Podríamos calificar Los hermanos Sisters, a nivel de producción, como un proyecto 'Frankenstein'. Para empezar, la película adapta una novela homónima del escritor canadiense Patrick deWitt. El actor estadounidense John C. Reilly, enamorado de la historia, compró los derechos de la obra para su adaptación al cine y le ofreció la silla de director al francés Jacques Audiard (París, 1952), ganador de la Palma de Oro por Dheepan (2015) y autor de clásicos modernos como De latir mi corazón se ha parado (2005) o Un profeta (2009). Posteriormente, entrarían en el proyecto la productora francesa Why Not Productions, la estadounidense Annapurna Pictures y la española Apache Films y el filme acabaría rodándose entre España y Rumanía, con un elevado porcentaje del equipo de nacionalidad española. Sin embargo, lejos de convertirse en un desastre babilónico, todo funciona bien en este wéstern heterodoxo y humanista en el que lo fundamental es la firma de su director, que ha sabido convertirlo en un proyecto personal. “Nunca pensé que dirigiría un wéstern, porque es un género casi vedado para un director francés”, contaba Jacques Audiard a su paso por la Academia de Cine esta semana. “Sin embargo, el hecho de que fuera un actor estadounidense el que nos ofreciera el proyecto creo que nos legitimaba”.
Corre el año 1850 y los hermanos Sisters, Charlie (Joaquin Phoenix) y Eli (el propio C. Reilly), llevan décadas consagrados al asesinato remunerado. A pesar de la frialdad con la que desempeñan su profesión, ambos están lejos de ser hombres despiadados. Simplemente son eficaces. Charlie no es más que un pobre borracho y Eli es un hombre sensible que sueña con una vida normal. Frente al laconismo habitual de los antihéroes del wéstern clásico, Charlie y Eli hablan, discuten y bromean mientras cabalgan juntos… “No son viejos vaqueros cansados, realmente son como niños”, explica el director. “Comparten conversaciones, bromas y peleas desde que tienen 12 años. Es como si se hubieran quedado detenidos o bloqueados a esa edad y estuvieran esperando el momento en el que puedan volver a avanzar en sus vidas”.
Contratados por el Comodoro (Rutger Hauer), los Sisters inician un viaje hacia el oeste a la caza del químico Hermann Kermit Warn (Riz Ahmed). Las indicaciones del detective John Morris (Jake Gyllenhaal) les conducen hasta tierras californianas, reino de la fiebre del oro. Tanto Morris como Warn tienen más peso en la película que en la novela y este último introduce un elemento inesperado en el wéstern. “La película arranca tres años después de la publicación del Manifiesto de Partido Comunista y la población que emigraba a EE.UU. empezaban a estar muy impregnadas de estas ideas. Por eso, siempre me ha sorprendido que en los wéstern nunca se hablara de estas cosas”, comenta Audiard.
La utopía socialista frente a la ley del ojo por ojo que, como nos ha enseñado el cine, reinaba en el Oeste Salvaje. Una subversión de un género que interesaba a Audiard, aunque con ciertas reservas. “Hemos visto muchos películas mientras escribía el guión con Thomas Bidegain”, asegura el cineasta. “Dentro del wéstern, solo me interesan las películas que se rodaron a partir de los años 70. En cualquier caso, la película que más nos influyó fue La noche del cazador (1955), de Charles Laughton, que no es precisamente un western sino un cuento sobre dos hermanos durante la Gran Depresión de los años 30. Para mi Los hermanos Sisters es también un cuento”.
Tras rodar en tamil (lengua hablada en Sri Lanka) su anterior película, Audiard ha rodado por primera vez en inglés, otro idioma que no domina. Sin embargo, esto le ha permitido trabajar con algunos de los mejores actores de Hollywood como Phoenix o Gyllenhaal, sin olvidar a un John C. Reilly que brilla con luz propia en la película. “Los tres son muy distintos, pero me ha encantado trabajar con ellos”, asegura Audiard. “La primera vez que me crucé con Phoenix ya en España, le pregunté que cómo quería que nos comunicásemos. Él me contestó que telepáticamente. Es como un niño y una vez que has entendido eso, trabajar con él es muy excitante. Tiene una intuición para jugar impresionante, pero después siempre quiere que vayas a comentarle cómo ha estado en la escena. Tiene también esa inseguridad. Analiza las situaciones de una manera impresionante”.
La película arranca con un tiroteo en la noche oscura en el que solo se observan los fogonazos de los disparos. El tratamiento de la violencia poco tiene que ver aquí con Leone o Tarantino. Las escaramuzas son rápidas y muchas acciones se desarrollan fuera de plano. En cualquier caso, Audiard no busca realizar un ejercicio de estilo sino que quiere profundizar en la relación de los hermanos y consigue uno de los western más sentimentales de la historia del cine.