Por si queda alguien encima de la faz de la Tierra que no lo sepa, este 14 de abril (15 en España) regresa Juego de tronos. Casi dos años después del estreno de la séptima, comienza la octava y última temporada, en la que se decidirá finalmente quién ocupa el Trono de Hierro, si es que queda algún reino en pie que gobernar.
La expectación entre los seguidores de la serie de HBO es máxima. Hace tiempo que esta agotó los libros en los que está basada, la saga Canción de hielo y fuego, de George R. R. Martin. Desde la sexta temporada los guionistas construyen la trama sobre el vacío, de modo que las teorías y especulaciones sobre sus posibles finales se cuentan por decenas en internet, donde incluso se han filtrado a través de Reddit algunos detalles de lo que ocurrirá en el primer episodio.
(Atención: spoilers de la 7.ª temporada a partir de aquí)
La séptima temporada acabó con la siguiente distribución de fuerzas:
El personaje más astuto y con mejor olfato para el poder, Cersei Lannister, consiguió recomponerse después de la gran humillación a la que la sometieron los fanáticos de la secta de los gorriones. Ahora ocupa el trono, ya que su hijo Tommen, el último que le quedaba vivo, se suicidó tras perder a su esposa en la colosal venganza de su madre, servida con fuego valirio.
Daenerys Targaryen y Jon Snow, que aún no saben que son en realidad tía y sobrino, se han aliado para combatir a los caminantes blancos más allá del muro que protege el territorio de los humanos, pero uno de los retoños de la Madre de los Dragones es ahora un inmenso zombi volador de ojos azules que permitió al ejército de muertos vivientes penetrar en los siete reinos al derretir el muro como si fuese de mantequilla.
En el bando de Daenerys y Snow se encuentra también el carismático Tyrion Lannister, que lleva ya algún tiempo como consejero de la khaleesi. En la reunión de todos ellos con Cersei para pactar una tregua y proponer una unión de fuerzas contra los caminantes blancos, ni los dragones ni el ejemplar encadenado de muerto viviente que llevaron como prueba lograron impresionar a la reina lo suficiente como para dejar temporalmente a un lado sus diferencias. En cambio, Jaime Lannister, que siempre fue más razonable que su hermana y madre de sus hijos, decide unirse a los Targaryen y a su hermano y emprende la marcha hacia el norte.
Por su parte, los tres hermanos Stark que quedan, Sansa, Arya y Bran (que ahora es el cuervo de tres ojos, lo que le permite viajar mentalmente por el tiempo y el espacio, gran comodín narrativo), se reencontraron al final de la séptima temporada. Las dos chicas ajusticiaron a Meñique, que llevaba trazando oscuras conspiraciones desde el principio de la saga. Antes de eso, Arya, que se convirtió en una maestra del disfraz gracias a su aprendizaje con la secta de los Hombres sin Rostro, logró vengarse de los Frey, el clan que pasó a cuchillo a su madre y a su hermano Robb durante la Boda Roja, uno de los episodios más sangrientos e impactantes de la serie.
Posibles finales
Cinco fanáticos de la serie, procedentes del mundo de la literatura, el teatro y el cine, nos cuentan cómo la rematarían ellos, es decir, quién debe ocupar finalmente el trono, cómo y por qué. Entre las respuestas, la mayoría apuesta por una mujer (o varias) para reinar, pero, teniendo en cuenta el historial de sorpresas de la saga, no descartan un gélido final dominado por los caminantes blancos.
ALBERTO OLMOS. Escritor
“Voy con Cersei. Ir con Cersei seguramente no es normal. Lo normal es ir con los finales felices. La degustadora de pasta Khaleesi y el barbudo resurrecto Jon Snow deberían ser los agraciados con el trono de hierro, matrimonio mediante. Luego tendrán hijos, es decir, un reboot de esa máquina de hacer dinero y de hacernos felices que es Juego de tronos. Quiero que gane Cersei porque nos ha dado las mejores escenas, las mejores maldades, la maraña psicológica más densa. Ella ya es una muerta viviente, así que la alianza con el ejército de caminantes blancos es cosa hecha. Khaleesi y Snow pueden morir juntos, aplastados por un dragón. Sólo el enano se salva. Abre taberna”.
