Avalada por el premio a la mejor dirección en el último Festival de Sundance, La profesora de parvulario, segundo filme de Sara Colangelo, nos cuenta la inquietante relación entre una maestra de infantil y un niño de seis años con un don para la poesía. Víctima de una especie de frustración de clase media, esa "profesora de parvulario", interpretada de forma sensacional por Maggie Gyllenhaal, siente que ni su familia ni su trabajo consiguen llenar sus aspiraciones artísticas. Acude a un taller de poesía, dirigido por Gael García Bernal, en el que sus compañeros tachan sus poemas de tópicos y siente que sus hijos no tienen el temperamento artístico e intelectual que soñaba para ellos.

Planteada como una suerte de noir atípico, la directora juega con la ambigüedad de la historia para enternecernos de vez en cuando con la desdichada protagonista para después mostrarnos su cara más siniestra. Retrato del vacío existencial de la clase media acomodada de Estados Unidos, en la onda de novelas y películas como Revolutionary Road, escrita por Richard Yates y adaptada al cine por Sam Mendes, donde también veíamos la caída a los infiernos de una fantasiosa ama de casa obsesionada con una vida de brillo y glamour que se le escapa de las manos. En este caso, la directora logra contar con buen pulso la progresiva locura de la protagonista para dejarnos atrapados.

Con ecos del cine francés, Colangelo convierte a su "femme fatale" en una trastornada y en una heroína romántica al mismo tiempo, en la estela de esa Madame Bovary que quizá inauguró el género. Lo más perturbador, sin duda, es el elemento casi erótico que introduce la directora a la hora de contar la relación entre la maestra y el talentoso niño. El pequeño milagro del asunto es que nos lo creamos.

@juansarda