Partiendo de una anécdota histórica verídica, una expedición japonesa que desembarcó en Coria del Río (Sevilla) en 1614 dejando numerosa descendencia, la película Los Japón convierte aquel remoto acontecimiento histórico en la chispa para una comedia disparatada. Hoy, en Coria del Río, muchos de sus habitante se apellidan “Japón” ya que para los andaluces resultaba demasiado complicado reproducir los nombres originales y lo dejaron en Japón a secas. La historia cuenta lo que sucede cuando el emperador del país nipón muere sin descendencia y el único miembro vivo de la familia imperial es un operario de fábrica (Dani Rovira) que vive modestamente junto a su mujer (María León) y sus hijos adolescentes. Rojo y protestón, Rovira y familia se ven convertidos de repente en miembros de la realeza. Como un cruce entre Lost in Translation (Sofia Coppola, 2003) y Ralph, un rey de peso (David S. Ward, 1991) se presenta este filme que busca la risa del público con su confrontación entre las culturas japonesa y andaluza. Culturas aparentemente muy distintas pero con un punto en común como mínimo: su veneración por la tradición. Hablamos sobre el filme con el director, Alvaro Díaz Lorenzo (Madrid, 1977), autor de otras comedias con éxito en la taquilla como Café solo o con ellas (2007) o Señor, dame paciencia (2017).
Pregunta. ¿Por qué nos gusta ver la historia de la Cenicienta?
Respuesta. Es un poco lo mismo que Pretty Woman, nos gusta pensar que estos milagros pueden pasar. Hay un choque entre la vida de currante del protagonista y los privilegios que conlleva ser emperador, pero también hay un choque entre la cultura andaluza y la japonesa que es muy visualy muy musical.
P. ¿Por qué cuenta la historia de esta familia dándole tan poca importancia al factor público de la historia?
R. Me interesa contar la película desde la intimidad de una familia. No me interesaba tratar todo el tema de la prensa ni el folclore de los famosos. Yo quería huir de eso. Fue una suerte contar con Dani Rovira y María León porque hay mucha química entre ellos. Te crees muy rápido que son una familia, que es el tema del que yo quería hablar. Se ve mucho amor entre ellos.
P. Este Pretty Woman no se siente muy cómoda en el traje del emperador…
R. El personaje de Dani Rovira se da cuenta de que se está convirtiendo en lo que no era: se vuelve más serio y cambia. Lo que tenía muy claro es que quería que los personajes fueran creíbles y jugar con el costumbrismo. Por eso no sale la prensa, es la historia de ellos y cómo descubren su identidad en un país tan extraño. Es una comedia familiar con un poco de acción, pero allí es donde quería moverme.
P. ¿Sigue muy viva la huella japonesa en Coria del Río?
R. Sí, y ahora lo quieren potenciar. Hay mucha tradición japonesa, se hace un sake especial que es muy apreciado en la isla y hay un vinculo muy especial. Y hay muchos habitantes de Coria que se llaman Japón.
R. ¿Y por qué existe en Japón esa fascinación con el flamenco?
P. El flamenco es un arte muy puro y eso tiene que ver con la cultura japonesa, que es una cultura que tampoco cambia mucho. La japonesa y la andaluza son dos culturas muy distintas pero mantienen esa devoción por un arte milenario que no está sometido a modas cuyo ejercicio es muy metódico.
R. ¿Y qué opinan de su película allí?
P. No lo sé, no creo que se estrene, las comedias ya se sabe que viajan peor. A la embajada de Japón no le gustó nada eso de que se muera el emperador sin descendencia, para ellos es una figura casi sagrada.
P. ¿Es muy optimista dejar un final abierto a la segunda parte?
R. Yo no soy muy partidario de eso, pero la cadena nos lo pidió. Una película es un milagro, pero ya dos…