable de poner en marcha las adaptaciones en imagen real de sus clásicos con Alicia en el País de las Maravillas (2010), que recaudó más de 1.000 millones de dólares en todo el mundo. En 2019 también llegarán a los cines El rey león y Aladdin.

“Siempre me ha rondado por la cabeza la idea de enrolarme en una compañía circense”, ha asegurado el director. “Nunca me gustó el tema de los animales cautivos, los payasos y los arriesgados números que desa-fían a la muerte. Pero sí conecto con la idea de unirme a una extravagante familia de marginados que no encajan en la sociedad, personas que son tratadas de manera diferente. De eso trata Dumbo”.

Si la película de 1941 duraba 64 minutos, la nueva versión se prolonga casi hasta las dos horas. Para darle empaque al minutaje, el guionista Ehren Kruger (conocido por la saga Transformers) reparte el protagonismo entre el paquidermo y los trabajadores del decadente circo de Max Medici (un inspirado Danny DeVito). Volvemos a encontrar momentos clave de la película original, relecturas de la traumática separación de la madre, el emocionante abrazo de trompas entre las rejas o el número con los payasos y el fuego, pero la película desarrolla nuevos personajes, tramas y escenarios.

El viudo y lisiado Holt Farrier (Colin Farrell), ex combatiente de la Primera Guerra Mundial, y sus hijos Millie y Joe sustituyen al adorable ratón Timothy como amigos, cuidadores y soporte emocional de Dumbo. Si en la película original el protagonista no echaba a volar hasta los momentos finales, aquí pronto lo vemos convertirse en la estrella del espectáculo. Esto despierta el interés de V. A. Vandevere (Michael Keaton), el propietario de un lujoso parque de atracciones que intentará hacerse con los servicios del elefante, aunque albergue oscuras intenciones para con él.

Entre la solvencia y el exceso

La película se mueve entre la solvencia y el exceso en materia visual, sin llegar en ningún momento a ser brillante (quizá lo mejor sea la animación de Dumbo, inteligentemente inspirada en el dibujo original, y el estilo steampunk del parque de atracciones Dreamland). Sí es cierto que como entretenimiento familiar cumple las expectativas y que en más de una ocasión el filme consigue tocar la fibra. Sin embargo, resulta descorazonador que Tim Burton, director que en su momento fue capaz de moverse con inteligencia entre lo incómodo, lo sublime y lo extravagante, renuncie a atrapar aquí la seca amargura, incluso crueldad, del original. Y que la maravillosa, inquietante y lisérgica secuencia de los elefantes rosas tras la borrachera accidental del paquidermo quede reducida a un descafeinado guiño.

@JavierYusteTosi