BORJA COBEAGA. Cineasta
“Los finales de las grandes series suelen ser decepcionantes. Han dado tantos buenos momentos a lo largo de años que el nivel de exigencia con el final de una película se rebaja enteros con el desenlace de una serie. Lost o Mad Men perdieron algo de grandeza con resoluciones que a mí me parecieron flojas y por eso no tengo grandes expectativas con la temporada definitiva de Juego de tronos. Quizás me gustaría que acabase mal, con un final desesperanzado, con el rey de los muertos triunfando. Creo que el público de la serie, habituado a tantas muertes repentinas de “los buenos de la historia”, estará preparado para un punto final desolador. En estos casos siempre es complicado encontrar una solución que satisfaga a todo el mundo”.
SABINA URRACA. Escritora
“Me gustaría que el trono pasase a ser de Sansa o de Daenerys, pero que, en cualquiera de los dos casos, la elegida decidiese fundir ese trono horroroso e hiciera algo con ese metal. Algo práctico: escudillas y cucharas para el pueblo, se me ocurre. En general, en todas estas series de fantasía medieval, los espectadores aceptamos tácitamente la existencia de una monarquía. Nos la tragamos de la misma forma que nos tragamos la historia de amor infame de las comedias románticas. Todos disfrutamos de este tipo de fantasías, pero sería interesante que, por una vez, estos personajes que tantísimo hemos visto sufrir por alcanzar el poder, decidiesen renunciar a este poder. Me apetecería que el pueblo de Juego de tronos dejase de ser esa masa rugiente vestida de un marrón monocromo que se nos muestra de vez en cuando y pasase a ser gente que escoge su destino”.
CARLOS REVIRIEGO. Crítico de cine y director adjunto de Filmoteca Española
“La lógica de la trama dicta que serán Jon Snow (cuando descubra su verdadera identidad como hijo de Rhaegar Targaryen y Lyanna Stark) y la madre de los dragones Daenerys (que no en vano es su tía) quienes ocupen el ansiado trono al final de la temporada. Al fin y al cabo tienen a los dragones de su lado. Pero la lógica narrativa nunca ha sido un paso obligado en las tramas de Juego de tronos, más bien al contrario, pues desde la ejecución de Ned Stark en la primera temporada quedó manifiesto que una de las estrategias de sus guionistas es la creación del trauma mediante la ruptura radical de expectativas. Lo cierto es que las candidaturas son diversas y todas tienen una puerta abierta, incluso si se impone el “mal” en la llegada del invierno, y Cersei Lannister impone su terror. Juego de tronos siempre ha establecido un paralelismo entre sus juegos de poder y enfrentamientos entre familias para volcar una lectura de los movimientos geoestratégicos de la política internacional, de modo que un sad end se justificaría por sí mismo al calor de los resurgimientos de las políticas del miedo y las dinámicas reaccionaras entre los líderes del mundo. A mí personalmente me gustaría que el trono se lo repartieran entre Tyrion y Jaime Lannister, dos hermanos que a lo largo de las temporadas han desarrollado una de las relaciones afectivas de amor-odio más fascinantes de la serie, y que al fin y al cabo simbolizan el camino de la convivencia y la capacidad de las virtudes para imponerse a los vicios, de sacrificar los intereses personales en favor del bien común y hasta por encima de la propia familia”.
ANTONIO ROJANO. Dramaturgo
“Aunque no lo sabíamos entonces, las tramas de Juego de tronos han conspirado hacia la reordenación de Westeros con el encuentro entre Daenerys Targaryen y Jon Snow. A pesar de los lazos familiares que comparten, todo apunta a que esta alianza reinará siempre que los jockeys de dragones derroten a los Caminantes Blancos. Pero por sus méritos, si los humanos sobreviven, prefiero un final acorde a la Guerra de las Dos Rosas, origen de la serie. Cersei Lannister (Lancaster) y Arya Stark (York) han viajado tanto, por fuera y por dentro, que podrían dividirse el reino para ellas. Son dos personajes carismáticos, mis preferidos, que a través de la traición y la violencia, la palabra y el cuchillo, merecen ganarse y compartir el trono de hierro”.