Gonzalo Suárez. Ilustración: Ulises
¿Qué libro tiene entre manos?
Necesito más ojos y manos que el dios Siva. Acabo de leer Una tumba en el aire, de mi amigo Adolfo García Ortega, que tiene pasajes escalofriantes y El sable de Braxton Braga de Juan Manuel Concha, una novela con reminiscencias de Melville que me ha encantado. Me dispongo a leer La vida a ratos de Millás y los Relatos inquisitoriales de José Carlos Rovira. Además, voy a presentar La casa de los sueños del pintor Jorge Castillo y emprender las promociones de mis libros El sueño de Malinche, con los extraordinarios dibujos de Pablo Auladell, y La musa intrusa que ya se ha publicado en México.
¿Qué le hace abandonar la lectura de un libro?
El timbre del teléfono, mi gato Manitú que posa su trasero en lo que estoy leyendo o las ganas de salir corriendo.
¿Con qué personaje le gustaría tomar un café mañana?
De dos en dos, con R. L. Stevenson y Audrey Hepburn o con Mary Shelley y Silvia Pérez Cruz. Me emocionó esa canción con letra de Ana María Moix...
¿Recuerda el primer libro que leyó?
No. Pero el 25 de noviembre de 1935 voy por primera vez al cine, según consigna mi padre en el diario que me dedicaba desde mi nacimiento. Eran dibujos animados y, cuando se acabaron, yo quería más. Con una guerra en ciernes, el cine y la literatura pronto se convertirían en la mejor alternativa a la realidad.
Cuéntenos la experiencia cultural que cambió su manera de ver la vida.
Creo que la pintura impresionista y expresionista y un puñado de libros y películas que, como Bartleby, preferiría no contabilizar.
¿Por qué ha querido destacar la figura de Doña Marina frente a Cortés o Moctezuma en El sueño de Malinche, un filme poético y a contracorriente sobre la Conquista de México?
Me interesaba la decisiva intervención de la palabra en la conquista de México y, con los dibujos de Auladell, crear una fábula trágica que, tras su presentación en el Museo del Prado y la acogida en México, se ha convertido en una pieza que reclaman universidades y museos.
¿Cree que las disculpas que solicitaba López Obrador a España respecto a la Conquista estaban justificadas?
Me parecen fuera de tiempo y contexto. En cualquier caso, si las cosas no hubieran sucedido como sucedieron, su abuelo cántabro no se hubiera exiliado a México y él no sería él.
¿Cuál es la idea que ha dado lugar a La musa intrusa (Literatura Random House)?
La idea se la debo a Claudio López Lamadrid, mi editor. Fue él quien me propuso contar retazos autobiográficos como introducción a La musa intrusa. Era un gran editor y lo echo mucho de menos. Teníamos que habernos encontrado en México, donde presenté la Cátedra Julio Cortázar.
Hamlet es una de las referencias de La musa intrusa. ¿Shakespeare no se acaba nunca?
Ni él ni Cervantes.
¿Cómo ha salido, creativamente hablando, de su “combate contra el realismo”?
No estoy contra el realismo, sino contra su falsificación. Un libro es un libro. Una película es una película. Ahí radica su realidad. No me gustan las flores de plástico o de porcelana que parecen de verdad, ni los libros o las películas que pretenden ser como la vida misma. En cambio, me apasionan las buenas biografías porque son el producto de una investigación detectivesca.
¿Cree que sus facetas como artista, cineasta y escritor, son entendidas como una suma o están escindidas?
Al menos, impiden que me condicionen.
¿Le gusta España? Denos sus razones.
No me gustaría vivir en otra parte. Esa es la razón.
Denos una idea para mejorar la situación cultural de nuestro país.
De momento, más educación y diálogo.